¡SOS, soy serofóbico!

 ¡SOS, soy serofóbico!
Comparte este contenido rápidamente en:

Mi primer artículo en esta revista (y ya van 19 con éste) trató sobre la serofobia. Fue un artículo pequeño, de apenas novecientas palabras, en el que explicaba qué era la serofobia y cómo nos podía afectar a todos sin que nos diésemos cuenta. Como sigue siendo necesario y este mes celebramos el Día internacional de la Lucha contra el Sida, vamos a desarrollar aquel texto más ampliamente.

Comencé definiendo la serofobia como “una emoción intensa, generalmente de temor, que siente cualquiera de nosotros ante la posibilidad de mantener una relación (sexual o sentimental) con un hombre VIH+. Como en cualquier otra fobia, este miedo es desproporcionado” y añadía que se trataba de “un miedo que no guarda relación con ‘el peligro real’ (aunque a ti te parezca que sí la guarda) y te compele a la huida o, lo que es lo mismo, al rechazo”. Así (decía en aquel artículo): “cuando hablamos de serofobia estamos hablando exclusivamente del temor irracional que impide a alguien relacionarse constructivamente con una persona VIH+”. Hoy vamos a ampliar aquellas novecientas palabras a ver si ayudamos un poco (aunque sea un poquito) a evitar este estúpido e irracional miedo a las personas seropositivas. Serofobia es la fobia a las personas seropositivas. Un pánico desmedido que te impide relacionarte con alguien por el hecho de que sea seropositivo. Este pánico, fundamentalmente, tiene que ver con el temor ante la posibilidad de infectarse y, cuando lo trato en consulta, habitualmente lo trato porque aparece un paciente que se ha enamorado de un hombre seropositivo y a quien le resulta dificilísimo controlar su miedo así que termina teniendo tanto pavor a besar a ese hombre, como ganas de besarlo. ¿Cómo trabajamos este temor irracional? Pues de ello vamos a hablar a lo largo de este artículo.

VAMOS A HABLAR CLARO DE UNA VEZ

Publicidad

Quiero que aprendas la siguiente frase y que la repitas mentalmente durante horas y horas y horas… “el VIH del siglo XXI no tiene nada que ver con el sida de los 80”. Muy bien. Ahora te lo explico. En los años 80, el diagnóstico era el de una enfermedad incurable que acarreaba la muerte en la gran mayoría de los casos. En estos momentos, el diagnóstico de VIH significa que se tiene una infección en la sangre, que se controla con fármacos. Punto.

De hecho, el VIH siempre ha sido una “infección en la sangre” ya que se trata de un virus que se replica dentro de los linfocitos CD4, células que forman parte de la sangre. Hasta 1996 no se contó con un tratamiento eficaz pero, a partir de aquella fecha, disponemos de tratamientos cada vez más eficaces y con menos efectos secundarios. En la actualidad esos efectos secundarios se han minimizado considerablemente.

Sin embargo, la visión que se tiene sobre las personas seropositivas es una visión estigmatizada que hunde sus raíces en las reacciones más rancias y fascistas que tuvieron lugar en los inicios de la pandemia. Dado que –en nuestro occidente- era considerada una “enfermedad de homosexuales”, en los primeros años ningún poder político reaccionó y, de hecho, la inacción del gobierno Reagan fue tan dañina que motivó el alzamiento de movimientos como el de Act-Up. Al fin y al cabo, decía la derechona, “ellos se lo han buscado con su estilo de vida depravado” cosa que significaba una serie de mentiras malvadas que, lamentablemente, muchos siguen sosteniendo. Que muchos gais (quizá tú mismo) siguen sosteniendo.

 

TE LO DIGO A LA CARA: ERES UN FASCISTA

Esas mentiras malvadas que la frase anterior significa son: 1. la homosexualidad es algo elegido, 2. la homosexualidad es algo depravado, 3. la infección por VIH es un castigo por haber elegido vivir escandalosamente, 4. la Providencia hace justicia divina al matar de sida a los maricones, 5. dado que los maricones se lo han buscado, los heterosexuales no tienen por qué costear sus medicamentos, ni su atención médica, ni la investigación en busca de una cura. En resumen: “si os pilláis el sida, os jodéis. Os lo merecéis por mariconazos”. Y no pensemos que eso es algo del los 80 porque, en 2010, el arzobispo de Bruselas André Joseph Leonard afirmó que “el sida es una especie de justicia inmanente” según la cual, Dios castigaba a los homosexuales por apartarse de la normalidad.

