El amor es ciego, pero… ¿Y las citas?

 El amor es ciego, pero… ¿Y las citas?
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Todos buscamos a nuestro hombre ideal, a nuestro príncipe azul y en ello, solemos emplear tiempo y paciencia. Pero el tiempo es escaso, la paciencia tiene un límite y viendo que no llega, hemos de utilizar otros métodos con los que optimizar nuestra búsqueda y resultados; aunque solo sea para disfrutar de algunos encuentros y paradas en el camino.

 

Hay personas con una pasmosa facilidad para hacerse notar en público, entablar una conversación y, de allí, pasar a mayores; ya sea algún tipo de relación o tan solo una noche fugaz de sexo. Otros, en cambio, por más vueltas que den en una cafetería, bar o discoteca, se ven incapaces de desplegar toda la parafernalia de la seducción ante un perfecto desconocido. Pero no solo hay tímidos entre aquellos que tienen dificultad en encontrar pareja, ya sea de vida o de cama. Existen todos aquellos que o bien, no tienen una intensa vida social a causa de sus imposibles horarios laborales o los que, simplemente no frecuentan el ambiente, ya sea porque no les gusta su dinámica o no se sienten cómodos saliendo por ahí.

Las citas a ciegas, pueden ser una solución a cualquiera de estos problemas ¿o no? Vamos a ver como les han funcionado a varios de sus usuarios.

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TE VOY A PRESENTAR A UN AMIGO…
Alberto nos cuenta que accedió a tomar una copa con un compañero de trabajo de uno de sus mejores amigos. Se trataba de un aparejador, reconocido gay en la empresa, que no tenía pareja. Cuando lo ví aparecer se me cayó el alma a los pies. Era muy cachas, bajito y llevaba el pelo muy corto-comenta Alberto. No es que fuera feo, pero a mi me gustan los hombres más bien altos, muy delgados y no esos productos de gimnasio. ¿Tan poco me conocía mi amigo o, no me había escuchado ni una de las veces que durante años, le había mortificado con mis suspiros sobre el tipo de hombre que me volvía loco?. Y si el aspecto fue una barrera (al parecer a el otro le gustaban 15 años más jóvenes), los temas de conversación fueron una barrera aún más insalvable. El me hablaba de marcas de ropa, de motos y fiestas y yo de cine independiente; ¡no había manera!. De todas formas, al parecer, no todo fue mal. Por lo que nos cuenta Alberto, su aspirante a novio no tardó en darse cuenta que aquello no tenía futuro alguno y desapareció con una excusa de lo más pueril, momento que aprovechó uno de los camareros del local (un chico alto, delgado y con un largo cabello castaño recogido en una cola de caballo), para entablar conversación con nuestro entrevistado y acabar en el piso de este.

Esta no es más que una anécdota de tantas, sobre las citas a ciegas a la antigua usanza. Pero lo más frecuente en estos tiempos de técnica moderna, que nos ha tocado vivir, son las citas a través del chat o cualquier página web gay, que ofrezca sección de contactos para sus usuarios. Estas secciones han substituido a las que anteriormente aparecían en las revistas de la misma índole y que tanto hicieron por las relaciones sociales, en el mundo GLBT, sobre todo entre gente apartada de las grandes ciudades, que tenían estas secciones como único medio de conocer a otras personas de su misma condición.

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¡A CHATEAR COMO POSESOS!
La acción de chatear es bien sencilla y común a cualquier mortal que disponga de una conexión a Internet. Por chatear, chatean hasta los más tiernos infantes en los chats que les ofrecen las páginas de los clubs infantiles, desde el Magatrix a Disney, pasando por el Club Super 3. La técnica es sumamente sencilla y hay millones de portales que ofrecen este servicio. Basta escribir gay chat en cualquier buscador para que aparezcan infinitas direcciones. Hay que tener en cuenta que este es, básicamente, un medio de conversación, por muy morbosa y subida de tono que esta pueda llegar a ser, y que muchos de sus usuarios no tienen ni remotísima intención de darse a conocer a ninguno de sus interlocutores. Pero, hay un montón de excepciones que confirman la regla. Pol es una de estas excepciones: Tras más de cinco meses de chartear con un tal Proteus, me decidí proponerle el que nos conociéramos, ya que, al parecer, éramos de la misma ciudad. Se definía a si mismo como un neurocirujano de treinta y pocos, de metro noventa de altura, pelo castaño claro, casi rubio y brazos de descargador de muelle, debido a que toda la tensión acumulada en su profesión, la descargaba en el gimnasio. Quedaron en una céntrica cafetería de la zona de ambiente y, para conocerse, cada uno llevaría un plano gay de la ciudad en las manos, Tardaron en encontrarse, ya que Proteus, difería notablemente de su descripción: Era alto, eso si, pero tenía más de 40 años, estaba bastante barrigón y tenía pelos por todas partes, menos en el cráneo. Pedí una cerveza y el un te. Me dijo que no bebía alcohol-nos sigue contando Pol. Me empezó a entrar la paranoia. A lo mejor era ex alcohólico o pertenecía a una secta que consideraban la bebida pecado. Sea como fuere, la necesidad pudo más que el primer rechazo y se dieron una oportunidad, acabando ambos en casa de Proteus. Para mi fue una sorpresa increíble-añade Pol-En la cama era una bestia. Fue el mejor polvo que había echado en años. Pero a la mañana siguiente vino lo peor: Me confeso que no era neurocirujano sino un vulgar enfermero. ¡Yo no podía tener ningún tipo de relación con alguien que se dedicara a vaciar orinales! Fue una lastima, ya que desde entonces no he vuelto a encontrar a nadie con quién el sexo fuese tan bueno como con el. El caso es que Pol tampoco fue del todo sincero, ya que, físicamente no se acerca lo más mínimo a su descripción en el Chat.

Otro caso curioso es el de David, que tras dos años de mantener animadas y calientes conversaciones en el Chat con un tal Manu, la Bestia, empezó a presionarle para que se conocieran físicamente y este acabó confesando que era, en realidad, un ama de casa cincuentona que había encontrado en esta forma de relacionarse, una vía de escape a su aburrida vida.

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