Estambul la puerta de Oriente

 Estambul la puerta de Oriente
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Situada a una y otra orilla del estrecho del bósforo, lengua de mar que separa europa de asia, estambul es la puerta de oriente ofreciendo al vistante un singular contraste entre el tradicional y exótico mundo oriental y la moderna y caotica europa.

 

Lo primero que sorprende, al llegar a Estambul, ya en el mismo aeropuerto son sus olores. Esa mezcla de especias, flores y otros productos indeterminados que flotan en el ambiente y que nos trasladan pese a las modernas instalaciones, a ese mundo de las mil y una noches que todos tenemos en la cabeza y en el que nos gustaría estar alguna vez (¿alguien se imagina un aren rodeado de un centenar de chulazos todos solo para ti?. Club Reina, el más famoso y trendy de la ciudad. La gente más guapa siempre se deja ver por aqui. Situado debajo del puente

Club Reina

Lo segundo es su idioma, que no tiene nada que ver con el árabe, así como el empaque y belleza de las personas que lo hablan. No olvidemos que la denominación “turco” es una derivación de una palabra china que significa “extranjero”, con la cual, estos denominaban a tártaros y mongoles. El paso del tiempo y el mestizaje de esta raza, ha hecho que perdieran sus rasgos más cercanos al resto de la tartária, consiguiendo hombres altos y morenos, de grandes ojos de franca mirada y curioso bigote, símbolo de la virilidad por esas latitudes. Pero, hemos de tener siempre en cuenta que Turquía no es un país árabe.

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UNA CIUDAD HISTÓRICAMENTE MONUMENTAL

Podríamos decir que Estambul es una ciudad grande, incluso muy grande, pero mentiríamos. Estambul es…inmensa. Con su situación realmente original y privilegiada, en la confluencia del Mar de Mármara, El Cuerno de Oro y el Bósforo, posee dos zonas situadas en territorio europeo y una en tierra asiática, lo que la hace lugar de grandes contrastes. El simple hecho de pasear por sus calles y observar su arquitectura urbana, que puede ir desde edificios romanos, pasando por medievales y de tendencia islámica, hasta los rascacielos más modernos, no deja de ser un entretenimiento constante.

Estambul

Sobrecoge y emociona, escuchar cada tarde a los cientos de almuecines, llamar a la oración con sus cánticos desde los innumerables minaretes de otras tantas mezquitas. Y es que esta ciudad dispone de una en cada esquina. No debemos de olvidar que, aunque se trata de un país políticamente laico, el 95% de sus habitantes, profesan la fe islámica.

Obligada es la visita a la basílica de Santa Sofía, del más puro estilo bizantino, construida por el emperador Justiniano y que más tarde se convertiría en gran mezquita, por lo que se la añadieron los cuatro minaretes que la circundan y los enormes discos con versículos de El Corán que cuelgan de su nave central. Frente a esta, se halla la Mezquita de Sultanahamet o Mezquita Azul con sus seis minaretes y siguiendo, también el estilo bizantino. Ambas ocupan el lugar en que se situó el antiguo Hipódromo de la Acrópolis bizantina. También es interesante una visita a la Mezquita Nueva, junto al bazar egipcio, en el que podremos adquirir todo tipo de especias, aunque cualquiera de los templos que llenan las calles, no están exentos de interés.

Panoramica de Estambul

VIAJES. ESTAMBUL

Panorámica de Estambul donde se situan la mayor parte de los puntos de interes para visitar en la ciudad.

Hay que dedicar un día entero a recorrer el impresionante palacio-fortaleza Imperial de Topkapi , con la iglesia bizantina de Santa Irene, sita en su primer jardín y no perderse la visita guiada al harem, toda una ciudadela dentro de la propia ciudad, con centenares de dependencias y patios donde las esposas del sultán y sus eunucos, tanto blancos como negros, vivían apartados del mundo. También no podemos dejar de realizar una visita al Palacio de Dolmabahçe, última residencia de los sultanes turcos, construido a inspiración de los palacios de Buckinham y de El Louvre. Sería un pecado no reservar tiempo para una visita a la Torre Gálata, último bastión de los venecianos, desde la que se puede disfrutar de unas magnificas vistas de toda la ciudad, así como de una cena espectáculo en su planta alta. La ciudad vieja con sus acueductos romanos, resulta, asimismo, sumamente atractiva.

