Cielo… soy seropositivo (La pareja serodiscordante)

 Cielo… soy seropositivo (La pareja serodiscordante)
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Cada uno de diciembre tratamos de acordarnos de lo muchísimo que queda por hacer. Por hacer en un tercer mundo donde la población que se infecta de VIH progresa a sida al no contar con antirretrovirales que detengan el curso de la infección. Y también por hacer en un primer mundo donde, a pesar de que casi nadie desarrolla sida, la infección por VIH es –con muchísima diferencia- la situación más estigmatizada de todas… lamentablemente.

 

No puedes llamarte buena persona si discriminas a otros. Entiendo que el miedo es libre y que, como ya hemos comentado en otras ocasiones, a veces es muy difícil sobreponerse a los temores de uno mismo. Pero también es cierto que esos mismos temores nos pueden impedir vivir la vida que queremos. Hablemos de ello.
En eso que llamamos “occidente” la situación del VIH se asemeja bastante a la de cualquier enfermedad crónica. Mientras esté detectada y en tratamiento, es una situación mucho más llevadera y mucho menos peligrosa que –por ejemplo- la diabetes (tal como te lo digo). Como en todo, es necesario ser muy serio: tomar la medicación sistemáticamente y acudir a los controles periódicos para garantizarte una adecuada supervisión. A veces pueden aparecer algunas alteraciones y, como en todo paciente que toma un tratamiento crónico, se debe vigilar el hígado, riñón, etc. Pero más allá de ello, afortunadamente, la convivencia con el VIH no debe suponer un problema inabarcable. Igualmente, debe tenerse en cuenta que hay mucha variabilidad entre las diferentes personas seropositivas. Por ejemplo: a algunos les puede afectar a la calcificación ósea… y, a otros, no afectarles en absolutamente nada de nada. La causa parece que es, como en otras tantas situaciones, la genética. Hay cuerpos más resistentes que otros. Hay señores de 85 años que están hechos unos toros y chicos de 20 años con graves problemas de alergia. En resumen: siempre que no haya otros factores influyendo, una persona seropositiva detectada precozmente, con un buen tratamiento y un estilo de vida razonablemente saludable (sin volverse ortoréxico) puede convivir hoy día con su VIH sin mayores complicaciones.
Todos mis pacientes seropositivos me hablan siempre del miedo a ser rechazados. A enamorarse, implicarse emocionalmente y que, llegado el momento de hablar de su seropositividad, el otro salga corriendo. En estudios que hemos realizado sobre qué partes de la vida se ven afectadas por el hecho de tener VIH, la de poder tener novio era la situación en la que más condicionados se sentían. Y en los talleres para recién diagnosticados que realizamos cada año, hablar de ser seropositivo con un candidato a novio era una de las mayores preocupaciones. De hecho, cada vez que trato en mi consulta un hombre seropositivo recién diagnosticado, entre los primeros temores que me expresa siempre está el de “y, ahora, ¿quién me va a querer?”. Para ellos, para que sean asertivos en la búsqueda del amor que todos merecemos y para los seronegativos que no queremos que un virus nos condicione el amor, he escrito este artículo.

 

Dos historias serodiscordantes

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Serodiscordante es una pareja donde uno de los miembros es seropositivo mientras que el otro es seronegativo. Hay hombres gais que eligen a sus parejas conforme a su estatus serológico (si son seropositivos o no). Es una estrategia llamada “serosorting” y que, para muchos, tiene sus ventajas. Muchos gais seropositivos prefieren relacionarse exclusivamente con otros gais seropositivos porque “te ahorras explicaciones, el sexo es más relajado y me siento más comprendido”. De la misma manera, hay gais seronegativos que prefieren no tener una relación con un hombre seropositivo porque “no tengo que estar pendiente del preservativo ni afrontar mi miedo a infectarme”. Personalmente considero que el serosorting es una estrategia equivocada por tres razones principales:

Tener o no tener VIH no dice absolutamente nada de lo buena o mala persona que seas. Ni de tu inteligencia, ni de tu capacidad para convivir, ni de lo cariñoso que eres (o no), ni de tu ternura ni de tu capacidad de comprensión. Como criterio de selección de posibles novios, es muy poco informativo. Sí, te ahorrará alguna que otra conversación y puede que algún proceso de adaptarte a una situación desconocida, pero esto (en todo caso) sólo duraría unas semanas y el amor (se supone) dura años. Para ahorrarte un trámite te vas a focalizar en los momentos iniciales de una relación cuando lo inteligente sería prestar atención a lo que hará que la relación funcione a largo plazo.
Sigue siendo una estrategia discriminatoria. Gente discriminando a unos por tener VIH y gente discriminando a otros por no tenerlo… ¿cómo era aquello de “hay que valorar a las personas por lo que son”? ¡Ah! (se me había olvidado) ¡que sólo se refería a cuando me discriminan a mí, no a cuando soy yo el que discrimina!
El día que te enamores, no te enamorarás ni del VIH ni de su ausencia. Te enamorarás de ese hombre. Con todas las circunstancias de su vida.
En ciudades como Barcelona, la prevalencia del VIH en gais es del 20%. Es decir, de cada 5 hombres que conozcas, 1 tendrá VIH. En lugares como Londres la cifra es aún mayor y probablemente, a no ser que se tomen medidas muy eficaces desde las administraciones para reducir la incidencia de nuevas infecciones, ésa será la tendencia en ciudades como la nuestra. Por esta razón, al igual que lo hemos comentado en ocasiones anteriores, ahora vuelvo a decirte que es muy probable que, si eres seronegativo, más tarde o más temprano por tu corazón pase algún hombre seropositivo.
Así que imaginemos que te enamoras de alguien con un seroestatus diferente al tuyo. ¿Qué te vendría bien saber? Veamos las dos posibilidades: que el seropositivo lo sea él o que lo seas tú.

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El hombre de mi vida es seropositivo

Un buen día estáis tomando café y te lo dice. O estás en su casa, preguntas que qué es el bote éste de pastillas y él te contesta “son antirretrovirales, cariño” (él no comparte piso, así que son suyos y tú deduces que “entonces los toma él, lo que significa que es seropositivo”) y a ti te entra una especie de pánico que no sabes muy bien cómo controlar. Igual, cuando lo conociste ya sabías que era seropositivo pero no ha sido hasta que has empezado a darte cuenta de que lo miras mucho más de lo habitual y de que te mueres por que te llame, cuando empiezas a plantearte que sientes algunos miedos. Quizá te sientas intranquilo, quizá te preocupe la posibilidad de infectarte tú. Quizá sean otros tus temores…
Habitualmente, los miedos que surgen ante una relación con un hombre seropositivo tienen que ver con a) que tú te infectes, b) que él se deteriore o c) sobre la clase de vida que él ha llevado.

Que tú te infectes sólo podría darse si tuvieseis sexo anal desprotegido. El resto de prácticas sexuales no se consideran prácticas de riesgo. Puedes recibir información en este sentido llamando a servicios como el 900ROSA (900 601 601) o acudiendo a alguna de las asociaciones que realizan la prueba rápida del VIH. Recibirás información veraz (y gratuita). Otro asunto que debes tener en cuenta es el de su carga viral. Si tu novio está en tratamiento con antirretrovirales y se mantiene indetectable las probabilidades de que te infectes se consideran nulas. Soy consciente de que aún existe cierta controversia sobre este punto pero cada vez contamos con más evidencias de que un hombre seropositivo con carga viral indetectable es incapaz de infectar a otra persona. Esto no quiere decir que si el primer tipo que te cruzas por la noche te dice que está indetectable tú te lo creas y folles a pelo con él tan tranquilo. Lo que te estoy diciendo es que si mantienes una relación con un hombre y del que sabes que toma su medicación sistemáticamente y se mantiene indetectable (porque se cuida, sin más), podáis estar en la cama pensando en que os queréis y en que lo estáis pasando bien y no en obsesionaros con si el preservativo se ha movido o no. Que dejéis de usar preservativo es algo sobre lo que yo no puedo aconsejar (ni mucho menos) pero sí puedo animaros a que os informéis, a que habléis con otras parejas serodiscordantes y a que lo consultéis con su médico del VIH. Nunca tomes una decisión desinformado pero piensa que, si te informas, puede que veas las cosas menos negras de lo que las habías visto anteriormente… o en absoluto negras.

