El decálogo experiencial de Formentera
Playas de aguas cristalinas, dos mágicos faros, media docena de pueblos, un parque natural, cinco torres defensivas, huellas arqueológicas que te transportan por el túnel del tiempo al megalítico, rutas senderistas y birding, una gastronomía slow food con productos de proximidad… Y ello, ¡en apenas 83,2 km2! Formentera, el ‘último paraíso del Mediterráneo’, lo tiene todo para enamorar. ¿Aceptáis tal tentación?
Si Ulises, de regreso a Ítaca, hubiera pasado por esta isla –la menor de las Pitiusas– tambien habría quedado atrapado por ella. No por los seductores cánticos de sirenas descritos en ‘La Odisea’ de Homero’ sino por el magnetismo de sus dos poderosos faros que parecen guiar al viajero hasta una isla paradisíaca que, en pleno siglo XXI, ha sabido mantener (casi) intactas sus señas de identidad y su salvaje belleza.
Subir al ferry que lleva hasta ella –única forma de acceder a Formentera– es empezar a desconectar del estresante ritmo de la vida cotidiana… para conectar con uno mismo. Y poner los pies en la isla es como parar el reloj, detener el tiempo y empezar a disfrutarla con absoluta calma, paso a paso, pedalada a pedalada… Diez son las pistas para disfrutar de su más pura esencia; un auténtico decálogo experiencial.
1–Dos faros, para amaneceres y atardeceres mágicos
Como un recién nacido que poco a poco va abriendo sus ojos, el sol da la bienvenida a cada jornada emergiendo del Mediterráno. Un espectáculo natural que puede admirarse desde los acantilados del faro de la Mola, la parte más alta de la isla, en el extremo oriental de la misma. Un faro con connotaciones literarias, no en vano, inspiró una de las obras de Julio Verne: ‘Hector Servadac’ (1877). Así da fe de ello la placa de un monolito dedicado al gran escritor francés.
Construído en 1861 sobre un acantilado de 158 metros de altura, el faro de la Mola es el único de los dos de la isla que puede visitarse en su interior, donde acoge un espacio cultural y de difusión del patrimonio marítimo de Formentera, con zona de exposiciones; un espacio polivalente para conciertos, conferencias u obras teatrales en pequeño formato. El horario de apertura en verano es de martes a domingo, de 11:00 a 14:00 h. Los miércoles y domingos también abre por las tardes, de 17:00 a 21:00 h.
En el lado opuesto, al suroeste, está el otro faro: Cap de Barbaria. Un lugar de místico peregrinaje para todos aquellos que ansían despedir el día de forma romántica, con la puesta de sol. Una carretera secundaria de 9 kms que parte de Sant Francesc –capital de la isla– lleva hasta allí. Tras sortear la pequeña loma del Puig d’en Guillem, la zona boscosa da paso a 3 kms de un paraje semilunar donde la vegetación casi ha desaparecido.
Y al final de una interminable recta aparece altivo el faro del Cap de Barbaria, presidiendo un vertiginoso acantilado con 100 metros de caída. Una vez allí es de obligado ritual descender por un agujero en la tierra hasta la Cova Foradada, gruta que conduce hasta un mirador natural muy especial. Y luego, desde los acantilados, ver cómo el sol se acuna de nuevo sobre el Mare Nostrum hasta desaparecer, dejando el cielo teñido de su roja estela.
2–Playas y calas paradisíacas.
Las transparentes y cristalinas aguas la isla –con ese peculiar ‘azul Formentera’ que le proporciona la Posidonia oceánica– nada tienen que envidiar a las de los venerados Mares del Sur que bañan las islas del Pacífico. A lo largo de sus 69 kms de litoral, Formentera ofrece playas para todos los gustos: de fina arena blanca, rocosas y con acantilados. Partiendo de La Savina hacia el norte, la primera a la que se accede al entrar en el Parque Natural de las Salinas de Eivissa y Formentera es Cavall d’en Borràs.
