Fetichismo y otras parafilias sexuales

 Fetichismo y otras parafilias sexuales
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Fetichismo, el deseo sexual orientado hacia un objeto. El estímulo sexual suele motivarse volcando los cinco sentidos hacia las partes del cuerpo, aunque a veces éstas son sustituidas por prendas u objetos, llegando a ser la única manera de obtener satisfacción. Quien así vive su sexualidad es llamado fetichista. La palabra proviene del francés fètiche, que en latín significa «ficticio» o «artificioso», y de ismus, también del latín, e indica «estado» o «condición». Lo que para muchos es una perversión, consiste en el uso de partes del cuerpo (ajenas al propio) u objetos que en sustitución de los genitales de la pareja se tornan indispensables para provocar el orgasmo.

En otras palabras, la utilización de manos, pies, senos, nalgas, piernas y más, de otras personas para alcanzar la satisfacción sexual; pero igualmente participan prendas de vestir, guantes, medias, pieles, zapatos, cinturones, bufandas, ropa interior y lo que la imaginación permita, siempre y cuando sean o hayan sido parte de la indumentaria de un ser deseado. Una fantasía sexual que adquiere su significado erótico/psicológico cuando el fetichista toma una prenda para reemplazar al ser humano y transformarlo en un objeto de deseo. El fetichismo se presenta casi únicamente en varones, es que para excitarse sexualmente el hombre no requiere necesariamente de caricias y muestras de afecto como la mujer, ya que responde más fácilmente a estímulos sexuales. Ello aclara también porqué el fetichista quiere poseer los objetos de su deseo con los cinco sentidos, no sólo viéndolos, sino también tocándolos, acariciándose con ellos, oliéndolos y hasta metiéndoselos en la boca.

Ahora bien, dentro del fetichismo hay también clasificaciones, de ahí que podamos identificar a la dorafilia, que consiste en la excitación sexual proveniente del tocar pelo o cabello, piel, cuero y pieles, no sólo humanas sino en ocasiones animales. Igualmente, y dentro de la amplia gama de fetiches el calzado tiene un lugar especial, al grado que si se trata de cualquier tipo o modelo la parafilia se llama retifismo, o, yendo más allá, si el objeto de deseo son zapatos de tacón alto, se identifica como altocalcifilia.

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En otras palabras, el fetichista puede llegar a ser alguien que enfoca su sexualidad en objetos más que en personas. De ahí que también los aparatos diseñados con el propósito de estimular a los genitales, como los dildos o vibradores, sean catalogados como fetiches.

Se ubican también dentro de la categoría fetichismo:

Estigmatofilia. La pareja tiene un tatuaje, cicatriz o perforaciones en el cuerpo por el uso de joyería, especialmente en la región genital, que incitará a la práctica sexual.

Misofilia. El orgasmo se consuma al oler o masticar ropa sudorosa o sucia, o artículos para higiene íntima femenina.

Olfatofilia. El orgasmo deviene de olfatear olores emanados de las diferentes partes del cuerpo, especialmente de las áreas genitales y adyacentes. Las distintas maneras que tiene el ser humano de lograr su satisfacción sexual más allá de la relación íntima tradicional reciben el nombre parafilias, y los sexólogos han catalogado más de 130 categorías distintas casi todas ellas de exclusiva práctica masculina, como son:

Acrotomofilia. El orgasmo es proporcionado por contacto, frotación o penetración de algún miembro amputado de la pareja.

Autonepiofilia. Cuando se representa el papel de un bebé y la pareja lo trata como tal.

Coprofilia. Identifica la excitación erótica motivada por el olor o contacto con excrementos.

Formicofilia. Es cuando se tiene contacto con pequeñas criaturas, como caracoles, ranas, hormigas u otros insectos que se deslizan, arrastran o mordisquean partes genitales y pezones.

Frotteurismo. El placer deriva de rozar, o ser rozado, en el área genital, en un acto en donde interviene otra persona; es indispensable que se lleve a cabo sin su consentimiento, por ejemplo, en una multitud.

Gerontofilia. Excitación sexual con una pareja de la misma edad de los padres o abuelos.

Klismafilia. El placer y el orgasmo se logran cuando la pareja se somete a un enema (introducción por el ano de líquido para limpiar recto y estómago).

Masoquismo. Cuando se es sometido a prácticas que generan dolor, el cual se transforma en placer. Muerte autoerótica. Ocurre cuando una persona decide masturbarse y, al mismo tiempo, trata de autoestrangularse o autoelectrocutarse.

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Narratofilia. La excitación se obtiene al utilizar palabras o contar historias calificadas comúnmente como sucias, pornográficas u obscenas en presencia de la pareja.

Necrofilia. Tener sexo con cadáveres.

Sadismo. Producir deliberadamente dolor a la víctima para sentir placer, tanto el que inflinge como el que recibe.

Travestismo. Vestir prendas, especialmente interiores, del otro sexo.

Troilismo. Observar a la propia pareja con una tercera persona mientras realizan actividades sexuales en las que se incluye el coito.

Urofilia. La persona con esta disfunción siente placer cuando bebe la orina de otra persona, o cuando permite que orinen sobre ella.

Voyeurismo. La satisfacción se deriva de observar, a escondidas, un acto sexual o a la persona deseada.

Zoofilia. También conocida como bestialismo, es sexo hecho con animales, que en algunos casos son entrenados para eso.

Es importante aclarar que si bien algunos tenemos objetos que hacen las funciones de amuletos y les atribuimos cualidades específicas que sólo a nosotros son aplicables, eso no nos hace fetichistas en el sentido estricto de la palabra, pues lo anterior implica connotaciones eminentemente sexuales.

Algunas de estas filias pueden ser delito penado, pero otras son rechazadas por la sociedad, por ser “mal vistas” y no por eso ser ni ilegales ni nocivas por ni para nadie. Antes de iniciarse en alguna de ellas, infórmate de cuales son los limites reales en todo su amplio abanico y no pienses con el “que dirán”.

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