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Que él se deteriore y no quieras verlo sufrir me recuerda a la película Philadelphia… y las cosas ya han cambiado. Todo va a depender mucho de la edad del diagnóstico, de si el diagnóstico fue tardío o si fue precoz, de si existen otras patologías, o de si se ha producido afectación de órganos porque el diagnóstico fue tardío. En un buen escenario (diagnóstico precoz y tratamiento inmediato) las perspectivas son prácticamente tan buenas como las tuyas. Eso por un lado pero por otro: ¿estás enamorándote o eligiendo un caballo para comprar? Quizá sea un poco fuerte descartar a alguien porque “podría enfermar”. Aparte de que resulta vejatorio (que lo es) es estúpido porque nada te garantiza que tú, seronegativo, no vayas a sufrir un infarto o que no te enfermes gravemente en un futuro. Todos los seres humanos somos frágiles. Mañana podemos no estar aquí, y las probabilidades a priori no siempre se cumplen y, por si no lo sabes, muchos estudios demuestran que el amor nos alarga la vida (¿lo pillas?). La mejor manera de vencer tu miedo es hablar con tu novio, acompañarle de vez en cuando a su revisión, informarte, hablar con expertos, hablar con otras parejas serodiscordantes. Pero nunca huyendo. El miedo nunca se vence huyendo. Muy al contrario: el miedo, cuando se enfrenta, cada vez se hace más pequeño (y más… y más pequeño).
Por último, no seas víctima de los mitos sobre el VIH. El VIH no equivale a promiscuidad. Nadie se ha infectado por ser promiscuo (¿acaso tú, que eres seronegativo, eres un santo?) Quien está infectado, lo está por mala suerte. Todos hemos tenido etapas de promiscuidad, todos hemos tenido prácticas de riesgo al menos en alguna ocasión (tú también… y lo sabes). Algunos las tuvimos en ciudades pequeñitas con poca prevalencia y la suerte nos acompañó. Otros no tuvieron esa suerte. Algunos se infectaron en una orgía y otros (muchísimos más de lo que tú te crees) se infectaron en una relación monógama con alguien de quien “nunca hubiese imaginado que tenía VIH”. Así es la vida: llena de matices, contradicciones y situaciones inesperadas. Ni tú lo sabes todo, ni él tampoco.
Él tiene una infección crónica. Nada más. No le falta un pedazo de alma, ni capacidad para hacerte feliz. ¿Te gusta? ¿Lo deseas? ¿Lo pasas bien a su lado? ¿Te demuestra su afecto? ¿Os gusta hacer planes? Estáis enamorados y, tal y como está el patio, te aseguro que eres un hombre afortunado por haber encontrado el amor. Te contaré un pequeño secreto: los seres humanos vivimos por inercia y sólo nos cuestionamos las cosas cuando nos sucede una crisis. Para muchos gais, el VIH es esa crisis que supone un antes y un después, un darse cuenta de las cosas que -de verdad- merecen la pena en la vida. Te llevas un hombre que se ha puesto la cabeza sobre los hombros y que conoce lo que -de verdad- merece la pena y lo que no. ¿Ves? Tienes suerte. Disfrútalo.

