Ahí viene la tribu

 Ahí viene la tribu
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Hay quien considera a la comunidad gay como una tribu. ¡ERROR!. Nuestro colectivo, como todo que se precie,  es suficientemente complejo para contar con un inacabable crisol de estilos, en algunos casos irreconciliables; entre sus miembros, disponiendo de sus propias tribus. Aquí enumeramos algunas de ellas. ¿A cual perteneces tu?

 

Reinas

Una de las tribus con más solera. La reina es tan antigua como el tiempo y la historia. De hecho, se han encontrado fósiles de australopitecos macho, envueltos en fino armiño.
Suelen vestir de manera un tanto clásica (están por encima de las modas), pero siempre las mejores firmas: polos y camisas de símbolo reptiliano, pantalones de diseño italiano y zapato inglés. En entretiempo (la reina no conoce el caluroso verano), se anuda sobre los hombros algún jersey de angorina 100%, como si se tratara de una estola de martas cibelinas. En invierno, abrigan sus carnes los mejores chaquetones y los más atrevidos hasta son capaces de enfundarse un visón. Los mejores joyeros adornan su cuello, brazos y dedos.

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La reina suele ser culta, o al menos parecerlo, lo sobrevive todo y está por encima de todo. Aunque todas aseguran pertenecer al más rancio abolengo, su edad y orígenes suelen ser secretos mayores que los que guarda el Pentágono. Se rodea de elementos de su especie (marquesas y vizcondesas), pero en la intimidad es lo más perro que ha parido madre. Suele sentirse erotizado por los chulos más impresionantes, pero al mismo tiempo más sinvergüenzas y zafios, por los que acostumbra a perder la compostura y en más de un caso, la fortuna, tras un buen pedazo de rabo proletario.

2

Fashion victims

Viven por y para la moda. Siempre a la última en cuanto a tendencias, visten los más vanguardistas diseños de las mejores marcas, lucen los peinados que se llevarán el próximo año, las joyas de colección que aún no han salido a la venta para el gran público… Aunque en su casa la nevera está vacía, en los estantes del baño se agolpan líneas completas de las más prestigiosas marcas de cosmética.
En su afán de ir a la última, consumen toneladas de ropa que no tiran, una vez utilizada, ya que la moda es rotativa y de aquí a unos años puede que les saque de un apuro ese fondo de armario.

En sus conversaciones no figuran ni la política ni la cultura, pero les podemos preguntar cualquier cosa sobre Custo Dalmau o Comme des Garçons. Compiten encarnizadamente entre ellos por lo que no existen amigos entre esta tribu.
Frases como “ayer te vi comprando en Zara”, puede significar la muerte social de un miembro del grupo. Semejante stress les hace carecer, casi por completo, de vida sexual.

3

Pequeñas en lycra

Pertenecientes al extrarradio, son jóvenes aspirantes a fashion visctims, pero su falta de estilo, cultura y poder adquisitivo, las deja a la altura de reinas gárrulillas de barrio. Visten ropa segunda piel, de las fibras artificiales más variopintas (lycra, rayon, vinilo) .
Jamás se vio a alguno de sus miembros tribales luciendo algodones, lanas o linos. Utilizan zapatillas deportivas imposibles, muchas veces con plataformas y sienten gran atracción por la gomina, las extensiones capilares, los tatuajes cursis y los piercings en cejas y ombligo.

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Alguien les dijo alguna vez que no ser demasiado accesibles es un signo de distinción, pero claro, a ellos se les ha ido la mano y se comportan simplemente como auténticos bordes, creyendo que ir por el mundo con cara de oler mierda les da mucho charme.
Fichan inmisericordemente en las macro-discotecas gay (si uno no aparece un día, el resto le da automaticamente por muerto) , fuman como posesos, beben garrafa, hablan a gritos y en femenino y sus temas de conversación no van más allá de la cantante petarda de moda o la vida afectiva de Ana Obregón. Su vida sexual, suele ser endogámica por pura necesidad.

4

Leather

No cualquiera puede ser un leather, ¡no señor!. Para ello no solo hacen falta unas condiciones físicas, sino una solvente cuenta corriente.

Las prendas de piel, botas, gorras, arneses y demás complementos, en muchos casos de importación, suelen ser carísimos y utilizar como sustitutivo el vinilo o dedicarse al patronaje de la tapicería de skai, de algún viejo sofá, acaba siendo ridículo, cuando no patético.
Luego está el tema de la tintorería, que en el caso de la piel no es moco de pavo. Y para rematar, el código de los pañuelos; un verdadero galimatías, como pa’volverse loco.

