Bocadillos para no engordar

Con la llegada del invierno las dietas mágicas se convierten en lo más buscado y deseado. La dieta del bocadillo no es nueva pero vuelve a sonar con fuerza, quizás porque promete resultados duraderos sin grandes esfuerzos e introduce la novedad del pan, uno de los alimentos que más gustan y que suelen estar prohibidos en la mayoría de los tratamientos. No hay que engañarse y pensar que la dieta se fundamenta exclusivamente en los bocadillos; simplemente sirven para sustituir una comida diaria, generalmente la del mediodía. Esta alternativa facilita mucho las cosas, sobre todo a las personas que comen fuera de casa y no quieren renunciar a perder esos kilos que sobran.
La dieta parte del principio de que no es el pan lo que engorda, sino aquello que lo acompaña. De ahí que se cuide tanto esta variable y se ponga especial hincapié en la eliminación de las grasas. El pan es un alimento rico en hidratos de carbono, proteínas vegetales, vitaminas, sustancias minerales (sobre todo calcio y fósforo) y pocas grasas. Eliminando éstas de la dieta se consigue que el organismo «tire» de las reservas y se adelgace. Además, el pan tiene la propiedad de aportarnos la sensación de saciedad. La cantidad de pan normalmente está limitada a dos rebanas de pan de molde, preferiblemente integral o de cereales, pero se puede sustituir por pan de baguette con el mismo peso.
Lo más importante será el contenido del bocadillo, que debe estar compuesto por alimentos ligeros. Algún buen ejemplo puede ser la carne asada fría con lechuga, el jamón cocido o la pechuga de pavo, el huevo cocido, los quesos light…
Otra de las ventajas de la dieta es la serie de «alimentos libres» que se pueden comer cuando se quiera y en la cantidad que se desee, lo que ayuda a no pasar hambre. Algunos tentempiés son los tomates, las zanahorias o los espárragos. En cuanto a bebidas se refiere, también admite cafés, infusiones y bebidas light entre horas y evitar las bebidas con gas en la medida que se pueda.
El tratamiento está individualizado y consiste en un análisis detallado del historial médico, de la grasa corporal y del estilo de vida del paciente por si existiera algún problema endocrinológico.
Lejos de las dietas exprés, tan de moda, la pérdida de peso es más lenta, entorno a los 2 ó 3 kilos al mes. Además, cuando el tratamiento se mantiene durante muchos meses, se va perdiendo menos peso porque el organismo se adapta a la dieta y ajusta el consumo de calorías a la ingestión.
Nunca hay que perder de vista que la dieta tiene que ser equilibrada. La fruta y la verdura deben de estar siempre presentes en cualquier régimen por razones de salud. Tampoco hay que olvidar el ejercicio físico porque supone una parte importante de la dieta al ayudar a estabilizar la masa magra corporal. Caminar 30 minutos al día es una buena opción y, sin suponer un gran esfuerzo, nos hará sentir mejor.