Publicidad

Bien: se trata de los republicanos estadounidenses y de algunos jerarcas religiosos. Vale: son malos malísimos. Ok pero, ¿y tú? ¿Tú eres bueno buenísimo? Entonces ¿por qué juzgas a los seropositivos? ¿Por qué, cuando sabes que alguien es seropositivo, piensas cosas como que “seguro que ha estado yendo de cuarto oscuro en cuarto oscuro” o “a saber qué habrá hecho para pillárselo”? ¿Tú crees que eres muy diferente del arzobispo aquel? ¿Y, entonces por qué te sitúas por encima de los otros? ¿Por qué piensas que tu conducta es modélica y la de los demás es cuestionable? ¿Por qué piensas que el hecho de hacer uso de la sexualidad propia es algo objetable? Igual no eres muy diferente de los fascistas que te insultan por maricón. De hecho, hay un fenómeno que se da entre todos los grupos sociales que han sido oprimidos por alguna razón: tienden a desarrollar (inconscientemente) discriminación hacia los demás. Es una especie de mecanismo de compensación: “para no sentirme tan mierda, defino un grupo de personas que considero más mierdas que yo” y, fíjate por dónde, los seropositivos son ese grupo al que resulta tan fácil discriminar que muchos gais, los usan para sentirse mejores que otros. Al final, y sin que te des cuenta, te has convertido en alguien tan execrable como aquellos que te pegaban en el colegio y esos que te siguen llamando “pervertido” desde un púlpito. Da pena darse cuenta, ¿verdad? Lo sé. Y sé que es muy duro. Lo veo con frecuencia.

Cuando hablo de esta discriminación compensatoria siempre hay quien me dice que él no lo ve así, que él lo que piensa es que, quien se ha infectado, lo ha hecho “por tonto” y que eso te da pistas de la capacidad intelectual de estas personas. Que, en estos tiempos, es increíble que haya gente que no sepa que hay que usar el preservativo. A lo cual yo contesto con tres preguntas: “¿de verdad piensas que todo el mundo tiene toda la información?”, “¿Me estás diciendo que tú nunca has calibrado mal una situación y das por seguro algo que es de riesgo?” y “¿sabes que los propios prejuicios pueden hacerte vulnerable a la infección?”

Publicidad

 

PERJUICIOS QUE TE HACEN VULNERABLE

Pensar que el VIH es cosa de torpes o promiscuos o pensar que el VIH deteriora el cuerpo o que es propio de gente de cierta edad, son prejuicios bastante más extendidos de lo que nosotros mismos estaríamos dispuestos a admitir pero que están ahí y nos hacen vulnerables. ¿Por qué? Porque si piensas que un seropositivo es alguien promiscuo y que estará físicamente deteriorado o envejecido te estás situando en el punto más vulnerable a la hora de relacionarte. Ves un chico joven, guapo y cachas y piensas “éste está sanísimo” y te atreves a tener sexo desprotegido con él porque “confías”. Primera bofetada en la frente que te llevas: el VIH, habitualmente, tarda años ¡muchos años! en afectar al sistema inmunitario hasta el punto de que se desarrollen otras patologías y que pueda ser sintomáticamente advertible. Así que igual resulta que ese chulazo tiene VIH, que a lo peor ni siquiera él lo sabe y ¡chim-pún! te infectas. Segunda bofetada en la frente que te llevas: un hombre seropositivo con un diagnóstico precoz, tratamiento adecuado y un estilo de vida saludable no tendrá una calidad de vida muy distinta de la de un hombre. Así que te estarás perdiendo la posibilidad de tener una relación que podría ser maravillosa con alguien que merece la pena. Y tu prejuicio te habrá hecho vulnerable a perder una oportunidad de ser feliz con él. Tercera bofetada en la frente que te llevas: no te haces la prueba del VIH porque ¿para qué? Estás sano, haces deporte y no te da ni un triste resfriado así que piensas que es imposible que tengas nada de nada. Volvamos a la “bofetada número uno” para recordar que pueden pasar años antes de que se presente una patología (una “enfermedad oportunista”) y no es hasta entonces que el médico te hace la prueba para descartar y, en lugar de descartar, resulta que lo que hace es confirmar que tienes VIH. Para entonces tu sistema inmunitario estará tan afectado que las proyecciones de calidad de vida futura igual ya no son tan optimistas. Por suerte la medicina es capaz, en la actualidad, de devolverte la salud en un grado razonable y aunque la bofetada no haya sido contra tu cuerpo, sí lo habrá sido contra tu exceso de confianza. Y, por último, si tu argumentario se basa en que prefieres no exponerte a una infección, ¡cuarta bofetada en la frente que te llevas! los antirretrovirales que ese chico toma te protegen de una posible infección. ¿Cómo? Sigue leyendo.

