Te romperé los esquemas

 Te romperé los esquemas
Comparte este contenido rápidamente en:

¿por qué no ligo con las apps? pues no sé, porque eres guapo, estás bueno… ¡no sé! algo podría estar fallando, ¿me dejas ver tu bender?”. mi paciente sacó su iphone y me enseño su perfil… ahí fue cuando lo comprendí todo…

 

Estuvimos un rato hablando acerca de sus esquemas mentales: Si escribes cosas como “estoy cansado de hombres que van de inteligentes y luego nada”, lo que transmites es que –hasta ahora- sólo se te han acercado tontos que querían aparentar no serlo… lo cual significa, por conclusión, que tú sólo atraes a tontos… así que los demás pensarán que por algo será. Creo que estás vendiendo muy mal tu producto. Además, quedas muy quejica y das la sensación de que, durante la cita, estarás juzgando al hombre con el que quedes. Tú pensabas que estarías lanzando la caña a hombres inteligentes y lo que estás logrando es que éstos huyan de ti”.

Luego le expliqué que, en su aviso a navegantes, subyacía la convicción de que solamente se le acercarían bobos y que eso era todavía más triste porque indicaba que, en algún lugar de su mente, se escondía la creencia de que él no podría jamás interesar a hombres inteligentes. Así que, a partir de ese descubrimiento, nos dedicamos a analizar sus esquemas mentales… ¡por la cuenta que le traía!

Publicidad

Te romperé los esquemas

LA ESTRUCTURA DE NUESTRO PENSAMIENTO

El ser humano no es el único que adquiere conocimientos y los comparte con sus congéneres. Algunos macacos son capaces de aprender, por ejemplo, que si lavan en el mar la tierra que los recubre, los tubérculos son mucho más sabrosos. Además, son capaces de transmitir estos conocimientos a sus compañeros de manada. Algo parecido ocurre con otras especies intelectualmente desarrolladas, como los delfines, pero somos nosotros, los seres humanos, quienes gracias a una dieta rica en proteínas hemos acabado desarrollando unos cerebros capaces de retener, organizar y gestionar, cantidades ingentes de conocimientos que -también- podemos compartir con otros humanos a través de las diferentes modalidades del lenguaje.

Este conocimiento es la información que almacenamos acerca del mundo, de los demás y de nosotros mismos. Este conocimiento está “almacenado” de una forma sistemática y ordenada porque, de lo contrario, serían imposible de recuperar, con la facilidad con la que los evocamos, recuerdos o datos cualesquiera. Aún no sabemos total y exactamente cómo, pero parece que todo lo que conocemos se almacena a través de complejas redes de representaciones mentales dispuestas en varios formatos (lingüístico, analógico, numérico, etc.). Estas redes, estos conjuntos de datos relacionados entre sí, tienen una enorme importancia en el trabajo de un psicólogo porque nos permiten acceder a lo que podríamos llamar, empleando la metáfora de la computadora: el software con el que funcionamos. Los ordenadores están creados a imagen y semejanza de nuestros cerebros, de hecho, a menudo comento con pacientes y amigos que los psiquiatras se encargan más de los problemas con el hardware (“se te ha fundido la placa madre porque has dejado de producir serotonina”) y los psicólogos trabajamos en la “actualización del software”, la “eliminación de virus”, la “instalación de programas más rápidos y mejores”, etc. Los psicólogos, como expertos en el comportamiento humano y sus causas, deberíamos ser capaces de detectar dónde falla la “programación” de una persona que acude a nuestra consulta y ayudarle a solventar los problemas que ello le ocasiona.