Una playa salvaje y tranquila, entre un frondoso bosque de sabinas y dunas. Es la antesala de Ses Illetes, reconocida siempre entre las top del mundo y que ocupa gran parte de la península de Es Trucadors. Son 450 metros de playa divididos en dos por una zona rocosa y debe su nombre a varios islotes ubicados frente a ella. En paralelo, pero orientada hacia el oeste, está la playa de Llevant, 1.450 m. de arena blanca con un sistema dunar repleto de pasarelas para protegerlo.
En la costa occidental, agazapada entre acantilados bajos, se encuentra Cala Saona. Tiene apenas 140 metros de longitud pero es bastante amplia… y otro de los lugares para contemplar la puesta de sol. Al norte, dos nuevas playas vecinas: Es Pujols, de 690 metros, y Sa Roqueta. Y en el litoral de tramuntana, Ses Platjetes, tres arenales que suman 600 metros y son la antesala del pueblo marinero de Es Caló de Sant Agustí. Completa el perímetro playero, al sur de la isla, Migjorn, el arenal más largo, con 5 kms de playas y calas con zonas rocosas intercaladas.
3–Seis pueblos de características distintas
La Savina es la puerta de entrada marítima a la isla. Un coqueto puerto donde atracan los ferrys que llegan de la vecina Ibiza o de la alicantina Dénia (de abril a octubre). Estos barcos cohabitan con pequeñas barcas de pescadores y embarcaciones de recreo. Aquí se encuentra gran parte de la oferta de servicios para iniciar el descubrimiento de la isla.
Sant Francesc, 2,5 kms hacia el interior, es la capital administrativa de la isla y sede del Ayuntamiento. Con un conjunto histórico en el que destaca la coqueta plaza de la Constitució, con su iglesia-fortaleza (siglo XVIII), el Fossar Vell, el Museo Etnológico y una reliquia arqueológica: la capilla de Sa Tanca Vella, del siglo XIII.
Sant Ferran, otro pueblo de interior, tiene en su iglesia parroquial, del siglo XIX, el elemento más destacado. Al norte, junto al mar, Es Pujols aglutina la mayor oferta hotelera y de ocio nocturno. Con un bullicioso Paseo Marítimo salpicado de restaurantes, bares, terrazas y tenderetes de artesanía, abiertos a diario, de 19.00 a 24.00 horas.
Es Caló, por contra, era en la primera mitad del siglo XX un puerto de mercaderías (madera, carbón…) y refugio de barcos de pesca. Hoy día, se ha transformado en un pintoresco pueblo de pescadores adornado con vetustos embarcaderos donde dormitan los llauds, barcas tradicionales. El último de los seis pueblos, a 18 kms de La Savina, es El Pilar de la Mola.
Situado en el altiplano con mayor altitud, a 192 metros sobre el nivel del mar, es famoso por su mercado artesanal, donde los propios artesanos exponen sus manufacturas y ambientado con música en vivo. Se instala los miércoles y domingos, de 16.30 a 22.00 horas. También destaca su bella iglesia, la Mare de Deu de El Pilar, consagrada en el siglo XVIII. Y a las afueras, uno de los molinos de viento de la isla, el Molí Vell de la Mola (1778).
4 – Ses Salines, un parque natural vinculado a la sal
Un fascinante espejo natural que refleja los cambios cromáticos de cada momento del día sorprende a quienes se lanzan a disfrutar de las playas del norte de Formentera. Historia, naturaleza y economía se fusionan en esta geométrica zona de estanques donde cristaliza la sal hasta alcanzar su mágico tono rosado.
Es la parte más fotogénica del Parque Natural de Ses Salines d’Eivissa i Formentera así protegidas desde 2001 –y, en parte, Patrimonio de la Humanidad desde 1999– que ocupan unas 3.000 hectáreas terrestres. Esta zona alberga la mayoría de especies vegetales de la isla (178), entre las que destacan los pinares mediterráneos y las sabinas costeras.