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Cielo… soy seropositivo

A veces la vida nos exige esfuerzos que nos desgastan. Hablar de que uno es seropositivo y, además, hacerlo como si los demás te tuviesen que dar su aprobación, te puede quemar rápidamente. Muchos gais seropositivos que conozco prefieren no profundizar en ninguna relación antes que verse expuestos a la posibilidad de ser rechazados. En la consulta, como antes comenté, hablar del seroestatus con un candidato a novio es uno de los temas abordados más frecuentemente así que –dada su relevancia- te voy a dar algunos consejillos sobre cómo afrontar esta cuestión en mejores condiciones. Igualmente, si vives en Barcelona, recuerda que en Gais Positius me tienes a tu disposición para trabajar estos temas así como también puedes encontrar un apoyo fantástico en los compañeros de BCN Checkpoint y en los de Stop Sida.
Como en el resto de cosas de la vida, no te lo juegues todo a una sola carta. No esperes a que tengáis una relación más o menos en ciernes para sacar la conversación del VIH. Es preferible que hables del tema con él durante el café que compartís en la terraza de un bar para conoceros. Di que has estado en un taller sobre sexo más seguro, habla de lo guapo que es el modelo de la campaña de la prueba rápida de tal sitio o comenta alguna noticia sobre el tema. En cualquiera de los locales del ambiente encontrarás campañas sobre el VIH, utiliza el cartel como excusa para iniciar el tema y sondéalo a través de su conversación sobre el VIH. ¿Le da pánico? ¿Está bien informado? ¿Qué opinión tiene de las personas seropositivas? ¿Tiene algún amigo seropositivo? Evalúa si es un hombre que puede necesitar algo de información y nada más o si es un serofóbico de los que es mejor no toparse con ellos. Igual lo notas tenso y evasivo porque él mismo es seropositivo y también le pone nervioso hablar del tema con un desconocido. Igual te dice abiertamente que es seropositivo o te pregunta directamente si tú lo eres. Igual te sale con que, para él, el VIH es un tema absolutamente secundario. Es imposible saber qué respuesta dará pero siempre será mejor sondear que hacerte una idea equivocada (y basada en tus temores).
A la hora de tener sexo con él, ten muy claro qué es una relación de riesgo y qué no. Sé asertivo y estate seguro. Muchos hombres me comentan que les da pavor sentirse mal ante la posibilidad de infectar a otros y eso les retrae de tener relaciones. Si tú tienes claro que sólamente mediante la penetración sin preservativo puede producirse una infección y te mantienes firme en esa seguridad (por más que el otro venga con dudas) verás que te resulta mucho más fácil entablar relaciones satisfactorias. La incertidumbre afecta mucho a la calidad de nuestras relaciones (las sexuales y las sentimentales).
Decirle que eres seropositivo debería ser algo pertinente. Tu seroestatus es algo que pertenece a tu intimidad. La LOPD (Ley Orgánica de Protección de Datos) dice que el seroestatus es un dato del nivel más alto de protección, así que imagínate. Pero no sólo es algo que tenga que ver con tu intimidad, es algo que define quiénes son merecedores de conocer que eres seropositivo (y quiénes no). Hay quien lo comenta sin mayor trascendencia con propios y extraños. Hay quien lo dice solamente a relaciones muy estrechas. Si sólo quieres que lo sepan tus familiares, amigos íntimos y tu novio, entonces sólo será pertinente decirlo cuando él se esté convirtiendo en alguien realmente especial en tu vida, cuando la cosa pinte seria: cuando él haya mostrado interés por ti y tú tengas claro que él puede ser alguien importante en tu vida.
Recuerda que no es una confesión. No estás revelando algo terrible de lo que dependerá vuestro futuro, ni un defecto tuyo… ni él es juez de tu vida. Estás compartiendo con él un dato que tiene que ver con una circunstancia de tu salud. Algo que se dice cuando toca y de lo que él no puede acusarte de haberlo escondido hasta entonces. Si lo has sondeado previamente y has sido capaz de elegir alguien con la cabeza en su sitio, que tú le hables de tu seropositividad no debería ser un problema.
Recuerda que, a veces, todos necesitamos un mentor. Si tú no naciste seropositivo quiere decir que hubo un momento en el que fuiste seronegativo y el VIH también te produjo temor. Recuerda que, en aquellos momentos, si tu novio te hubiese dicho que era seropositivo, aunque no hubieses salido corriendo, hubieses agradecido mucho que él te tomase de la mano y te explicase con ternura los detalles que te preocupaban. Y que te hubiese dejado tiempo para detectar tus miedos y afrontarlos. Sé para tu novio actual lo que hubieses querido para ti. En el peor de los casos, al menos te sentirás bien contigo mismo. En el mejor de los casos, habrá servido para abrir un canal de sinceridad y comunicación entre vosotros que –difícilmente- se cerrará en el futuro.
Si sale mal y te rechaza por ser seropositivo, tenlo claro: él se lo pierde. No necesitas un serófobo en tu vida. A menudo les pregunto a mis pacientes: “¿serías comprensivo con un homófobo?” y todos me contestan “¡No!, ¡Jamás!: porque él es un tío que no se ha tomado la molestia de informarse y que me critica sin conocerme siquiera”. A lo cual yo les pregunto “¿y porqué eres comprensivo con un serófobo que no se ha tomado la molestia de informarse y que te critica sin conocerte siquiera?”.
La respuesta está clara: porque tú no has superado tu propia serofobia internalizada. Porque aún hay conflictos en tu interior en torno al VIH. Se pueden trabajar, se pueden vencer, se pueden superar. Y se puede ser más feliz. Te animo a que lo intentes (si éste es tu caso).

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Unos y otros, todos merecemos encontrar el amor incondicional. Que el VIH no suponga una condición –ni a favor ni en contra- para que seas feliz con tu novio. Preocuparos de encontrar un rincón especial, de llenar el álbum de vuestra vida de recuerdos especiales, de encontrar vuestro proyecto de vida común. Preocuparos de las cosas que verdaderamente importan. No dejes que un virus diminuto se convierta en una montaña infranqueable. Tú eres más listo y tienes mejor corazón que todo eso. ¿O no?

 

Existen muchas más asociaciones y/o servicios LGTB y sobre VIH pero que se dediquen exclusivamente a informar sobre VIH a gais (seropositivos y seronegativos), tienes estas tres. Stop Sida trabajan muy bien la prevención de la infección por VIH (también informan online), en BCN Checkpoint, además de un impresionante servicio de prueba rápida (de VIH y otras ITS), puedes recibir una información completísima sobre tratamientos antirretrovirales. En Gais Positius, además de la prueba rápida, ofrecemos atención psicológica individual, sesiones grupales y talleres. En las tres organizaciones los servicios son gratuitos por completo. Agradezco enormemente a la revista Gay Barcelona la publicidad que, por medio de estas líneas, me permite hacer de estos servicios.

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