Por favor, cortéjame 2ª parte

 Por favor, cortéjame 2ª parte
Comparte este contenido rápidamente en:

Un amigo, bastante joven, me decía “En mi perfil tengo puesto que me gustan los hombres galanes ¡y sólo me entran señores de más de 65 años! ¿Es que no hay galanes de mi edad?”. Iniciamos una conversación sobre el cortejo, sobre cómo a todos nos gusta ser cortejados y sobre lo paradójico que resulta que -pese a ello y a juzgar por cómo nos quejamos- parece que los gais no somos especialmente dados a cortejar. ¿Por qué será? Mis últimos artículos han versado sobre temas de calado, hoy hablaremos de algo más liviano… aunque –también- importante.

 

3. Muestra tus sentimientos.

Publicidad

Como dije en el artículo del mes anterior, a menudo los gais nos equivocamos escondiendo nuestros sentimientos por temor a que mostrarlos nos haga vulnerables. Pero lo cierto es que hace falta muchísimo valor para mostrar la propia vulnerabilidad… y que no hay nada más sexy que tener ante ti un hombre valiente que se descorre la camisa para mostrarte el corazón y decirte “si me hieres aquí me dolerá mucho, pero no pienso esconder cuánto me gustas”.

Maneras de mostrar tus sentimientos son a través de los detalles y por medio de una comunicación eficiente.

3.a. Detalles.

Vas a trabajar, son las 7’30 de un jueves. Estás en el portal de casa y al pasar por el buzón y te das cuenta de que dentro hay una cosa… ¿con lacitos? Abres el buzón y resulta que es un regalo envuelto. Tiene la forma de un cd, lo abres y es “Make it big” de Wham. Te quedas muerto porque el pasado domingo estuvisteis hablando de vuestras adolescencias y de que tú estabas enamorado de George Michael y tenías todos sus discos incluyendo los de cuando estaba en el dúo con Andrew Ridgeley pero que -como eran vinilos- ya no puedes escucharlos. Sí, vale que te los puedes descargar en tu iPod pero ¿y el detalle de haberse recorrido las tiendas de discos antiguos buscando la edición en cd? Te acaba de decir que le importas, que presta atención a las cosas que le cuentas, que está dispuesto a dedicar parte de su tiempo a molestarse por ti… y que quiere que vayas a trabajar con una sonrisa en la boca en lugar de con legañas en los ojos. Anoche estuvo en tu portal para dejar el disco en tu buzón sin que te enterases de nada… sólo porque así tú te llevarías esta sorpresa. Esos son los detalles que enamoran: ni el más caro ni el más bello sino el que más interés demuestra.

Publicidad

Los detalles que funcionan surgen de las conversaciones (como lo del disco de Wham) ya que transmiten el mensaje de “te escucho atentamente porque me importas y porque lo que estoy descubriendo en ti me gusta”.

También es importante que los detalles sean desinteresados. Aunque todos sepamos que -en el fondo- buscamos lo que buscamos, crear una atmósfera de generosidad ayuda al enamoramiento. Eso sí, si no te sientes correspondido y él no reacciona ante tu tercer “me gustan los hombres detallistas” mejor no le cojas más el teléfono porque -probablemente- sus dos neuronas estén peleadas entre sí y el hombre no dé para más (¡que el señor nos libre de las divas!). El amor desequilibrado, donde uno pone a cambio de nada, no es amor: es dependencia. Si no te sientes correspondido háblalo y/o rompe la relación pero no uses los detalles como chantaje emocional. Es penoso… y a la larga no funciona.

No olvides que los detalles que funcionan son los detalles que halagan. Si le regalas un bono para clases de fitness no estás siendo galante, le estás llamando gordo en toda su cara. Mucho mejor una corbata que haga juego con sus ojos… para cuando salgáis a cenar ensalada (¿ves? Se puede ser muy sutil).

Las relaciones no se dan porque sí, se construyen. Nunca una relación funciona bien sin dedicación y esfuerzo. Los detalles son la muestra de la dedicación y ayudan a generar los buenos recuerdos que incluso por encima de la comunicación, como dice Gottman (2000), son la verdadera esencia de una buena relación. Es muy fácil amar a un hombre detallista. Si para ti los detalles son importantes, tenlos. Será la manera de expresar que ésas son las reglas con las que quieres jugar el juego de vuestra convivencia. Tener detalles es un hábito que se adquiere y siempre estamos a tiempo para adquirir este hábito. Si no acostumbras, plantéate muy en serio aprender a tenerlos. Serás mejor hombre porque aprenderás a ser alguien generoso que cuida a las personas que tiene cerca. Sólo por eso ya merece la pena. Si encima entrenas tu capacidad de galanteo y hasta llegas a construir una bonita relación ¡ya ni te cuento!