Otra seña de identidad del Parque Natural son sus dos lagunas. La mayor, Estany Pudent, tiene 3,5 km2 y llama la atención por acoger especies acuáticas, como los flamencos. La menor, Estany del Peix, tiene una estrecha apertura al mar que permite la entrada de pequeñas embarcaciones, para su fondeo, y la práctica y aprendizaje de deportes acuáticos, como windsurf, kayak o vela.
Las salinas de Formentera ya existían desde la antigüedad aunque no fue hasta el siglo XIII cuando se dejó constancia documental de su explotación. Más contemporáneamente, en 1873 fueron adquiridas por el mallorquín Antonio Marroig y, posteriormente, por Salinera Española S.A. siendo explotadas durante un siglo, hasta 1984.
La mejor forma de conocer la esencia de Ses Salines es visitando Can Marroig, su Centro de Interpretación. En él se muestran antiguas herramientas utilizadas para la extracción de la sal, paneles informativos y proyecciones para explicar la riqueza natural de la zona.
5 – Ruta Birding, para escuchar a los pájaros
De auténtica experiencia sensorial puede considerarse pasear al compás de la celestial sinfonía de los pájaros. Ello es posible gracias a la Ruta Birding, un itineario Ornitologíco por el Camí des Brolls que rodea el perímetro del Estany Pudent. Son 4,3 kms (solo ida: La Savina, Sant Francesc, Es Pujols) de ruta lineal con 8 paneles que informan sobre el valor natural del Parque Natural de Ses Salines, que lo acoge.
También hay una pantalla de observación a fin de admirar toda esta zona donde están censadas más de 200 especies de aves migratorias, acuáticas y marinas. En especial los fotogénicos flamencos, las pardelas baleáricas y una de las mayores concentraciones de zampullines cuellinegros de Europa. El recorrido, sencillo y ameno, puede realizarse a pie en 1 hora 20 minutos o en bicicleta, en 20 minutos.
6 – 32 Rutas Verdes senderistas
Un centenar de kilómetros Rutas Verdes repartidas en 32 circuitos de caminos entrelazados hacen de Formentera el escenario perfecto para la práctica del senderismo y el cicloturismo. De ellas podemos destacar estas cinco.
Ruta 2: ‘La Savina – San Francesc – Es Pujols’ (4,5 kms. 70’ a pie y 25’ en bici), incluye toda la Ruta Birding.
Ruta 3: ‘La Savina – Cala Saona’ (5,5 kms. 95’ a pie y 35’ en bici), bordeando el Estany des Peix y en un entorno rural de campos, paredes de piedra seca y casas típicas.
Ruta 5: ‘Can Marroig – Punta de la Gavina’ (2 kms. 30’ a pie y 10’ en bici), parte del centro de interpretación, en una zona boscosa que contrasta con el paisaje ‘lunar’ hasta la torre defensiva.
Ruta 12: ‘Es Cap – Torrent de S’Alga’ (1,8 kms. 30’ a pie y 10’ en bici), permite admirar uno de los lugares menos conocidos de la isla, los varaderos bien conservados donde los pescadores resguardan del mar sus embarcaciones y también las savinas donde cuelguen para secar el el ‘peix sec’.
Ruta 25: ‘Es Caló de Sant Agustí – El Pilar de la Mola’ (4 kms. 80’ a pie), transcurre por Sa Pujada (1,5 kms) también conocida como Camino Romano por su senda empedrada. Solo puede hacerse a pie y, partiendo de las afueras de Es Caló, lleva hasta La Mola atravesando un bosque y los viñedos de la Bodega Terramoll, una de las dos únicas de la isla.
7 – Posidonia oceánica, el tesoro submarino
Formentera esconde un secreto que poco tiene que ver con el aspecto más bien árido que luce en su superficie: sus praderas de Posidonia oceánica, Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1999, que depuran el algua y alimentan el ecosistema marino de las Pitiusas.
Una planta –el ser vivo más longevo del mundo, con 100.000 años de antigüedad– que crece agazapada en los fondos arenosos poco profundos de su litoral mediterráneo. Y no solo es fuente de vida para peces, esponjas, algas y otros animales, sino que protege de la erosión a esos fondos marinos gracias a sus raíces y ejerce una función depuradora que otorga a las aguas de la menor de las Pitiusas su transparencia sublime; esa que convierte en paradisíacas sus playas y calas.
Para evitar su desaparción, Formentera puso en marcha en 2017 el Save Posidonia Project, proyecto solidario de micro mecenazgo –pionero en el Mediterráneo occidental– que consiste en apadrinar metros cuadrados de esta planta, a partir de 1 euro el metro cuadrado. Este proyecto ha logrado apadrinar ya 251.052 m2, de los 76,5 millones de m2 de la pradera de Posidonia oceánica que envuelve las aguas de Formentera. Admirarla es uno de los atractivos de dos de las actividades náuticas que ofrece la isla: submarinismo y snorkel (buceo de superficie).
8 – Cinco torres defensivas
En Formentera la historia se funde con el paisaje, donde cinco torres de defensa emergen desde su superficie rocosa para otear el horizonte marino. Cuatro de ellas están en la propia isla y una quinta en el islote norte de s’Espalmador, vigilando el tráfico marítimo en el Pas des Freus, frente a Ibiza.
Son de planta circular y estructura troncocónica, construidas en el siglo XVIII para vigilar las incursiones piratas del norte africano que, con frecuencia, saqueaban las costas mediterráneas. Aunque a mediados del siglo XIX dejaron de cumplir la misión por la que fueron creadas, su presencia no pasa desapercibida cuando se recorre el litoral, por tierra y por mar.
La Torre de sa Gavina, al noroeste, entre Can Marroig y cala Saona, protegía los accesos al puerto de La Savina.
La Torre des Garroveret está al suroeste, a 2 kms del faro y Cap de Barbaria. Una construcción de 9 metros de altura que contaba con un cañón de la iglesia de Sant Francesc.
La Torre des Pi des Català, en el sur, a mitad de la playa de Migjorn, tiene 23 metros de altura y es la única que –tras ser restaurada en 2016– permite visitar su interior. Está dividida en tres niveles y el acceso se realiza por la segunda planta, pues en la primera acogía un polvorín. A su plataforma superior, con excelentes vistas panorámicas, se asciende por una escalera de caracol. Tiene horario de visita los sábados, de 10:00 a 13:00 h.
La Torre de Punta Prima, al norte, junto a Es Pujols, permitía vigilar el paso de los barcos entre el altiplano de la Mola e Ibiza. Y por último, la Torre de sa Guardiola, está en el islote de s’Espalmador, a 27 metros sobre el nivel del mar.
9 – Huellas arqueológicas que remiten al megalítico
De un paraíso del siglo XXI… ¡A la Edad de Bronce! Sorprendente, ¿verdad? Formentera es también fuente inagotable de experiencias. Como la de retroceder cuarenta siglos en la historia, en un imaginario viaje en el tiempo para admirar su atractivo (quizá) menos conocido: su patrimonio arqueológico.
Tres son sus referentes. El primero es Ca na Costa, junto al Estany Pudent. Un monumento megalítico –el más importante de las Islas Baleares– de carácter religioso descubierto en 1974, cuyos orígenes se remontan a comienzos de la Edad de Bronce (entre 2040 y 1600 a.C). Este yacimiento funerario consta de una cámara central circular delimitada por grandes losas verticales rodeadas por tres círculos concéntricos de empedrados y 22 radiales, además de un corredor hacia la parte central.
Cap de Barbaria I, II y III son tres de la veintena de yacimientos arqueológicos pertenecientes también a la Edad de Bronce (entre 1600 y 1000 a.C.), fiel testimonio de la densa población que había en esta zona de la isla, actualmente desabitada. El mayor es Cap de Barbaria II, con una compleja estructura formada por diferentes compartimentos relacionados con los usos de cada espacio: habitaciones, áreas de trabajo o corrales.