Los leather suelen moverse en círculos cerrados, locales especializados pretendidamente dedicados a las practicas S.M., con cuartos oscuros divididos en pasillitos (ellos los llaman laberintos ¡ja!) y donde solo la estética del cuero, los uniformes o el look camionero tiene cabida, estando del todo excluida la pluma, pero es fácil, tras su segunda cerveza, oír a una leatherona muy macha ella, hablar con voz entrecortada, de lo destrozado que le dejó la muerte de La Jurado.

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Musculocas

Nacida por y para ser mirada, la musculoca se ha hecho a si misma, a base de horas en el gimnasio. No suele vestir ropa demasiado escandalosa, ya que su atractivo principal es su propio cuerpo. Un tejano (eso si, de marca) y una camiseta (por supuesto tan ajustada que no deje nada a la imaginación), bastaran para pasearse por el ambiente. De hecho, la musculoca no es arriesgada y si una combinación textil le funciona, podremos verlo luciendo la misma durante años.

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La musculoca se rodea, por supuesto de otras de su especie con quienes habla de rutinas de ejercicio, alimentos isotónicos o series de anabolizantes. Solemos encontrarla en la disco más que en el bar, ya sea bailando en grupo o apoyado en una columna con la mirada perdida en un punto indeterminado del infinito, realmente como estuviera pensando en algo. A más de dos grados sobre cero, la musculoca ya se deshace de la camiseta (¡uno no se tira 18 horas diarias en un gimnasio para ocultar el resultado!), pero no suele sonreír, no sea que se le note la cara de cabestro.

Hay una creencia generalizada que dice que las musculocas solo se enrollan entre ellas, pero no pasa de mera leyenda. Hay que esperar junto a la musculoca a que haya rechazado a todo y todos y seducirlo de madrugada, con la guardia y la moral baja ¡lo juro!

6

Osos

Una tribu muy en boga en los últimos tiempos, tal vez porque su valor primigenio es ir contra las modas y librarse de las servidumbres de la estética. El oso suele ser gordito, fuertote y peludo, pero hay osos para todos los gustos. ¡vamos, que cualquiera puede ser un oso si se lo propone! Acostumbran a llevar el pelo corto, lucir barba recortada, vestir camisas de leñador, vaqueros clásicos y botas de escalada, lo que les da un aspecto de recios machotes, pero en esta tribu, como en las demás, no todo el monte es orégano.

Bajo tan masculino aspecto se esconde más de una Osa Mayor (que vino del Polo buscando calor), dado a que algunas musculocas, llegadas a cierta edad en que han visto caer sus canes, han encontrado en el mundo bear su futuro, intentando introducir en este paraíso, la esclavitud de la estética y los tratamientos de belleza.

El oso es promiscuo por naturaleza, pero suele reciclar a su compañero de cama en amigo. Todo esto puede dar la impresión de que se trata de un colectivo de gorditos simpáticos y encantadores; ¡pues no! Entre sus miembro también se cuecen habas y podemos encontrar a numerosas reinas del kilo, bastante bordes.

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7

Activistas radicales

Militantes de una o varias asociaciones, siguen pensando que vivimos en los cincuenta y que toda libertad conseguida es miseria, si ha sido donada por el colectivo hetero.
Suelen vestir vaqueros y camisetas negras de aspecto desgastado, zapatillas deportivas de estética sesentera y multitud de enseñas y complementos de simbología activista y con el arco iris como lema, pelo rapado o de corte alternativo y gafas de montura metálica. Este aspecto puede hacernos parecer que el activista es un obrero del pueblo ¡craso error!.

Esta tribu suele reclutar a sus miembros entre los hijos izquierdosos de las mejores familias de la aristocracia y la alta burguesía. ¿Quién sino ellos disponen de todo el tiempo del mundo para maquinar campañas surrealistas y redactar manifiestos imposibles? Odian la pluma, la sociedad, el dinero rosa, el ambiente…vamos, todo lo que no organizan ellos.
El 28 de junio es su día, más que el de nadie. Entonces se desgañitan hasta la afonía con sus misivas y contraseñas. Y en la cama siguen con lo mismo, por lo que hay que mantenerlos con la boca ocupada para que no sigan haciéndonos proselitismo y demagogia.

8

Skinheads

Muchos se preguntarán ¿no son los skins esos seres rapados, fascistas y homófobos hasta los criminal? ¿qué tienen pues que ver con el mundo gay? Pues, sin ir más lejos, se lo podrían preguntar al pequeño cantante y activista Jimmy Somerville, líder, entre otros grupos de The Communards (cuyas leyendas urbanas sobre las visitas a nuestro país, dejaremos para otra ocasión).
El skin gay no es más que una versión obrera y más extrema, si cabe, del activista radical. Luce pelo rapado, con largas patillas, polo ajustado, vaqueros ceñidos, sujetos por tirantes y botas militares tipo Doctor Marteens o similares; vamos, más que preparados para la guerrilla urbana.

