Las hepatitis virales: A, B y C
Las coinfecciones con el virus de la hepatitis B (VHB) y/o el virus de la hepatitis C (VHC) comprometen cada vez más la salud de las personas con VIH. Ambos virus pueden afectar muy gravemente al hígado, en algunos casos con consecuencias fatales. Por su parte, la hepatitis A, aunque suele resolverse sin demasiadas complicaciones, puede afectar más severamente a las personas que viven con el VIH.
La hepatitis A (VHA)
Después de haber contraído la infección por hepatitis A las personas pueden enfermar por un período de tiempo generalmente no superior a diez o quince días. Por lo general, los síntomas incluyen cansancio, ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), heces de color claro, diarrea, náuseas y vómitos. Normalmente se puede esperar mejoría sin ningún tratamiento. Una vez que se ha tenido hepatitis A no es posible infectarse nuevamente.
El VHA se transmite por contacto con heces humanas infectadas. El agua y los alimentos contaminados son a menudo fuentes de infección, pero la hepatitis A se puede también transmitir muy fácilmente durante las relaciones sexuales, particularmente por contacto oro-anal (beso negro, etc.). En las personas VIH positivas, los síntomas de la hepatitis A pueden ser más severos y prolongarse por más tiempo. La mayoría de los medicamentos antirretrovirales empleados para tratar la infección por VIH (al igual que el resto de medicamentos para tratar cualquier otra condición) se procesan a través del hígado. La inflamación del hígado a causa de la infección por hepatitis A puede precisar la interrupción temporal del tratamiento antirretroviral, siempre bajo vigilancia médica.
En los últimos años, la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) ha reportado un brote importante de hepatitis A entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (HSH), localizado principalmente en locales de encuentro sexual. Existe una vacuna muy efectiva para prevenir la infección por VHA, por lo que todo el mundo, y especialmente las personas con VIH, deberían asegurarse de estar correctamente vacunadas.
La hepatitis B (VHB)
El virus de la hepatitis B (también conocido como VHB) es una infección que puede causar daños muy graves en el hígado, llegando a ser mortal en algunos casos. A largo plazo, la infección por VHB puede causar cáncer hepático. Las tasas de cáncer de hígado en personas con VIH coinfectadas con los virus de las hepatitis B y/o C son elevadas. El virus de la hepatitis B es altamente infeccioso, incluso más que el VIH. Se estima que aproximadamente un 10% de los HSH con VIH están también infectados por la hepatitis B, ya que las vías de transmisión de ambos virus son muy parecidas: riesgo muy alto en las penetraciones anales desprotegidas y considerablemente elevado en el caso del VHB a través del sexo oral.
Al igual que para la hepatitis A, la vacuna contra la hepatitis B es también muy eficaz, por lo que es conveniente estar correctamente vacunado. La vacuna contra el VHB se administra en tres dosis separadas: una primera dosis al inicio, seguida de otra dosis a los 30 días y una última seis meses después. Sin embargo, aproximadamente el 50% de las personas con VIH parecen no conseguir una inmunización suficiente con las dosis estandarizadas, por lo que es aconsejable discutir con el médico la oportunidad de utilizar dosis intensificadas.
Las personas con coinfección por VIH y VHB deben vigilar periódicamente su función hepática mediante análisis de sangre, además de realizarse pruebas médicas adicionales en caso de que su hígado presente signos de haber sido dañado. Existen tratamientos para tratar el virus de la hepatitis B, y no se considera que el VHB haga progresar más rápidamente la infección por VIH. Los medicamentos contra el VIH se pueden utilizar con seguridad y eficacia en personas coinfectadas con el VHB. No obstante, algunos de los tratamientos antirretrovirales contra el VIH pueden causar disfunciones en el hígado, por lo que deberán ser evitados o usados con precaución y estricto seguimiento médico en personas con VHB.
La hepatitis C (VHC)
La hepatitis C es un virus altamente infeccioso que se transmite a través de la sangre y el intercambio de material inyectable. En España se estima que más de 800.000 personas están infectadas con el VHC, la mayoría de las cuales contrajeron el virus mediante transfusiones de sangre en la época en que se desconocía la existencia de este patógeno. También en España, la coinfección VIH-VHC es muy común en las personas usuarias de drogas inyectables, que se infectaron con ambos virus mediante el uso compartido de jeringuillas.
A pesar de que hasta hace muy poco tiempo no se consideraba al VHC como un virus de transmisión sexual, en la actualidad la transmisión del virus de la hepatitis C a través de relaciones sexuales constituye un motivo de alarma y preocupación al constatarse cada vez más casos de transmisión sexual entre hombres gay y otros HSH. Muchos de los casos de infección por VHC son detectados en HSH VIH positivos, que reportan como única actividad sexual de riesgo la penetración anal desprotegida. Sin embargo, la infección por VIH C en las relaciones sexuales parece más común entre quienes practican sexo en grupo y fisting sin protección.
Cuando se presentan, los síntomas más habituales en la fase aguda de la infección por hepatitis C incluyen ictericia, diarrea y náuseas. A más largo plazo, alrededor del 50% de las personas con hepatitis C experimentarán algunos síntomas. Los más comunes son malestar general, cansancio extremo, pérdida de peso y depresión. Aunque una pequeña proporción de personas infectadas con la hepatitis C eliminarán la infección espontáneamente de forma natural, en cerca del 85% se convertirá en crónica, y alrededor de un tercio presentará una enfermedad hepática grave dentro de los 15 a 25 años después de haber contraído la infección.
La hepatitis C puede causar fibrosis del hígado (endurecimiento) y cirrosis (cicatrización). Esto daña el hígado hasta tal punto que no puede funcionar adecuadamente, causando ictericia, hemorragias internas e hinchazón del abdomen. La infección crónica por hepatitis C puede causar cáncer de hígado, el cual es muy difícil de tratar y para el que en algunos casos, un trasplante de hígado será la única opción terapéutica posible.
Parece que las personas coinfectadas con el VIH y la hepatitis C tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad hepática que las personas que sólo están infectadas con la hepatitis C. A pesar de ello, la hepatitis C no parece aumentar el riesgo de enfermar a causa del VIH, desarrollar sida o responder peor al tratamiento del VIH.
A diferencia de las hepatitis A y B, no se dispone en la actualidad de una vacuna preventiva contra la hepatitis C, y a pesar de que existe tratamiento para el VHC, el mismo es complicado, con severos efectos secundarios; además el éxito del tratamiento dependerá del genotipo del virus que se haya adquirido, por lo que la prevención de la infección cobra fundamental importancia.
Autor: Ferran Pujol, BCN Checkpoint