Publicidad

 

 

INDETECTABLES

Sé perfectamente que este punto genera controversia entre algunas personas y organizaciones aunque yo, sinceramente, no entiendo cómo se puede discutir algo que es una evidencia científica (a no ser que se tenga muy poca cultura científica). La revista Science, uno de los referentes mundiales en cuanto a publicaciones científicas, presentó como “Breakthrough of the year 2011” (“avance del año 2011”) la demostración empírica de que las personas seropositivas con carga viral indetectable difícilmente podían infectar a otra persona aún incluso teniendo sexo desprotegido (la probabilidad de infectarse se reduce en un 96% por término medio). Esto es una evidencia científica y una revista de la reputación de Science jamás hubiese publicado algo así (y menos aún dándole el calificativo de “breakthrough”) si no estuviese confirmado, comprobado, replicado y archirrequetedemostrado que es cierto. Por lo tanto, si lo dice Science, es absolutamente verdad que si tu novio seropositivo está indetectable, es prácticamente imposible que te infectes de VIH aún si folláis a pelo. Insisto: no lo dice Gabriel J. Martín, lo dice Science y quien necesite más explicaciones que se las pida a la revista y a los autores de todos los estudios que sostienen esta demostración.

¿Significa esto que si te encuentras un ligue de una noche y te dice que es seropositivo e indetectable puedes follar a pelo con él sin preocupación? Pues te contestaré lo que suelo: “Nene, tú ya eres mayorcito y yo no soy tu padre: tú decides lo que haces en tu vida. Si tú quieres hacer “cargaviralsorting” (acostarte sólo con hombres seronegativos o seropositivos indetectables) es cosa tuya”. A lo que yo me estoy refiriendo es que, si te enamoras de un hombre seropositivo, existen muchas razones por las que no deberías preocuparte de una posible infección. Si convives con un hombre al que ves tomar su medicación cada día, que se hace sus “recuentos” cada tres meses y siempre obtiene el resultado de “indetectable”, que no tiene ninguna gripe ni ITS que le haya podido bajar las defensas y subir la carga viral y sabes mejor que nadie que él tiene un estilo de vida razonablemente saludable, entonces, tener miedo a infectarte por tener sexo con él es (Science dixit) una soberana tontería. Así que hazte un favor a ti mismo: sé feliz a su lado y disfruta del sexo con él. De hecho hay hospitales como el Clínic de Barcelona (un referente en el VIH) que, por protocolo, ponen al hombre seropositivo en tratamiento tan pronto como él tiene novio y lo hacen porque se sabe que así se evita que el novio pueda infectarse.