Publicidad

3.b. Comunicación.

Tener detalles, no obstante, no es suficiente si falla la comunicación entre vosotros. Es más, hasta puede ser contraproducente porque resultará sospechoso si se da una contradicción entre lo que se supone que ocurre (que te interesa) y lo que ocurre realmente (que no te interesa en absoluto porque no le haces ni caso cuando te habla). Si no te interesa de verdad sé honesto y no disfraces de galantería tus ganas de “acostarte con él y punto”. Ve al grano, igual él tampoco te ve como algo más que un polvete y no necesitáis andar enredando.

Vaya por delante que, cuando hablo de comunicación, no me estoy refiriendo a esas técnicas huecas que pululan por ahí y que se dedican a entrenar en habilidades de escucha activa sin llegar a la profundidad del asunto cuando hay un conflicto. Cuando digo comunicación en este artículo me estoy refiriendo al hecho de abrirse al otro para poder conocerse y comenzar a construir una posible relación. No digo “charlar” digo “abrir caminos, derruir murallas”.

El primer error que debes eliminar de tu cortejo es el de mostrar solamente tu parte buena. No hay nada más sospechoso que un hombre sin defectos. Si él es un hombre con sentido común sabrá que todos tenemos luces y sombras, seguramente hasta habrá asumido las suyas y esperará conocer las tuyas para poder hacer lo mismo. Si te empeñas en aparentar ser perfecto por aquello de cortejarle, puede que te quedes a dos velas porque él prefiera a alguien más seguro de sí mismo. También te puedes encontrar con el caso opuesto: que él espere encontrarse con un “príncipe azul inmaculado”. En es caso, ¡sal corriendo ahora mismo, este hombre vive en otro planeta!

Sé asertivo. La asertividad es un estilo de comunicación (defender la posición propia sin agredir al otro ni dejarse avasallar por él) así que, si de comunicar se trata, comunica bien. Te propongo una metáfora: eres su anfitrión y él llega a tu casa. Le abres tus puertas, le permites entrar a cada habitación, comentáis la decoración, le sirves los vinos de tu bodega (bueno, de la despensa), le permites que se sirva de la nevera, que use tu bañera, le dejas sentirse como en su propia casa. Si él es un buen huésped cuidará de tu casa como de la suya y hasta te ayudará a limpiar y cocinar. Pero si él es un aprovechado o se dedica a deteriorar tu casa rompiendo tus muebles, tú no tendrás reparo en echarlo a patadas si es necesario. Pues eso, en el cortejo uno abre su mundo interior al otro y le permite conocerlo hasta el mínimo detalle. Uno da por hecho que ha sabido elegir bien a quién entrega las llaves de su alma pero si uno se ha equivocado, le muestra al otro el camino fuera de su vida. Y punto.

Publicidad

 

4. Y sobre tu físico…

Este tema siempre genera controversias aunque –personalmente- no las entiendo. Cuando uno sale a ligar (no hablemos,  cuando pretende cortejar a otro) siempre quiere presentar una buena imagen. Esto no es exclusivo de los gais,  ni tampoco de mujeres heterosexuales ni es una imposición “del patriarcado”. ¿Has ido a un baile de jubilados? Pues acércate a uno y comprenderás muchas cosas especialmente cuando te cruces con uno de esos señores de 70 años vestidos con traje de rayas y corbata estampadas (y tufando a Varón Dandy) ¡él piensa que así está atractivo y lo potencia!

Todos pretendemos mostrar un físico atrayente y no encuentro nada malo en algo que llevamos en nuestro ADN (los pavos reales y sus colas, los leones exhibiendo melena…). Otra cosa es que te obsesiones con que no cumples unos cánones estéticos que son bastante irreales. Aquí no estamos hablando de un problema severo como una anorexia u ortorexia, aquí estamos hablando de cosas mucho menos importantes. Todos tenemos nuestro atractivo y todos los gais tenemos nuestro público. Si quieres trabajarte el cuerpo en el gimnasio porque no te gustan los michelines, adelante. Si prefieres cuidar más tu estilo vistiendo porque te gusta verte con ropa bonita, adelante. Si quieres acudir a un profesional para que te asesore en temas de imagen, adelante. Fíjate que siempre he hecho referencia a gustarte tú a ti mismo y que tú seas el primero en mirarte al espejo y gustarte. Mi amigo Antonio Garrido[1] siempre me dice: “lo importante es que la persona se vea bien a sí misma y –para eso- lo mejor es que el mensaje que transmite con su imagen sea el mensaje que quiere transmitir con su personalidad”. Creo que ahí está el quid de la cuestión: que tu imagen transmita quién eres tú realmente, no que te conviertas en una caricatura de Brad Pitt. Hay que ser uno mismo hasta en el corte de pelo.

