El Síndrome del Follador Selectivo
, pasar de un fetiche a un estilo de vida

 El Síndrome del Follador Selectivo
, pasar de un fetiche a un estilo de vida
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¿En tu dieta sexual sólo se incluye una o dos prácticas sexuales muy concretas? ¿Necesitas determinada práctica o determinado contexto para poder lograr la excitación sexual? ¿Eres sexualmente tan selectivo que has llegado a sentir que ello representa un problema? Pues, en caso afirmativo, quizá tengas el síndrome del follador selectivo.

 

Se me ocurrió preguntarle a mi amigo Ander: “¿sobre qué te parece que escriba este mes en la revista?” y él me contestó: “has hablado de serofobia, de amores y desamores… ¡te toca hablar de sexo! Además (añadió) eso siempre gusta”. Y como Ander (casi) siempre tiene razón, me puse a elegir “tema sexual”. En lo primero que pensé fue en hablar de adicciones sexuales pero lo deseché (demasiado heavy para la vuelta al cole) y sustituí la idea por la de hacer un listado divertido con diferentes tipos de perfiles sexuales usando la analogía de los perfiles de comensales (el gourmet, el ortoréxico, el bulímico). Fue entonces cuando caí en la cuenta de que hay un perfil muy poco comentado y sobre el que podía resultar interesante hablar: el follador selectivo que se asemeja a un trastorno alimentario denominado síndrome del comedor selectivo (SED: “selective eating disorder” en el original inglés)

El Síndrome del Follador Selectivo.
Un momento, a ver… ¿de qué estamos hablando? Este nombre parece la coña de un malhablado (y soy consciente de ello) pero tiene fuerza expresiva, lo cual es bueno, y capacidad descriptiva. Eso sin dejar de lado la potencialidad connotativa que le acompaña y que hace que más de uno pueda darse por aludido o ser capaz de reconocerlo en alguien cercano. De la misma forma que hay un trastorno alimentario que hace que algunas personas ingieran exclusivamente de un tipo de alimentos y eviten a toda costa el resto, el síndrome del follador selectivo es un conjunto de pautas de comportamiento que hacen que un gay seleccione de manera excluyente determinadas prácticas sexuales sobre otras (que desecha) y que sean estas prácticas concretas las únicas que le conducen a la excitación sexual. Claro, tú ahora te preguntarás: ¿y esto en qué se diferencia de un fetichismo de toda la vida?” Bueno, pues hay un pequeño matiz (de ahí el subtítulo del artículo) que hace que sea diferente. En el caso del síndrome del follador selectivo, se convierte en un estilo de vida. Te explico.
Siempre comento con mis colegas de profesión que los baremos que usamos para definir determinadas pautas de comportamiento, no nos son aplicables a los gays. En comparación a cualquier hetero, todos nosotros sufriríamos hipersexualidad (cuando lo cierto es que, en comparación con un gay, cualquier hetero sufre hiposexualidad). La accesibilidad a un compañero de sexo hace que nosotros tengamos muchos más encuentros sexuales que los varones hetero y eso cambia los baremos sin necesidad de perder la noción de normalidad. Pero no sólo eso sino que, además, cuestiones sexuales que en la población heterosexual pueden ser minoritarias u ocupar poco tiempo en sus vidas, en algunos de nosotros -los gays- aumenta su presencia. Hay veces en los que estos cambios cuantitativos se terminan traduciendo en cambios cualitativos. Un varón hetero que tenga algún fetiche (no hablo de parafilias) no tendrá –generalmente- la misma facilidad para encontrar ese fetiche que la que puede tener cualquiera de nosotros. Tenemos foros especializados, páginas web de contactos clasificados por prácticas sexuales preferidas, clubes, grupos de “practicantes”, perfiles, etc., etc., etc.

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La accesibilidad es tan fácil e inmediata que resulta relativamente sencillo terminar desarrollando el síndrome del follador selectivo. No es nada complicado que entres en algún grupo de personas con tus mismos intereses (o complementarios). Resulta sencillo hasta el punto de que puede pasársete desapercibido el hecho de que estás focalizando tu vida sexual en determinadas prácticas y excluyendo cualesquiera otras. Aparte que, lo que es peor, estás reduciendo tus relaciones sociales a personas que tienen el mismo sesgo que tú y esto termina por aislarte y por que no seas capaz -ni siquiera- de plantearte más alternativas. Al final, todo ello puede conducirte a que no seas capaz de darte cuenta de que hay mucho más mundo ahí fuera. Y mucho más gozo del que te creías.