Publicidad

Yo soy psicólogo, no médico (aunque cierta culturilla científica sí que tengo: los psicólogos también somos científicos y conocemos bien la metodología experimental) pero si lo afirman los estudios recogidos por Science y el protocolo de hospitales de referencia, personalmente confío en lo que hacen. Eso por no hablar de la cantidad de parejas serodiscordantes que conozco y que han decidido no usar preservativo en sus relaciones sexuales… y que siguen siendo serodiscordantes (= el seronegativo no se infecta) porque el seropositivo se mantiene indetectable. O eso por no hablar de todos los estudios que ha presentado Jorge del Romero (centro Sandoval de Madrid) en esta dirección. Eso por no mencionar el programa “United States commited to an AIDS-free generation” que Hillary Clinton presentó en la Conferencia Internacional sobre Sida 2012 y que se basaba en diagnosticar y tratar a todas las personas seropositivas del país ya que, una vez ellos/as estén en tratamiento, no se iniciarán nuevas infecciones en sus parejas sexuales. Al margen de su viabilidad, lo interesante de este tipo de propuestas es que son un reconocimiento claro de que la indetectabilidad significa que la posibilidad de infección es mínima. Me reitero: esto no lo digo yo, lo dice la ciencia, y quien necesite más explicaciones que se las pida a los científicos, que para eso están.

 

¡PERO ES QUE ME DA PÁNICO!

En otros artículos (“Del sexo TOC al sexo cool”, Gay Barcelona, nº 93) he hablado de cómo muchos gais han desarrollado un trastorno que se asemeja mucho a una fobia y que les hace tener pavor a las relaciones sexuales por temor a infectarse. En el artículo encontrarás desarrollada la explicación pero te recordaré que la causa de ese pánico tiene que ver con tres factores fundamentalmente: 1) hay tanta campaña de prevención de las ITS que hemos acabado asociando las palabras “sexualidad” y “enfermedad”, 2) el sentimiento de culpa que muchos arrastran desde pequeñitos debido a su homosexualidad les hace anticipar un castigo y ese castigo suele adivinarse en forma de ITS y 3) se cree que la promiscuidad es algo muy extendido entre los gais (ya quisiéramos algunos follar tanto como se nos supone) y que la promiscuidad siempre acarrea infecciones (falso: las prostitutas son uno de los colectivos con menores tasas de ITS y eso que, para “promiscuas”, ellas).

Publicidad

Bien, pues ya tienes una pista: tendrás que analizar por qué asocias sexualidad con infectabilidad y modificar ese guión mental. Lo siguiente que tendrás que hacer es reducir la hiperactivación emocional propia de las reacciones fóbicas. Para eso, lo psicólogos, empleamos varias técnicas entre las cuales una de las más eficaces y conocidas es la de la desensibilización sistemática y que consiste en ir reduciendo la ansiedad escalonadamente (hay mucha información en Internet sobre este procedimiento, no hace falta que me enrolle aquí).

Lo importante es que te des cuenta de que a) el supuesto peligro no es tan peligro y b) que tu malestar no obedece a ninguna lógica sino a una activación emocional (ansiedad) extrema y que el proceso para superarlo no es que razones sobre lo que te ocurre, sino que emplees una técnica de apaciguamiento de la ansiedad hasta que logres superar tu fobia a relacionarte con un seropositivo.

 

 

PORQUE TE PODRÍAS ESTAR PERDIENDO LO MÁS HERMOSO DE LA VIDA

Me podrías decir que, en lugar de superar tu serofobia, lo más fácil es relacionarte con seronegativos. Bueno, estás en tu derecho a elegir tus relaciones pero te vas a perder grandes personas. Yo mismo no querría volver a verte. Soy seronegativo pero tengo una cantidad de amigos seropositivos. Algunos han sido pacientes, otros nunca pasaron por mi consulta. Hoy nos vamos juntos de viaje, de cena, de cumpleaños. Y no quiero que falten de mi vida porque muchos de ellos son las mejores personas que jamás he conocido y los quiero. Si tú eres serofóbico nunca podrías entrar en mi círculo. Yo no te lo permitiría. Porque no te merecerías a mis amigos.