Viene de familia proletaria y milita en algún partido de extrema izquierda (les fascina el troskismo). Ser mueve en fiestas okupas, mítines políticos y otros eventos poco glamourosos pero…¡como nos pone el muy ladrón!.
En la cama es como en la calle; violento, bestia y radical, aunque podemos encontrarnos con alguna flor . Pero, ¡atención! Seducirlo encierra el peligro de equivocarnos de tipo de skin y firmar, con una simple y sensual mirada, nuestra sentencia de muerte.

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9

Modernos

Se trata de una variante avanzada del fashion victim, con unos toques de cultura alternativa. Aficionados, cuando no creadores, a los cómics de vanguardia y a las revistas de tendencias, ellos pusieron de moda las chancletas hawaianas bajo los vaqueros de tiro caído, las sudaderas de capucha con americanas, la ropa de segunda mano (¡pero ojo, de diseño! con lo que ellos se gastan en una camiseta usada, nosotros llenaríamos dos armarios roperos); en definitiva, el vintage.

Han recuperado los peinados las melenitas beat, las barbas de tres días y lucen sempitérrimas gafas de pasta. Jamás se les ve por el ambiente, ya que odian los estereotipos (como si lo suyo no lo fuera). Se les puede ver por los barrios de más mestizos, bailando ritmos electrónicos que en el momento que tu ya conozcas, ellos dirán que son antiguos, comerciales o que se han vendido al mercado; en locales que en el momento en que se pongan de moda para el gran público, ellos dejarán de frecuentar y consumiendo drogas de diseño (queda excluida la morcilla de arroz). Van de estetas populares, pero no son más que unas lerdas de buena familia, ya que nadie se cree que vivan de los cuatro monigotes que dibujan o de las revista supervanguardistas que editan (que venden 27 ejemplares). Intentan hacer creer al personal que ellos no son gays, que son pan sexuales. ¡Unas mariconas reprimidas y pasivonas, es lo que son!

10

Skater alternativos

Se trata de un producto de la globalización. Son niñatos jóvenes, de cuerpo fibrado por el ejercicio, que se dedican a recorrer el mundo practicando piruetas con el monopatín, la bicicleta o, en las localidades costeras, el surf. Visten bermudas o piratas de innumerables bolsillos, caídos hasta más debajo de las caderas que parece que tan solo son sostenidos por un mínimo sentido del decoro, ya que dejan al descubierto su ombligo, su ropa interior (de diseño, de nuevo), su… Se calzan deportivas de marcas especializadas y precios indecentes.

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En cuanto a las camisetas, yo nunca he visto a uno vistiéndolas. Herederos del hippismo, consumen marihuana, suelen peinarse en rastas y lucen piercings en cualquier lugar perforable, así como elaborados tatuajes decorando sus carnes habitualmente morenas.
Ante tamaño aspecto y actividad aparecen las preguntas: ¿de donde vienen? ¿a qué se dedican? ¿de que viven? Nadie lo sabe, pero el que desaparezcan de la faz de la tierra al cumplir la treintena, hace suponer que papá los coloca a dirigir una de sus empresas. Al no tener un aspecto evidentemente gay, los modernos suelen pirrarse por ellos y ellos, se dejan querer. Algunos incluso tienen novia pero ¿importa eso?

11

Drags

El fenómeno drag, constituye un mundo en si mismo (¡qué digo un mundo, un universo!) y no se puede considerar como una simple tribu urbana.
Ante todo hay que puntualizar que la drags no es un tío vestido de mujer; es mucho más. La drag es una sublimación de lo femenino, de la star, de la pluma enloquecida, de la heroína, de la hembra imposible…

La drag es creativa ( o debería) y parte de su éxito está en la invención de su personaje con un vestuario imaginativo y un maquillaje de fantasía. ¡ay! Pero muchos son los llamados y pocos los elegidos, y es frecuente ver a más de una pallasa dando trompicones sobre los tacones en un escenario, gesticulando en un playback, que nada tiene que ver con la letra y ritmo de la canción que interpreta y confundiendo las tablas y el leguaje provocativo con la verborrea grotesca y grosera de un descargador del muelle. Y es que hay drags de todos los estilos,: más finas que las gallinas y más bastas que un arado.
La drag, durante el día, intenta ir de ciudadano civil, pero se le ve más la pluma que a Clark Kent que es Superman. Lo delata ese movimiento de caderas, ese fumar afectado, ese cruzar las piernas al tomar asiento, esas cejas depiladas, esa manicura francesa…

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