Algunas verdades sobre los cigarrillos electrónicos

 Algunas verdades sobre los cigarrillos electrónicos
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Que los cigarrillos electrónicos han calando en la sociedad es un hecho que salta a la vista. A pesar del enorme desconocimiento que hay en torno a la seguridad y eficacia de este producto, su consumo se ha disparado en los últimos dos años. Sus ventas en Europa superaron los 500 millones de euros en 2012 y la cifra se eleva a 2.000 millones cuando hablamos a nivel mundial. ¿A qué responde este boom? ¿De qué están hechos y cómo funcionas los e-cigs? ¿Sirven para dejar de fumar? Estas son algunas respuestas a las preguntas que, por tu bien, deberías estar haciéndote:

1. No son un producto nuevo

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Los cigarrillos electrónicos llevan ya diez años en circulación. A Europa llegaron en 2006 y el boom en España se produjo en 2011. En cierto modo responde a una estrategia comercial. Al no poder fumar en sitios públicos.

2. Menos en los hospitales catalanes, puedes usarlos en cualquier sitio

La Ley Antitabaco de 2011 no hace alusiones a los cigarrillos electrónicos. Esto quiere decir que se puede “fumar” electrónicamente (“vapear”) en un aeropuerto, un restaurante o incluso en el interior de un hospital. Solo Cataluña ha preparado una regulación al respecto.

3. Se pueden publicitar y usar en televisión, no como el tabaco

Existe un vacío legal causante de que podamos ver anuncios de cigarrillos electrónicos en televisión u otros soportes. Incluso hemos visto a famosos sacarlos en un plató de televisión: Lolita lo hizo en El Hormiguero.

4. Sí, es cierto que contienen sustancias cancerígenas

Algunas marcas liberan cantidades detectables de nitrosaminas, compuesto cancerígeno que también se encuentra en el humo de los cigarrillos convencionales y muchos de ellos liberan un compuesto químico llamado dietilenglicol (se usa como anticongelante en los coches) y por lo que no puede afirmarse alegremente de que solo liberan “vapor de agua”.

5. Produce problemas respiratorios a corto plazo

Se constatan diversas lesiones pulmonares ocasionadas por su consumo. “En las personas que usan cigarrillos electrónicos aumenta la resistencia bronquial. Esto quiere decir que el bronquio disminuye de tamaño y entra una menor cantidad de aire en los pulmones”.

6. No, no ayuda a dejar de fumar

La mayoría de sus consumidores son fumadores que quieren dejar el tabaco, pero esto no asegura su éxito. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en 2011 que no hay ninguna evidencia que lo demuestre.

7. Son una forma de iniciarse en el consumo

Si dejamos aparte el hecho de que no sirven para dejar de fumar, sus consecuencias a corto plazo y el desconocimiento sobre sus efectos futuros, es la variedad de sabores lo que puede resultar más atractivo a los jóvenes no fumadores iniciándolos así en el consumo de nicotina.

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8. Se desconocen los daños que provocan al fumador pasivo

Si los efectos en el “vapeador” activo son casi una incógnita, mucho menos se sabe qué puede ocurrir con el pasivo. Este grupo de gente, libre de humo desde la entrada en vigor de la ley de 2011, se expone al “e-humo” en lugares cerrados sin saber si es o no perjudicial para su salud.

9. Está prohibido en menores

Como ocurre con el tabaco tradicional, está prohibida su venta a menores de 18 años. A partir de esa edad todo el mundo puede comprar uno y los lugares para hacerlo son muy variados.

10. En 2014 su regulación cambia

El Parlamento Europeo, introduce por primera vez disposiciones específicas para regular un mercado que se ha disparado en los últimos años (hasta siete millones de usuarios en la UE) sin un marco legislativo que lo controlara. La normativa establece dos opciones para los fabricantes: o presentarlo como productos medicinales —una ayuda para dejar de fumar, como si fueran parches de nicotina— y acatar las estrictas leyes que rigen para los fármacos, o someterlo a la legislación que limita la venta y publicidad de los productos del tabaco.

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