Los placeres de la trufa

 Los placeres de la trufa
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De los hongos más peculiares y reconocidos en la alta gastronomía, la trufa es, sin duda, el rey de todos ellos. Este hongo se caracteriza por su aroma agradable y su buen sabor.

Su aspecto es similar a una tubérculo o patata y algo redondeado pero de forma más bien irregular. De color externo oscuro, mientras que su interior es blanquecino o grisáceo. De la treintena de variedades de trufas reconocidas, no todas son comestibles. Entre las más conocidas se encuentra la trufa de verano (Tuber aestivum), de sabor similar a la nuez. La trufa negra (Tuber melanosporum), por su parte, se caracteriza por un sabor que combina notas amargas y picantes.

Algunas trufas son verdaderas joyas dentro de la gastronomía. El diamante de Alba, la trufa blanca de Italia (Tuber magnatum), se trata de la especie más apreciada por su valor gastronómico y económico. Alba es un pueblo en Piamonte en la provincia de Cuneo, conocido por ser el lugar donde se organiza la más antigua Feria de la Trufa Blanca y que se celebra entre octubre y noviembre. Esta trufa se considera más preciosa que el diamante por el coste que puede alcanzar, por ejemplo, puede alcanzar un precio de hasta 6.000 euros por kilogramo, lo que la convierte en un manjar poco accesible.

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Propiedades de la trufa

A menudo se habla de la abundancia de vitaminas y minerales presentes en la trufa, un hongo que posee propiedades medicinales y alimentarias muy atractivas. Se trata de un alimento muy ligero, con un contenido moderado de hidratos de carbono y grasas, pero generoso de agua.

Entre los minerales que se encuentran en la trufa podemos mencionar el fósforo, el selenio y el potasio, tres de los que ocupan un mayor porcentaje de su composición, pero también posee azufre, calcio, magnesio, hierro y manganeso, aunque en menor proporción. Así como todas las setas, la trufa es rica en vitaminas pertenecientes al grupo B, principalmente niacina y riboflabina. El potasio es especialmente beneficioso para mantener el equilibrio de los líquidos de nuestro cuerpo, reduciendo considerablemente su retención. El fósforo, por su parte, es imprescindible para la formación de las piezas dentales y los huesos, además de ayudar a combatir el estrés y mejorar el rendimiento en actividades tales como el estudio, que requieren de un alto grado de concentración y razonamiento.

Durante todo el año se pueden conseguir envasadas, congeladas o desecadas. Nosotros recomendamos siempre su consumo en fresco que es la mejor forma de apreciar sus aromas, por ello te proponemos como ejemplo que pruebes unas rebanadas de pan con aceite trufado. Corta el pan en rebanadas y tuéstalas y úntalas con el aceite trufado y laminas la trufa por encima, pon sal a tu gusto. Prácticamente cualquier plato es susceptible de complementarlo con trufa, laminada o rayada, consiguiendo con su aroma realzar los sabores. ¿Te animas a probarla?

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