¿Cómo sé si soy un follador selectivo?
Ve apuntando cuántos de los siguientes criterios cumples:
1. Mi menú sexual se reduce a una o dos prácticas o contextos sexuales muy concretos. Fuera de estas prácticas o contextos, me resulta difícil conseguir una auténtica excitación sexual.
2. Dado lo exclusivo (e incluso chocante) que resultan mis preferencias sexuales me suele costar hablar de ellas con mis amigos.
3. Dado lo exclusivo de mis preferencias sexuales, el número de posibles candidatos a amantes o parejas se reduce excesivamente y se concentra en un círculo muy determinado.
4. Influye en otras áreas de mi vida, en cosas como -por ejemplo- mis destinos vacacionales, eligiendo sólo aquellos lugares en los que sé que encontraré este tipo de prácticas.
5. Acompaño estas prácticas de otros rituales obsesivos (decorado, vestuario, olores) en los que todo debe cumplir unas condiciones muy rígidas.
6. En un número elevado de ocasiones, consumo drogas para poder conseguir la desinhibición, aumentar las sensaciones o adquirir el estado mental necesario para disfrutar.
7. Cuando aparecen problemas en mi vida, recurro a esta práctica como vía de escape.
8. En líneas generales, soy una persona impulsiva y tengo problemas de ansiedad y/o irritabilidad que me resultan difícil de controlar.

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Cumplir un solo criterio puede ser indicativo de algo leve. Cumplir dos o tres criterios sería como para que reflexionases sobre el asunto. Cumplir cuatro o más criterios supone tener un problema muy serio. Y con que cumplas el criterio 6, estarás ante una situación muy grave. De hecho, este criterio por sí solo constituye un problema que deberías consultar con un especialista antes de que sea tarde.
 Si eres un follador selectivo seleccionarás tus parejas sexuales no en base a vuestra afinidad personal sino en base a los roles que desempeñaréis en el cumplimiento de tu práctica o fantasía sexual.
Que conste que no seré yo quien te dé un sermón contra el morbo. El gay que no haya jugado a hacer realidad alguna fantasía erótica, que tire la primera piedra.

Todos hemos experimentado, investigado, vivido y saboreado los placeres de las fantasías y de determinadas prácticas sexuales. Pero una cosa es experimentar y otra, bien distinta, es no ser capaz de salir de un círculo. De la misma forma que lo saludable es una dieta equilibrada, en el sexo es importante no sentirse preso de una práctica en exclusiva. 
No confundas selectivo con selecto. Un follador selecto es un gourmet capaz de disfrutar con todo el sexo del mundo y, muy en especial, de determinadas prácticas que prepara con dedicación pero sin perder el equilibrio respecto de las otras áreas de su vida.

Un follador selectivo es compulsivo y no piensa en otra cosa más que el sexo. El follador gourmet (selecto) disfruta buscando nuevas sensaciones a través de prácticas, situaciones y juegos nuevos. Es alguien que amplía continuamente sus horizontes de placer. El follador selectivo tiene unos horizontes sexuales bastante limitados, reducidos a esa una o dos prácticas concretas, ¡no puede salir de aquí!
 Para el follador selectivo el mundo sexual se termina convirtiendo en una práctica endogámica que le recluye siempre en los mismos círculos, siempre con las mismas personas. Sus encuentros están ritualizados (días, horarios, la primera vuelta de reconocimiento, la búsqueda del morbo, la participación y el descanso posterior) sin lugar para la sorpresa.
En muchas de las prácticas sexuales del follador selectivo hay un elemento de interpretación (¡de sobreactuación! incluso) y –precisamente aquí- hallamos una clave de este síndrome.

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El follador selectivo teme que si deja de interpretar ese papel, si se muestra tal cual es, sin disfraces, no le considerarán atrayente.

El follador selectivo tiene un problema de autoconcepto. Y, por tanto, de autoestima.

¿Y qué?
Y nada. Cada uno puede hacer lo que quiera con su vida, eso es evidente. Todo el mundo sabe que no me gusta dar la brasa. Sin embargo, es útil ser capaz de reconocer cuándo una situación está comenzando a devenir preocupante por si te apetece salir de ella cuando empieces a darte cuenta que ya no da más de sí.