Publicidad

Hay quienes, cuando hablas de programación, enseguida se ponen de los nervios y evocan las novelas “Un mundo feliz” de Huxley o “1984” de Orwell. Casi de inmediato, se enervan con sus creencias apocalípticas y de control mental. Bueno, quien quiera vivir con su paranoia está en su derecho, pero lo cierto es que cualquier ser humano está programado. Todos manejamos una serie de guiones de comportamiento que nos permiten saber cómo desenvolvernos en las situaciones ante las que nos encontramos. Por más que “programación” haya sido un término empleado en la literatura apocalíptica, tener un programa mental sobre cómo comprar el pan no tiene nada de aterrador (“guión de comprar pan = entrar panadería – guardar cola – llegar al mostrador – pedir el pan – pagar el pan – abandonar panadería”), el ser humano funciona así y no es que nos estén convirtiendo en robots sino que, a medida que conocemos mejor cómo funciona nuestro cerebro, estamos siendo capaces de emplear ese conocimiento en aplicaciones tecnológicas como el desarrollo de la informática o la robótica y no al revés como afirman los apocalípticos. De hecho, el temor apocalíptico es otro guión mental más: “¡todo lo que ocurre es culpa de un poder malvado que nos lleva a la destrucción!”.

A estas alturas, si eres lector habitual mío, seguro que estarás pensando “ahora Gabriel nos hablará acerca de cómo los hombres gais hemos interiorizado una serie de esquemas y guiones que hacen que tengamos tendencia a comportarnos de una manera determinada o a valorar lo que nos ocurre de una forma distorsionada y tal”. ¡Premio, chico listo! Exactamente de eso es de lo que vamos a hablar hoy: de cómo la información que hemos interiorizado sobre la homosexualidad, afecta al modo en que los gais vivimos.

Te romperé los esquemas

UN EJEMPLO QUE TODOS ENTIENDEN

Hablar de contenidos especialmente técnicos me obliga a emplear analogías que sirvan para enmarcar las nuevas informaciones. Un ejemplo que suelo utilizar es el de las mujeres victimizadas que, a menudo, vivieron su infancia en hogares donde presenciaron malos tratos. Uso un ejemplo que, espero, nadie considere una aseveración universal y aplicable a todas las mujeres que han sufrido maltrato: es sólo un ejemplo y sólo tiene valor aproximativo (gracias). Muchas de estas mujeres han vivido en hogares donde el padre maltrataba a la madre. Desde pequeñas han visto que el padre, a veces, llegaba bebido a casa y se comportaba de forma agresiva e insultante con su madre. Muchas de ellas incluso han oído, en boca de sus madres, razonamientos justificadores del tipo de “él no es malo, es que la bebida lo pone así” que exculpan al padre. A veces las madres, en la obligación de que “sus hijos no tengan un mal concepto de su padre”, terminaban criando hijos con una distorsión horrible sobre el modo adecuado en que las personas han de relacionarse. Una niña que ha crecido en un ambiente así, cuando se hace adulta y pasa por su vida un hombre que, cuando bebe, se pone excesivamente celoso o agresivo y que, incluso llega a insultarla, en lugar de abandonarlo y no volver a acercársele jamás, lo admite perdonándolo una vez… y otra y otra. Al fin y al cabo, para ella, “él no es malo, la culpa es del alcohol”: ha interiorizado un esquema mental donde el concepto “pareja” incluye ideas como “maltrato” o “perdonarlo todo”, desarrolla razonamientos justificatorios que incorporan explicaciones como “en realidad no puedes fiarte de ningún hombre porque ninguno es verdaderamente bueno” y hasta sospecha de los que parecen tener buenas intenciones.

Publicidad

¿Y eso qué tiene que ver contigo? Bueno, ¿qué mundo has ido creando en tu mente? ¿Cuántas justificaciones has ido interiorizando? ¿Cuántas veces has oído a otro gay decir cosas como “los que van de fieles son los peores” o “es imposible que un hombre te sea fiel, lo mejor es tener pareja abierta desde el principio”? De la misma forma que se da por hecho que es imposible la exclusividad sexual entre parejas gais… ¿no se da por hecho que serán falsas otras cosas como, por ejemplo “que el amor exista” o “poder hablar de tu sexualidad con la familia” o “que un gay visible acceda a un puesto de responsabilidad en su empresa”? El problema con los esquemas mentales distorsionados es que están almacenados sin que seamos conscientes de ello y, solamente a través de su efecto sobre nuestro comportamiento, podemos inferir su presencia. ¿No has oído a alguien decir eso de “en el fondo creo que me autosaboteo”? Pues tiene que ver con estar, implícitamente, convencido de que nunca triunfarás, nunca podrás expresarte libremente, nunca podrás sentirse amado…