Aparte, es muy probable que te encuentres más tarde o más temprano con un hombre seropositivo. Ayer mismo hablaba con un amigo (él es seronegativo) sobre este artículo:

– Joder, Gaby, fíjate: de las cuatro relaciones que he tenido en este último año y medio, dos eran positivos. De hecho, el chico con el que estoy ahora lo es. Y es un gran tío. Si yo fuese serofóbico me lo estaría perdiendo. Esto es así, a tu alrededor hay centenares de hombres seropositivos maravillosos que te vas a perder por serofóbico. Quizá ese hombre tan guapo al que nunca volviste a ver, dejó de atender tus llamadas cuando te sondeó y vio que llevabas fatal lo del VIH. A mis pacientes siempre les digo que saquen el tema en la primera cita: que hable de la prueba, de alguna campaña, que se invente que han tenido un novio seropositivo. Que miren la cara que se le queda al otro cuando se menciona el VIH. Y que si el otro reacciona mal, ya saben lo que tienen que hacer. ¿Seguirás permitiendo que tu fobia te impida vivir algo maravilloso?

Publicidad

Recibo emails de mis lectores y hubo uno que todavía me sigue emocionando (yo es que soy muy llorón, ya lo sabes). Hace un año publiqué “Cielo, soy seropositivo”, un artículo donde hablaba de las relaciones de parejas cuando uno de los dos era seropositivo. Y, el chico que me escribió me decía: “Hola Gabriel, te escribo para darte las gracias, gracias por tu artículo «Cielo..soy seropositivo (la pareja serodiscordante)”, me ha ayudado a tomar una decisión y a seguir los dictados de este corazón que late con fuerza en mi pecho. Soy seronegativo y he conocido a un chico seropositivo, un chico noble que desde el principio y, aun sin tener que hacerlo en primera instancia, me ha comunicado su ‘status’ serológico, ese acto me dice muchas más cosas de él que las que yo ya podía percibir y me estoy enamorando. Soy una persona digamos que bastante aprensiva y me surgieron miedos irracionales…pero tras leer tu artículo esas fobias se disipan y únicamente permanece en mi la ilusión y la emoción. Gracias de corazón 🙂 Un abrazo grande y un beso”.

Ese mensaje permaneció casi un año en mi buzón de “otros” de Facebook y, cuando descubrí que la red social no te entrega los mensajes de quienes no tienes agregados como amigos, lo encontré. Le escribí de vuelta disculpándome por el retraso y agradeciéndole que me hubiese hecho partícipe de su decisión. Que me alegraba mucho de haber colaborado en que él apostase por el amor en lugar de por huir. A los dos días recibí otro mensaje suyo donde me contaba: “Hola Gabriel!!. Muchas gracias por contestar a mi mensaje!, debes sentirte muy orgulloso ya que, efectivamente, tu trabajo ha conseguido aportarme la serenidad necesaria para tomar una decisión justo en el momento en el que me encontraba en una encrucijada atormentado por miedos irracionales. La consecuencia directa de ese empuje de tus palabras ha sido que estoy viviendo una preciosa historia de amor que espero no tenga fin. Me siento muy feliz y profundamente enamorado, ya no tengo miedo, tan solo siento… Cuando llegue el momento de mi boda te enviaré un mensaje…deberías ser el padrino 😉 Un abrazo grande y un beso inmenso!!!…GRACIAS!!!!”.

Publicidad

Naturalmente que acepté. Pocas cosas me harían tanta ilusión como ser el padrino de esa boda. Les felicité a los dos. A su novio por haber apostado por la honestidad. A él por haber apostado por el amor. A los dos por haber apostado por el futuro.

¿Y tú? ¿Por qué vas a apostar? Vivimos en una comunidad con una prevalencia del 20% de hombres seropositivos. Más tarde o más temprano se cruzará un “príncipe positivo” por tu vida. ¿Vas a dejar que tu serofobia sea un obstáculo? ¿Vas a dejar a tu serofobia ganarte la partida? No merece la pena, cariño… no merece la pena. Aprender a querer mejor te ayudará a que quieras más. Y a que te sientas más orgulloso de ti mismo. Y eso es bueno para tu autoestima. ¿Ves? Al final siempre es bueno para ti. Ya sabes lo que siempre te digo: quiérete mucho, maricón. Hasta prontito.

 

por Gabriel J. Martín, psicólogo. Especialista en psicología del hombre gay – www.gabrieljmartin.com / elblogdegabrieljmartin.blogspot.com.es

Post relacionados: