La siesta, un placer recomendable

 La siesta, un placer recomendable
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La siesta es reparadora hasta el punto de aumentar el rendimiento laboral, descargar la ansiedad y desbloquear la mente, aunque conviene no prolongarla demasiado, ya que un excesivo descanso vespertino podría alterar el ciclo normal del sueño. 

¿Cuánto tiempo es el recomendable? ¿Qué consecuencias tiene en nuestro organismo si se prolonga? 

Los especialistas recomiendan siestas de entre 10 y 20-30 minutos diarios y nunca más de 40. Sin embargo, ni siquiera llega al 10% de los españoles que tiene la oportunidad de disfrutar de ese ratito para combatir el sopor que nos invade a mediodía, frente al 22% de los alemanes o el 16% de los italianos. Conoce las ventajas que conlleva descansar después de comer y cómo hacerlo de la manera correcta.

UN PARÉNTESIS EN LA JORNADA

Descansar un rato después de comer es una costumbre antigua. La procedencia etimológica de la palabra «siesta» y del verbo «sestear» está en la llamada por los romanos «hora sexta», en torno a las 14,00 y 16,00 horas.

Tradicionalmente la siesta se practica entre ese período de tiempo, por lo que de la expresión «hora sexta» derivó la palabra «siesta». Nadie duda de que el sueño ocupa un lugar relevante dentro de nuestra calidad de vida e influye en nuestro estado de la salud. Por ello, los expertos repiten continuamente lo importante que es dormir lo suficiente. Pero, independientemente de las horas de descanso nocturno, alrededor del mediodía el cuerpo delata cierta somnolencia. ¿A qué se debe, entonces? No es por la comida, como suele pensarse, es que el cerebro pide un parón, por eso que tomamos bebidas estimulantes después de comer como el café o el té. La siesta es un período en el que el cerebro precisa de un breve descanso (entre las dos y las cuatro de la tarde). Por eso tenemos sueño en este periodo de tiempo.

DURACIÓN DE LA SIESTA

En la duración exacta de la siesta los expertos no se ponen de acuerdo. Todos consideran muy recomendable la siesta, y suelen fijar su duración entre diez y no más de cuarenta minutos, tiempo suficiente para quedarnos en los primeros peldaños del sueño y no interferir en la vigilia. Sobrepasar este intervalo produciría efectos adversos, como levantarnos con malhumor, dificultad para despertar y la sensación de no haber descansado.

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DISFRUTA SEGURO DEL VERANO

El aumento de temperatura durante el verano y la llegada de la época de lluvias, trae consigo una serie de riesgos que debemos considerar para prevenir enfermedades que aunque se pueden presentar en cualquier época del año, se incrementan en esta temporada ocasionando molestias, gastos, ausentismo laboral y algunas pueden ser muy peligrosas. 

Entre las enfermedades más comunes y peligrosas están las diarreicas, ocasionadas ya sea por virus que penetran a nuestro organismo por vía aérea ocasionando fuertes gastroenteritis o por bacterias o parásitos provenientes de alimentos que se descomponen fácilmente por el calor. 

El principal riesgo de estas enfermedades es que en pocas horas, la diarrea y el vómito que son sus principales síntomas, pueden ocasionar deshidratación severa en una persona joven y también en personas mayores. 

Las enfermedades respiratorias más frecuentes son las que afectan las vías respiratorias altas, como la faringitis, la bronquitis y la otitis o inflamación de oídos. El calor, la resequedad ambiental o por el contrario la humedad, también afecta la piel, ocasionando infecciones por hongos o dermatitis por alergias.

La humedad en situaciones extremas también incrementan infecciones en las mucosas, por lo que la conjuntivitis es otra de las enfermedades que se presenta con mayor frecuencia en el verano. Así que para poder disfrutar de esta temporada es necesario tomar medidas preventivas específicas como son: Comer bien y cuidar mucho la higiene y frescura de los alimentos que consumimos. Hervir bien el agua que se va a consumir o hacerlo con agua embotellada. Cambiar de inmediato la ropa húmeda en caso de haberse mojado y evitar los cambios rápidos de temperatura al utilizar ventiladores o aires acondicionados. Proteger la piel del calor y la humedad, limpiándola bien todos los días y aplicando crema para evitar resequedad. Es importante también evitar estar al sol durante las horas fuertes para prevenir el cáncer de piel, las quemaduras y las dermatitis. Y por supuesto acudir a un centro médico si surgen complicaciones evitando la automedicación.

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