Publicidad

Y todo esto sin hablar de que en nuestra comunidad todos tenemos nuestro público. Hay gais a los que sólo les gustan los hombres de más de 120 kilos de peso. Hay a quien le gustan sólo los hombres de más de 60 años, a quien le gustan delgadísimos, a quien le gustan calvos o rapados. Y, los que más demanda tienen, son los hombres con sentido del humor.

 

III. En resumen.

Cortejar supone poner todo tu empeño en mostrarle a ese otro hombre lo orgulloso que puede sentirse de ti. Supone hacerle ver lo mucho que le excitas, lo mucho que disfruta del tiempo que pasa a tu lado. Cortejar supone hacerle ver que estás deseando conocerle mucho mejor.

A partir de aquí surge el noviazgo, donde dos hombres exploran sus características para evaluar si funcionarían juntos. En este sentido es bueno recordar que no existen estándares de hombre ideales, sino compatibilidades entre dos novios: lo que con unos funciona, con otros es un desastre. Recuerda que las personas no nos definimos por listados de características sino por dónde nos situamos entre dos puntos  y en esos puntos medios es donde debemos buscar nuestra compatibilidad. ¿Él es un urbanita al que le gusta salir al campo los fines de semana? ¿Le gusta el sexo muy cañero y a la vez es un romántico que baila boleros? Todos tenemos este tipo de paradojas porque nadie está en el extremo de nada. Entre dos polos opuestos, la mayoría de nosotros nos movemos en algún punto intermedio. ¿Su punto intermedio es similar al tuyo? ¿Son compatibles? En la vida nunca se trata de elegir entre mar y montaña, sino de decidir cuántas veces vamos al mar y cuántas a la montaña. No es que seamos contradictorios, es que -en el ser humano- no existen los extremos (bueno sí, pero son patológicos).

Conocerse supone dedicación. A menudo pensamos que perderemos el tiempo, ¡todo lo contrario!: Algunos estudios demuestran que son suficientes 15 minutos para que seamos capaces de evaluar si un hombre nos interesa. Conoce hombres, queda con ellos y repite con los que han captado tu interés, muéstrales el tuyo y no te conformes con una relación de cortejo desequilibrada. El amor es asertivo ¿tú lo eres? Pues muestra al mundo la clase de galán que llevas dentro y corteja al hombre de tus sueños (aunque haya varios hombres de tus sueños a lo largo de tu vida).

Publicidad

El cortejo entre dos gais es precioso, es la seducción entre dos seductores que desean seducir y ser seducidos. Es algo realmente intenso y vibrante, emocionante. De fuegos artificiales. No te conformes con menos.

Supermán te pondría el mundo a tus pies. A veces no cortejamos a alguien porque algo muy en el fondo de nosotros mismos nos dice que no tenemos mundo alguno que poner a los pies de nadie, que nuestra vida tampoco es tan interesante. No te equivoques: no compares tu vida con la de ningún otro. Quizá el mundo que él quiera bajo sus pies sea una ventana al patio de luces bajo la que sentaros a beber tu té de especias o esos viajes de fábula que tú rebuscas en esas webs que casi ninguno conoce. O sentir que nadie en todo el planeta le hace reír como lo haces tú… ¿volar? ¿Quién quiere volar pudiendo vivir a tu lado?

 

 

Para saber más:

Clubes de solteros gais: www.singlesgay.es

Downs, A. (2005). “The Velvet Rage”. Perseus Books. Cambridge

Garrido, A. (2011). Anécdotas de peluqueros. Libros Cúpula. Barcelona.

Gottman, J. & Silver. N. (2000). Siete reglas de oro para vivir en pareja. Barcelona. Mondadori.

Fisher, H. (2004). Por qué amamos, naturaleza y química del amor romántico. Buenos Aires. Taurus.

Fisher, H. (2007). Anatomía del amor. Madrid. Anagrama.


[1] Antonio sabe una enormidad sobre imagen ¡y counselling! Ha escrito un libro sobre anécdotas de peluquería que merece la pena leer, ¡nunca me había reído tanto como con la “ladrona de visones”!

 

Autor: Gabriel J. Martín, psicólogo de la Coordinadora Gai-Lesbiana y de Gais Positius. Ilustraciones, Albert Boté.

Post relacionados: