Nápoles, la joya oculta de la Campania

 Nápoles, la joya oculta de la Campania
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Nápoles es la joya oculta de la Campania, sus gentes, su gastronomía, su rico patrimonio histórico y su particular encanto le confiere dicha denominación.

Aunque últimamante se ha hecho famosa por la novela “Gomorra” y posteriormente por la película del mismo nombre, y no precisamente de forma positiva, hemos de decir que Nápoles es un diamante en bruto, turísticamente hablando.

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Hacer turismo en Nápoles siempre ha despertado controversia y opiniones muy diversas entre sus visitantes. Es cierto que la capital de la región de Campania es una ciudad de contrastes, pero si realmente quieres saber como es, debes abrir tu mente, ver más allá de lo que superficialemente ves a primera vista, en entonces cuando surge la auténtica Nápoles, que seguro que te enamorará.lgunos turistas, nada más llegar se molestan por el caótico tráfico y la sensación de dejadez. En los últimos años, las autoridades italianas se han puesto las pilas, se están realizando trabajos de restauración, y se están implementando nuevos servicios que están mejorando la ciudad, eso sí, sin perder el espíritu napolitano. Se ha puesto de manifiesto toda la grandeza y el orgullo de la capital, su legado histórico, arquitectónico y cultural. Muchos pueblos han dejado su impronta en la ciudad: griegos, romanos, normandos y españoles.

Para el turista curioso, que ama recorrer las calles y descubrir un museo vivo, Nápoles es el destino ideal. La ciudad es famosa mundialmente por sus castillos, entre los que se destacan El Castillo del Huevo, una imponente fortaleza en la zona del Golfo, El Castel Capuano ubicado a todo contraste en la zona de rascacielos, El Castillo Maschio Angioino, caracterizado por sus cinco torres y, por último, dominando la colina de Vomero se encuentra el majestuoso Castillo de Sant’Elmo.

Otros puntos de interés de la arquitectura napolitana son, por ejemplo, el Palacio de Capodimonte, que alberga una de las pinacotecas más importantes de Italia, el Teatro San Carlo, el más antiguo teatro de ópera activo del mundo o, la famosa Catedral de Nápoles, que mezcla con finura y elegancia suprema los estilos gótico y barroco. Nápoles posee edificios de culto para todos los gustos, si te van este tipo de visitas puedes ver el Monasterio de Santa Chiara, la Iglesia de San Domenico Maggiore y la Basílica di Santa Maria del Carmine Maggiore, todas ellas magníficas.
Nápoles es también una ciudad muy visitada por ser punto de partida hacia otros destinos puntales de Italia que se encuentran a pocos kilómetros, como por ejemplo, la famosa Pompeya o el Palacio Real de Caserta, o las islas de Capri e Ischia.

Nápoles es una ciudad llena de contrastes con una serie de problemas crónicos pero donde es posible encontrar cultura, buena música, romanticismo y por supuesto buena comida, sobre todo unas deliciosas pizzas al más puro estilo napolitano o sus deliciosos postres típicos como el Babá al ron, un bizcocho blando, inflado y borracho de licor, o la Sfogliatelle, una milhojas rellena de una crema de requesón perfumado con fruta confitada. Te recomendamos que pruebes los dulces en la célebre pastelería Scaturchio, en la piazza San Domenico. También deberías probar el auténtico café napolitano, humeante, dulce y fuerte de sabor. Imrescindible para los amantes de café.

El paseo marítimo entre Castel dell’Ovo y Posillipo, con la vista panorámica del Golfo, el Vesubio, y las islas, es la instantánea más famosa de Nápoles. El perfil de la costa se encuentra dominado por las firmes murallas del Castel dell’Ovo, el más antiguo de la ciudad, que se erige sobre el islote de Megaris, frente al barrio de Santa Lucia. Hoy en día está comunicado mediante un puente; fue transformado en un convento en 492 d.C., y más tarde, en el siglo XII, se convertiría finalmente en el palacio real fortificado. Desde su terraza puede admirarse la vista espectacular del Golfo.

No puedes perderte la subida a la colina por la via Posillipo, para ello te recomendamos que lo hagas en el autobús turístico de la ciudad. El panorama más espectacular de Posillipo se goza desde la cumbre de la colina del Parque Virgiliano. Entre árboles y jardines, la mirada se pierde en el golfo de Nápoles y en los campos Flégreos, en le tramo de mar donde se encuentra la isla de Nisida. Durante el verano, las playas de Posillipo están repletas de bañistas, a los pies del Palacio Donn’Anna existen varios establecimientos balnearios. Si nos situamos en la piazza Vanvitelli, podemos llegar a la cumbre de la colina mediante unas escaleras mecánicas hasta donde se encuentra El Castel Sant’Elmo y la Cartuja de San Martino. El Castel Sant’Elmo domina la ciudad, está fortaleza fue construida en el 1300, la planta tiene forma de una estrella de seis puntas; se encuentra excavada en la masa tobosa y está rodeada por bastiones y fosos. Desde las explanadas se puede ver una vista de 360 grados de la ciudad. La Cartuja de San Martino es uno de los monumentos más importantes de Nápoles, y supone la expresión más completa del barroco napolitano, en el que participaron los artistas de mejor renombre de la época.

Nápoles es una de aquellas ciudades que enamoran de tal forma que es imposible visitarla tan sólo una vez, es por ello que todo el mundo se dirige a ella como la “bella Napoli”.

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El café napolitano acompañado de un babá empapado en ron o de una sfogliatelle es uno de los grandes placeres de la ciudad que ningún viajero debería perderse.


Para los amantes del shopping, lo ideal es darse un paseo por la via Toledo y continuar por las vias Chiaia, Calabritto, Filangieri, y dei Mille, son las más elegantes y las que poseen la mayoría de tiendas de renombre. Algunas de las Grandes firmas tienen aquí su sede, desde peletería a moda de alta costura y, por supuesto, sus célebres corbatas.

No puedes decir que has estado en Nápoles si no has comido, la menos una vez, la primera pizza que se inventó: La Margarita. Un borde de tamaño considerable, de unos tres centímetros, es lo que distingue a la verdadera pizza napolitana de aquellas que se preparan en el resto del mundo. Para preparar la más clásica de las pizzas, la Margarita, que fue inventada en 1889 por Raffaele Esposito para homenajear la visita de la reina Margarita de Saboya a Nápoles, el pizzero trabaja con las yemas de los dedos y la palma de su mano con la masa de forma característica, utiliza el tomate San Marzano, la mozzarella, el aceite de oilva, el parmesano Reggiano rallado y algunas hojas de albahaca fresca. Otro producto muy típico es la mozarella fresca de bufala. Que encontras en el Antipasti de todos los restaurantes napolitanos. De peculiar sabor, posee una textura blanda y jugosa, que se desace en el paladar, todo un mundo de sensaciones.

Nápoles, en definitiva, es un destino que posee como cualquier otra metropolis grandes contrastes, tu misión será descubrirlas, disfrutarlas, vivirlas, admirarlas… Seguro que te sorprenderá gratamente.

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