Vídeos de sexo casero: Nuestro Hollywood particular

 Vídeos de sexo casero: Nuestro Hollywood particular
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Cada vez más gente se graba en vídeo haciendo el amor. Para millones de personas en el mundo el lugar ideal para usar su cámara de video comienza a ser el dormitorio. Se empieza tonteando y haciéndolo para “ver” como quedas tirándote a tu pareja (o amante, o rollete, o…). Como que esto de la tele da corte, primero se empieza jugueteando un poco y mirando la cámara de refilón como si Hugo Silva estuviera controlando la cámara. Tras unas sesiones, ya te olvidas de la cámara, pero tienes esta sensación de pequeño actor de Hollywood y se te van ocurriendo diversas “técnicas” sexuales que hasta ahora no habías practicado, rol amo-esclavo, la penetración “forzada” (de hecho es la más deseada) o alguna que otra “perrería inocente” que suele animar una sesión de sexo.

Pensar que luego eso lo verás en tu televisor te excita cada vez más, hasta el punto que un día se te ocurre que esas pequeñas películas porno que te has montado serían un desperdicio si las pudieras ver tú solo, ¿y por qué no compartir eso? Si ya te pone cachondo grabarlo, te excita verlo, ¿qué sería casi parecido a un orgasmo sin serlo, que permitir que gente que no te conoce te vea actuar en vivo en tu cama? Internet es la repuesta.

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Los hay que para saciar su sed y con una pequeña dosis de visión de negocios, no esperan a grabar el video para luego editarlo y volcarlo a internet, directamente, con una webcam enchufada a su ordenador, emiten en directo sus sesiones, no importa si se oye un “corten” o un “repetimos toma”, aquí lo excitante es hacer sexo por sexo y demostrar lo que uno es capaz en unos minutos, eso sí, cobrando unos euros por el espectáculo. En estos menesteres, al contrario que en las grandes producciones de Hollywood, hay que ser amateur y si no se es (tras varios meses haciendo lo mismo, uno pasa a ser profesional de la pornografía casera), hay que aparentarlo, así a uno se le sube el caché y como no, el ego.

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No sólo anónimos practican la pornografía casera, Pamela Anderson y su entonces esposo Tommy Lee, recaudó 85 millones de dólares cuando su vídeo fue distribuido por internet, pese a los desesperados intentos de la pareja por impedir su circulación. Varias celebridades más, incluida Jennifer López, acudieron a los tribunales para eliminar un material semejante.

El último video que circula por la red es el del actor Cheyenne Jackson (profesor en la serie musical Glee). En el vídeo se masturba incisivamente, mostrando un inmenso miembro, tras mil y un gemido, y culminar el ejercicio la cámara da la vuelta y Cheyenne enseña su rostro y dedica unas palabras al que había de ser el destinatario original de dicho vídeo, supuestamente su nuevo y joven novio: «claramente necesitaba que mi novio estuviera aquí conmigo». Si bien la humillación de los expuestos de este modo no es menor, últimamente parece ser que la sociedad ha ampliado los parámetros de lo que considera una experimentación sexual consensuada y aceptable.

A medida que la tecnología necesaria se vuelve más accesible, ¿la grabación privada de los encuentros sexuales se ha convertido en el equivalente del espejo en el techo? Es fácil conseguir una cámara de alta definición, grabar lo que sea y difundirlo en la red. Hoy es algo masivo. Webs como Xtube,GayTube,Tube8, Xhamster así lo demuestran.

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El crecimiento de los vídeos caseros de sexo evidencia una rebelión contra las imágenes poco realistas y las asociaciones cutres de la pornografía habitual. La gente está harta del aspecto tradicional de las estrellas pornográficas: grandes músculos, enormes miembros interminablemente erectos o culos que lo admiten todo…todo. Los jóvenes de entre 18 y veintipico tienen muchas otras imágenes cotidianas que quieren ver representadas.

Existe una creciente “generación porno” formada por individuos jóvenes, conocedores de la tecnología y con interés por explorar lo sexual. Ahora las personas son lo bastante sofisticadas como para saber exactamente qué quieren, y si no pueden encontrarlo lo hacen ellas mismas.

La pornografía contemporánea más popular es deliberadamente amateur y naturalista. Es mucho más íntima. Uno ve una vulnerabilidad que no aparece en las películas profesionales, y también es muy barata, un claro ejemplo de la vida misma en toda su amplitud.

 

 

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