La tercera huella arqueológica es Can Blai, cerca de Es Caló. Son los restos de una construcción fortificada romana (siglos III y IV d.C.). Su estructura es de planta cuadrada con una torre en cada esquina y su tipología hace pensar que fue creada como refugio para la población de la zona.
10 – Paladear su gastronomía ‘slow food’
¿Puede una isla paradisíaca cautivar también por el paladar? Pues… ¡Sí, por supuesto! Porque en ella los sentidos nos guían hacia otra dimensión emocional: la de los sabores y olores de una gastronomía que ensalza con sabiduría las recetas tradicionales, marcadas por el vínculo con el mar y la agricultura de secano. Frit de polp (frito de pulpo), Calamars a la bruta (en su tinta), Bullit de Peix (guiso de pescado y patatas)… y postres como las Orelletes (dulce anisado), la Greixonera (pudin de ensaimada) o el Flaó (pastel de queso fresco con hierbabuena).
Todo ello, con el maridaje perfecto de los vinos de sus dos bodegas. Cap de Barbaria, cerca de este cabo, produce dos excelentes vinos: Cap de Barbaria y Ophiusa. Y Terramoll, cerca de la Mola, otros seis: Es Monestir y Es Virot (tintos), Savina, Lliri Blanc y Es Vermut (blancos) y Rosa de Mar (rosado).
Una oferta gastronómica que se complementa con el mapa ‘Formentera slow food’, que pone en valor todos sus variados productos de proximidad señalando 16 lugares repartidos por toda la isla donde adquirirlos, desde verduras ecológicas a hortalizas, butifarró, sobrasada o carnes, como la del cordero de Formentera. Sin lugar a dudas, la menor de las Pitiusas también está… ¡Para comérsela!
GUÍA PRÁCTICA DE FORMENTERA
CÓMO LLEGAR
Al no disponder de aeropuerto, la única forma de acceder a Formentera es por vía marítima. Una opción son los ferrys que a diario parten de la vecina Ibiza, en un trayecto de una media hora. Hay diversas compañías como Trasmapi (www.trasmapi.com ), Balearia (www.balearia.com ) o Mediterrámea Pitiusa (www.mediterraneapitiusa.com ). También puede accederse desde Barcelona o Valencia, con Transmediterránea (www.transmediterranea.es ); o desde Barcelona con Balearia; ambas vía Ibiza. Y desde Dénia (Alicante), con un ferry de Baleària, de abril a octubre, que llega en 2,5 horas.
DONDE DORMIR
–Es Marès Hotel & Spa. Un lujoso y moderno 4* ubicado en Sant Francesc (971.323.216), con un diseño que respeta las señas de identidad arquitectónicas de la isla. Dispone de 18 habitaciones: 13 dobles, 4 dobles superior y una espectacular Junior Suite de 40 m2. Con piscina exterior, un restaurante de cocina mediterránea vanguardista y una zona spa con completa carta de tratamientos. ( hotelesmares.com )
–Gecko Hotel & Beach Club. En Ca Mari, Playa Migjorn (971.328.024). Hotel boutique que destila elegancia y estilo ‘Riviera Balear’, para disfrutar de zonas ajardinadas y vistas al mar. Dispone de 30 habitaciones y suites de 7 tipologías personalizadas, además de restaurante, beach club y programas de yoga y bienestar. (www.geckobeachclub.com)
DÓNDE COMER
–Vogamari. (Ctra de la Mola, Km 9,5, Playa de Migjorn. Tel 971.329.053). Cocina fusión respetando la tradición culinaria de la isla. El conocido chef Toni Mayans refundó el restaurante en 2010 dotándole de su personalidad creativa. (vogamarí.es )
–Restaurante El Mirador . (PM-820 km 14.300. Tel 971.327.037). En la ruta hacia La Mola, con excelentes vistas panorámicas de toda la isla. Especialidad en pescado y marisco, con opciones vegetarianas.
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MÁS INFORMACIÓN: www.formentera.es
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