El principal problema tiene que ver con los afectos. El ser humano necesita el afecto a su alrededor. Si tu vida se focaliza en tener unas prácticas concretas, con unas personas concretas (que no tienen el más mínimo interés la una en la otra más allá de que representen los roles correspondientes a la fantasía a la que juegan) no es tan raro que acabes pensando que “el mundo es un lugar frío donde todos van a lo suyo”.

Cuando uno está tocado emocionalmente suele ser reconfortante relacionarse con personas que no te demandan ningún tipo de implicación emocional pero la consecuencia, a la larga, será que te sientas más solo. Evitar enfrentarte a tus emociones te termina haciendo sentir peor.
En muchas ocasiones, los hombres tenemos sexo para relajarnos. En principio eso no tendría que ser un problema: después de un duro día de trabajo, una buena ducha y un poco de sexo te deja nuevo.

El problema es cuando ese estrés no proviene de la vida cotidiana (que si el jefe, que si el informe, que si tal) sino de emociones como el sentimiento de soledad. Cuando utilizas el sexo para atenuar preocupaciones que tienen que ver con tu vida afectiva, al final se termina creando un círculo del que resulta complejo salir: me siento solo à sentirme solo me preocupa à me siento nervioso à necesito relajarme à para relajarme busco sexo rápido à tengo sexo anónimo o con alguno de mis “amantes sólo para follar” à al terminar se marchan o me marcho yo à vuelvo a quedarme solo à a pesar de tener sexo, me siento más solo à sentirme solo me preocupa cada vez más…
Estos casos de circularidad están detrás de muchas de las adicciones al sexo que vemos en consulta.

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Romperlo pasa por un serio compromiso con el cambio del estilo de vida y la práctica de otras estrategias para afrontar la ansiedad.
Los “yes” y los “not”. ¿Qué podemos hacer?
A la hora de afrontar un síndrome del follador selectivo, es bueno tener en cuenta tanto aquello que es bueno que hagas como aquello que es mejor que no. Lamentablemente no todo el mundo está capacitado para reconocer sus limitaciones, pero si tú eres de los que ha tomado conciencia y quieres intentarlo, aquí tienes algunas sugerencias. Recuerda que un especialista te ayudará a realizar este trabajo más eficazmente.
Haz:
• Familiarízate con otro tipo de prácticas sexuales que no sean las exclusivas de siempre (lee, curiosea, indaga, investiga, buscas otras fuentes de estimulación).
• Insiste y sé paciente. A menudo hay que probar algo varias veces hasta encontrar todas las posibilidades de gozo.
• Conoce a otras personas, haz más vida social, amplía tu círculo de amistades.
• Proyecta actividades al aire libre o en espacios abiertos (cine, teatro, excursiones, monumentos).
• Haz alguna actividad novedosa (¿no llevabas tiempo queriendo aprender karate?)
• Aprende técnicas de relajación.
• Busca otras fuentes de recompensa que no sean el sexo. Que las satisfacciones de tu vida vengan (también) por otras vías: regálate algo de vez en cuando, ve al hammán, que te hagan un tratamiento de belleza o cómprate una corbata nueva. Prémiate de forma consciente y con cosas distintas del sexo.
No hagas:
• No fuerces las situaciones, sentirte obligado te hará sentir más estresado.
• No te engañes a ti mismo y no engañes a los demás. Aprende a no sentirte avergonzado si tienes una recaída. Reducir tus sentimientos de vergüenza ayudará a reducir tu ansiedad.
Es fantástico tener un buen sexo. Variado, divertido, que no sirva para suplir carencias sino para llenarte de satisfacciones y hacer tus días más radiantes. Que no te robe tiempo de estar con las personas que te quieren, que no reduzca tu vida a un cuarto oscuro. Igual que la dieta, lo ideal es un poco de todo para saber disfrutar de cada cosa. Come bien y quiérete mucho.

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Texto de Gabriel J. Martín, psicólogo
Ilustración Sebas Martín. sebasdibuix@hotmail.com
Nicholls, D., Christie, D., Randall, L. & Lask, b. (2001). Selective Eating: Symptom, Disorder or Normal Variant Clinical Child Psychology Psychiatry (6). 257-270.
Básicamente, “un número exageradamente alto de encuentros sexuales”.
Exacto, “un número exageradamente bajo de encuentros sexuales”.
La diferencia entre un fetiche y una parafilia está en que esta última implica a) malestar social, familiar o laboral en quien la vive, b) algún grado de humillación propia o del compañero o c) no consentimiento por parte del otro (DSM-IV).

 

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