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CALLEJEAR, COMER Y… MIRAR

Estambul ofrece como uno de sus principales encantos el perdernos por sus calles, desde las amplias y modernas avenidas hasta las intrincadas callejuelas, donde casas de madera, que parecen a punto de desplomarse, se combinan con otras de piedra, cuyas paredes datan de la época bizantina. Comer pescado frito del mismo Bósforo, entre dos rebanadas de pan, es una sabrosa experiencia en la que es imprescindible dejar a un lado la aprensión occidental a todo lo que no sea aséptico. Sentarse a cualquier hora del día para reponer fuerzas frente a un vaso de ayran, bebida compuesta de yogurt rebajado con agua, es otra sensación que no debemos dejar de degustar. También hay que probar el café turco y, con precaución, el raki, un aguardiente que tiene entre 40 y 50 grados. La cerveza no es mala, pero resulta difícil conseguir que la sirvan fría.

Tras reponer fuerzas en los puestecillos de comida del Puente Gálata, podemos pasar una tarde de compras en el Gran Bazar. Este inmenso mercado cubierto, a imagen de una exótica galería comercial, de proporciones desmesuradas, es un mundo en si mismo. Pero hay que armarse de paciencia. No se puede comprar, ni en la primera tienda, ni al primer precio que te ofrecen. El regateo, más que una tradición, es todo un arte y un comerciante puede ofenderse si no le rebates un precio. También son muy atractivos los objetos de cobre y las joyas de plata y es frecuente encontrar mil y una imitaciones de ropa de marca (particularmente, las que tienen como emblema a cierto reptil) a precios irrisorios. Sea como fuere, el Gran Bazar es un lugar donde preguntar, discutir y mirar, y no solo el género expuesto, ya que casi todos los comercios están regentados por hombres, que junto a sus hijos, ofrecen desafiantes, a la par de seductoras miradas. El hombre turco, como ya hemos apuntado y por regla general es endiabladamente atractivo y suele sostener la mirada, por lo que nunca estás seguro de si te quiere vender una pipa de agua u ofrecerte…otra cosa.

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EL HAMMÁN

No hay que negar que la ciudad ofrece vida nocturna y diversiones, aunque la mayoría están excesivamente enfocadas al turismo, como las bailarinas exóticas de la danza de los siete velos. Menos artificiosos son los locales con recitales de cantantes turcas, algunas realmente excelentes. Hay que apuntar que pasear en horario nocturno por Instambul, suele ser seguro, dada la gran cantidad de vigilancia policial. Pero algo que no podemos dejar de hacer es visitar un hammán, un baño turco. Se trata de establecimientos exclusivos de hombres o de mujeres; nunca juntos. Al entrar, en primer lugar se llega al vestíbulo, donde se deja la ropa y nos envolvemos en una toalla grande. Luego se pasa a la zona templada, una gran sala de reposo con ambiente de vapor, para finalizar en una sala caliente para sudar estirado en los Göbek Tasi, sofás de mármol, donde el tellak te frotará la espalda caliente con un guante de crin. En estas salas, los hombres turcos suelen relajarse, charlar e incluso, cerrar negocios. Si somos discretos y tenemos suerte, en algunos de estos establecimientos, también podremos cerrar algún que otro…negocio. La salida se hace de modo inverso, con lo que tenemos la sensación de haber practicado una curiosa limpieza.

Si disponemos de tiempo y ganas, también tiene su encanto, presenciar un espectáculo de yagli güres, lucha turca. Ver a esos pedazo de hombretones, bañados de aceite de oliva y ataviados con tan solo unos ajustados calzones de cuero, agarrase de estos para hacerse caer el uno al otro, no esta exento de morbo.

MÁS INFORMACIÓN

www.turismodeturquia.com  www.istanbulgay.com

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