TENEMOS QUE ACTUALIZAR NUESTRO SOFTWARE

Irónicamente, el mayor problema de muchos esquemas relacionados con la homosexualidad es que ¡afortunadamente! se están quedando obsoletos. Somos la primera generación de hombres gais que pueden vivir su homosexualidad abiertamente pero, paradójicamente, tenemos almacenados esquemas mentales que no se corresponden con la realidad presente sino con épocas y contextos donde estabas obligado a ocultarte. Y, claro, si vives con un esquema mental donde el concepto “homosexual” va ligado a “sufrimiento” “ocultación” y “rechazo”, difícilmente te atreverás a, por ejemplo, plantearte ascensos profesionales compatibles con tu salida del armario.
¿Por qué? Pues debido al modo en que estos esquemas mentales operan. Los esquemas mentales tienen la capacidad de distorsionarte el razonamiento sesgándolo hacia, por ejemplo, pensamientos del tipo “todo o nada” y demás atajos lógicos que te portarán a conclusiones erróneas. También crearán un sesgo en tu atención de manera que atenderás preferentemente a aquellos ejemplos que confirman tus esquemas (y creencias) antiguos, desechando aquellos ejemplos que están en su contra. Por ejemplo, sostendrás argumentos como “bueno… pero eso de la visibilidad sólo es posible en empresas grandes, la mayoría de empresas pequeñas son muy homófobas y no puedes decir que eres gay”. Vale, de acuerdo. Si tú lo dices, allá tú. Si quieres seguir justificándote, tienes todo el derecho del mundo. Pero no esperes que yo te dé la razón por que no la llevas. Simplemente, seleccionas “inconscientemente” los datos que convienen a tu “pre-juicio” (o esquema distorsionado) y eso, en psicoterapia, se llama “abstracción selectiva”. El problema con los esquemas distorsionados (y con la abstracción selectiva) es que estás tan convencido de su veracidad que nunca le concederás el beneficio de la duda a explicaciones alternativas y, por tanto, nunca podrás permitirte comprobar que estabas equivocado. De hecho, te sentirás más seguro sospechando que tienes motivos para seguir creyéndote amenazado. En consulta me dedico a detectar este tipo de creencias irracionales que se encuentran almacenadas en el entramado mental de mis pacientes y les animo a que realicen diferentes tipos de actividades que les permitan desconfirmar, refutar y eliminar todas esas creencias distorsionadas que les dificultan tener una vida feliz. Al fin y al cabo, ésa es la clave para distinguir un esquema distorsionado de uno que no lo está: su correspondencia con la realidad objetiva presente. Ya no estás en la escuela, ya no estás en el barrio, ya no estás en el pueblo. Tu cuerpo salió hace tiempo de allí, pero tu mente no. El poeta homosexual Kavafis tiene un poema titulado “Ciudad” que habla de este asunto tan gay como es el de cargar con el peso de nuestras experiencias pasadas. Su poema termina afirmando: “…nuevas tierras no hallarás, no hallarás otros mares./ La ciudad te seguirá. Vagarás/ por las mismas calles. Y en los mismos barrios te harás viejo/ y en estas mismas casas encanecerás./ Siempre llegarás a esta ciudad. Para otro lugar -no esperes-/ no hay barco para ti, no hay camino./ Así como tu vida la arruinaste aquí/ en este rincón pequeño, en toda tierra la destruiste”. Si no te libras de tus esquemas obsoletos, tu vida parecerá no cambiar jamás, como si estuvieses viviendo una maldición.

Publicidad

A LA RUBIA LA MATAN, AL MARICÓN LO RECHAZAN

Hay un ejemplo que me encanta y que uso casi a diario en consulta. A muchos de mis pacientes les digo: “esto es una peli estadounidense de terror, un grupo de adolescentes se queda encerrado en la casa donde han sucedido muertes inexplicables. De repente, la rubia tonta se queda sola, se oye un ruido y ella empieza a preguntar en voz alta “-John, ¿eres tú?”… ¿qué va a suceder?”. Todos mis pacientes me contestan “que va a aparecer el asesino y se la va a cargar”. ¡Bingo! Tenemos interiorizadísimo el guión y eso nos permite “saber a qué atenernos” porque podremos predecir qué ocurrirá. Precisamente, así es como tenemos interiorizados los guiones mentales. Un guión mental es un tipo especial de esquema, de hecho es un esquema situacional. Nos permite anticipar qué va a suceder en determinadas situaciones. Una vez haya acontecido un hecho dado (o “precedente” en la terminología psicológica), los guiones nos permiten prever los sucesos que vendrán a continuación (o “consecuentes”). De hecho, cuando los acontecimientos no siguen el guión que tenemos interiorizado, nos sentimos extrañados. Imagina que, en relación al guión sobre comprar el pan que antes mencioné, ahora entras en la panadería y el dependiente te dice “son dos con cincuenta”…“¿cómo?, (te preguntarás) ¿es que ahora cobran entrada en la panadería?” No te cuadra que te den el precio antes de que hayas elegido el tipo de pan que quieres. No tiene sentido ¡no responde al guión! Pero, ¿qué sucede con los guiones distorsionados? Pues que lo que esperas que ocurra es algo disfuncional. Como la chica maltratada da por sentado que su relación de pareja incluirá insultos, ¿cuántas cosas negativas das por sentado tú que sucederán? ¿Cuántos guiones distorsionados almacenas? El de “si no me llama en dos días, eso significa que no le intereso” el de “si digo que soy gay, en el trabajo, van a cuchichear sobre mí cuando yo no esté” o el de “si hablo de mi novio, mi padre no soportará la incomodidad que le voy a crear”. Das por hecho que determinados antecedentes irán seguidos de unos consecuentes destructivos ¡pero no de otros constructivos!

Publicidad

Siguiendo la nomenclatura de Young et al (2003) para clasificarlos, los gais solemos mantener, de manera más frecuente, dos tipologías de esquemas y guiones mentales: esquemas/guiones relacionados con el rechazo y esquemas/guiones relacionados con la sobrevigilancia. Los primeros tienen que ver con el miedo al abandono, la sensación de inestabilidad, la creencia de ser imperfecto, la emoción de vergüenza o con el aislamiento social. Los esquemas de sobrevigilancia tienen que ver con el pesimismo, la hipercrítica, el castigo o la inhibición emocional… ¿te suenan? La mayoría de las veces, el modo de afrontarlos es bien mediante la “rendición” al esquema (por ejemplo, la filtración selectiva de aquellos datos que lo confirman y descartando los que los demienten de manera que le das la razón a ese esquema distorsionado), la “evitación” (con tu cabeza puesta en, por ejemplo, ver cuántos tíos te follas hoy) o mediante la “compensación” (por eso hay tanto gay superhipermegaglamuroso, entendido en vinos y conocedor máximo de la filmografía de Bergman: para compensar que no es más que un maricón de mierda… qué triste, qué duro pero – lamentablemente- qué habitual).

