El café, origen y como prepararlo

 El café, origen y como prepararlo
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ORIGINARIO DE ETIOPIA, SE HA CONVERTIDO EN EL COLOFÓN IMPRESCINDIBLE PARA CUALQUIER COMIDA O BANQUETE, ADEMÁS DEL ELEMENTO PRINCIPAL DE NUESTROS DESAYUNOS Y MERIENDAS. NOS REUNIMOS PARA TOMAR CAFÉ, LEEMOS FRENTE UN CAFÉ Y CUANDO NO SABEMOS QUE PEDIR, ARTICULAMOS, CASI INSTINTIVAMENTE, LA PALABRA CAFÉ. PARECE UNA BEBIDA SENCILLA DE PREPARAR, PERO LOS ENTENDIDOS OPINAN QUE UN BUEN CAFÉ HA DE CUMPLIR LOS SIGUIENTES REQUISITOS, RELACIONADOS CON LAS LETRAS QUE FORMAN SU NOMBRE: C DE CALIENTE, A DE AMARGO, F DE FUERTE Y E DE ESPESO.

Dice la leyenda, que estando el profeta Mahoma enfermo, volvió a recuperar la salud y la potencia viril gracias a una bebida tan negra como la Kaaba que reposa en La Meca y que le ofreció el Arcángel Gabriel. Tal vez por ello, muchos creen que el café proviene de la Península Arábiga. De hecho, la variedad conocida como Arábica, se da, de manera silvestre en las altiplanicies de Abisinia, lugar donde se empezó a consumir tan popular bebida. De allí pasó a Arabia y a la India y fueron los mismos árabes, que lo introdujeron en sus rutas comerciales, trayéndolo a occidente. Cuentan que estos, los primeros que descubrieron las virtudes del café y sus posibilidades económicas, lo cultivaban y tostaban de manera secreta, importándolo molido, pero sin que llegara a occidente grano alguno de café. Años después, los holandeses se convirtieron en sus grandes propagadores, debido a sus grandes explotaciones cafeteras en Indonesia y Ceilán. Desde allí, lo aclimataron a los jardines botánicos de Ámsterdam, Paris y Londres y desde donde pasó a plantarse en la Guayana Holandesa, extendiéndose por Brasil y toda Centroamérica. En 1645, el comerciante Veneciano Pietro Della Valle, lo introdujo en Italia y en 1650, Daniel Edwars hizo lo propio en Inglaterra.

El café dispone de diferentes variedades, siendo las más conocidas el antes mencionado Arábica, procedente de Etiopía, El Robusta, del Zaire y el Libérica de inferior calidad. El jamaicano Blue Mountain es considerado por muchos el mejor café del mundo, por su sabor ligeramente ácido y delicioso aroma afrutado, claro que también es el más costoso. El café es para muchos, un estimulante común sin el que no pueden empezar el día, ya que contiene cafeína, un compuesto alcaloide que actúa como estimulante entre los humanos.

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PREPARAR UN BUEN CAFÉ

El mejor café resulta el recién tostado, ya que con el paso del tiempo, pierde parte de sus propiedades y aroma. El tostador es un verdadero artesano y en este procedimiento, se verá su granito de arena, a la hora de apreciar la calidad del producto. El embasado al vacío suele ralentizar la perdida de calidad, aunque una vez abierto, es recomendable guardarlo en algún recipiente hermético, incluso en el frigorífico. También es importante molerlo en al momento de su preparación, preferentemente con un molinillo de muelas y no de aspas. De esta manera, aroma y sabor se conservarán hasta el último momento. Muchos establecimientos sirven una mezcla de café torrefacto y natural, lo que intensifica el sabor amargo, sin necesidad de disponer de un café de calidad excelente, aunque muchos de los entendidos prefieren el tueste natural, que no enmascara el verdadero sabor de el café utilizado.

Aunque en tiempos pasados, el café se preparaba en puchero, existen tres tipos de cafetera: la de filtro o goteo, donde el agua cae lentamente, por gravedad; la exprés, donde una bomba expulsa el agua a presión y la italiana, que se usa directamente sobre el fuego o la encimera y cuyo proceso está entre las dos. En buenas condiciones, la exprés es la que suele conseguir un café más denso y sabroso, siendo la de filtro la que lo hace más líquido y suave, al estilo americano. Un buen café es el que se obtiene en unos 20 segundos, a partir de unos 7 gramos de café que den entre 30 y 45 mililitros de bebida. Se recomienda servirlo a una temperatura entre 76 y 82 grados en una taza caliente de porcelana. Un buen café ha de ser corto y tomarse muy caliente, sorbiendo de manera ruidosa para que el líquido y el aire penetren en nuestra boca al mismo tiempo. De esta forma, rebota en el paladar aromatizando las papilas gustativas de la lengua. Así, nos veremos envueltos en un breve, pero intenso mundo de aroma, sabor, fragancia y cuerpo, que no se apreciará en un café demasiado largo, o tibio. ¡Y atención! Nunca, bajo ningún concepto, hay que recalentar el café.

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