Te romperé los esquemas

TE ROMPERÉ LOS ESQUEMAS

Ya te imaginas cuál es mi función durante la terapia cuando llegamos al nivel de esquemas: detectar los esquemas tempranos que has incorporado y hacerte consciente de ellos. Tras eso te plantearé modos de sustituirlos por otros esquemas mentales donde la representación interna de ti mismo sea mucho más justa y objetiva. Recuerdo un caso de un chico que había desarrollado un esquema de hipervigilancia porque sufrió bullying homofóbico en el colegio. En aquellos años cada día le pegaban, le insultaban y si había que gastar una broma pesada a alguien, se la gastaban a él. Cuando se cambió al instituto se dedicó a tratar por todos los medios que nadie notase que era gay: controlaba su ropa, postura, lenguaje, la entonación de su voz. Para evitar que volvieran a acosarlo, se dedicó a tratar de controlar todas y cada una de las características que podían denotar su homosexualidad. Al final se convirtió en un hombre inseguro que siempre estaba atemorizado ante la idea de cometer cualquier equivocación. El esquema subyacente daba por sentado (1) que ser homosexual era algo risible, (2) que la única forma de evitar el acoso era reprimiendo las “muestras de homosexualidad” y (3) que, para ser querido, debía mostrar únicamente cualidades dignas de elogio: ¡debía ser perfecto! Durante su terapia tuvo que reconocer que se sentía permanentemente insatisfecho consigo mismo porque se había trazado un objetivo irreal: no podía ser perfecto ¡porque nadie en este mundo lo es! Yo no vendo terapia mágica, así que no le hice creer que él era perfecto tal cual era, sino que insistí en que debía aprender a ser respetuoso con sus defectos (que los tenía, pero menos de los que él pensaba ¡y muchas más virtudes!). El trabajo con él estuvo relacionado primero con dejar de considerar la homosexualidad como un defecto y, segundo, con desvincular homosexualidad de agresión. Trabajamos para que se diese cuenta de que su software estaba desactualizado y que, afortunadamente, ya no le servía para vivir en el siglo XXI. También trabajamos para enlazar homosexualidad con características positivas (revisando las obras de personajes históricos homosexuales que realizaron importantes aportaciones a nuestra civilización) pero, fundamentalmente, con realizar toda una batería de experimentos conductuales que contradijesen sus falsas creencias. Experimentos que le demostraron que el hecho de expresar su homosexualidad no conllevaba una reacción negativa por parte de los demás. Experimentos como mencionar las palabras “mi novio” durante un corrillo en el trabajo o el ir en metro leyendo una revista de temática gay (y darse cuenta de que podía leer tranquilo porque todo el mundo pasaba olímpicamente de él). Al final, su ansiedad se redujo, empezó a sentirse más cómodo ante la idea de “cagarla” de vez en cuando y, sobre todo, empezó a sentirse a gusto ante la idea de que todo el mundo supiera que él es gay. El esquema “gay equivale a agresión porque es algo deshonroso” estaba por fin roto.

Publicidad

Cariño, de eso se trata: de que rompas tus esquemas y de que te des cuenta de que, año tras año, cuando aún eras tan pequeño que ni siquiera tenías la capacidad para poder refutar los prejuicios de los demás ni la fortaleza emocional (resiliencia) necesaria para soportar el acoso de medio colegio, en tu mente se construyó una representación del mundo y de los demás que aún hoy, aunque tú no seas consciente de ello, perdura y controla tu vida. La controla haciéndote temer lo peor, la controla manteniéndote siempre excesivamente alerta, la controla haciéndote sentir permanentemente insatisfecho.

Y NO TE SIENTAS GILIPOLLAS

Estás harto de gurúes que te lanzan mensajes tan de perogrullo y tan generales que no te sirven de nada. Sí, es muy bonito eso de “eres tan único e irrepetible como un copo de nieve, deberías sentirte orgulloso de ello” pero, al margen de la belleza poética de la metáfora, ¿realmente una obviedad nos ayuda a cambiar nada? ¿Una obviedad cambia decenas de años de distorsiones sobre nuestro autoconcepto? ¿Verdad que no? Me llegan muchos hombres gais a la consulta con un discurso similar: “yo sé que no tengo que pensar así, que debería tener un mejor concepto de mí mismo, pero es que no puedo y me siento gilipollas por no ser capaz de poder”. Es que, si fuera tan fácil, ni siquiera los gurúes de lo obvio sería necesarios. Cambiar las representaciones mentales de nosotros mismos que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra biografía, conlleva un proceso que requiere conocer cómo funciona nuestro sistema cognitivo ¡que no siempre funciona de manera intuitiva y obvia! así que no te sientas mal contigo mismo por no ser capaz de hacerlo tú solo. Además, piensa que el trabajo “interior” necesita de una objetividad de la que, muy a menudo, todos carecemos. Así que es bueno poder realizar este trayecto acompañado por alguien objetivo que haga de cómplice. Y mucho mejor aún si tu terapeuta-compinche sabe cómo formatearte el disco duro, eliminar tus programas obsoletos, actualizarte el software e incrementarte la velocidad del sistema aligerándote el peso de las emociones que antes te atormentaban, y sustituyéndolas por un poco de sentido del humor y una filosofía de vida constructiva. Ya sabes, conócete a ti mismo… y quiérete mucho, maricón.

Publicidad

Gabriel J. Martín, psicólogo. Especialista en psicología del hombre gay – www.gabrieljmartin.com / elblogdegabrieljmartin.blogspot.com.es

 

Post relacionados: