El reto: dejar de fumar
Piensa en tu salud, en la de los demás y como se puede sentir esa persona que tanto quieres, no fumadora, cuando recibe un beso de nicotina de un adicto al tabaco, un motivo suficiente para dejar definitivamente de fumar
El tabaco, trae consecuencias graves para nuestra salud que son muy bien conocidas. (enfermedades respiratorias graves, cáncer de la garganta y el pulmón, problemas cardiacos y circulatorios entre otros). Cada año, un fumador sobre tres trata de dejar de fumar y uno sobre diez lo logra. No importa la cantidad de cigarrillos que se consume o desde hace cuanto tiempo fuma, nunca es tarde para dejar de fumar. El riesgo de desarrollar una enfermedad grave disminuye considerablemente después de dejar de fumar. El cigarrillo es especialmente el enemigo de las mujeres pues la asociación cigarrillo-píldora anticonceptiva multiplica por diez el riesgo cardiociculatorio. El parto prematuro, un bebé de bajo peso o la muerte del neonato son consecuencias del tabaco fumado por la madre durante el embarazo.
Hasta ahora, en la mayoría de las ocasiones se ha planteado el intento de dejar de fumar sólo como una lucha psicológica, como algo relacionado con un factor de la personalidad, cuando probablemente está siendo la dependencia física que crea la nicotina en nuestro cuerpo, en nuestra sangre, en nuestros transmisores químicos del cerebro, la principal causa de que uno sienta la necesidad de fumar, independientemente de cual sea el motivo por el que una persona empezó a fumar. Para dejar de fumar atacaremos pues las dos necesidades que se han creado en el ser humano: la psicológica y la física. Desde ambos aspectos, mental y físico, se han creado dependencias. Así, en lo mental es frecuente pensar que el fumar relaja, tranquiliza la mente… Desde el aspecto físico se ha creado en nuestro cuerpo la necesidad de nicotina, o sea, la dependencia antes citada. La nicotina requiere de unos niveles mínimos de concentración en sangre y así, cuando este nivel disminuye, sentimos la necesidad de fumar para “nivelar” la cantidad de esa sustancia en nuestro organismo.
Uno se tiene que plantear si va a intentar no fumar nada desde este momento o si prefiere ir disminuyendo de manera gradual la cantidad de cigarrillos diarios. En este segundo caso hay que ir marcando unos límites máximos diarios cada vez menores, y llevar un autoregistro. Aunque no se vea la posibilidad de cumplirlo, suele ser más eficaz un planteamiento drástico de “prohibido fumar” desde este momento. Es recomendable tomar una decisión drástica. Para que el posible síndrome de la falta de nicotina (nerviosismo, ansiedad, sed, irritación, malestar general…) no sea angustioso puedes adoptar las siguientes medidas: Pon carteles con el mensaje NO FUMAR en tu trabajo, en tu mesa, en casa, pon avisos y coméntalo a la gente (familia, compañeros…). No compres tabaco. Esconde o tira el que tengas. No lleves nunca tabaco encima ni lo guardes al alcance de la mano. No pidas y no aceptes tabaco. Conciénciate al empezar el día reflexiona y proponte firmemente no fumar en todo el día, piensa en lo negativo y en lo positivo de fumar y no fumar. Quita ceniceros de la vista, escóndelos. Lo mismo con cerillas y mecheros. Ventila bien las habitaciones. Lava las cortinas, las sábanas, la ropa, las tapicerías para que no huelan a tabaco. Reflexiona, haz las cosas con tranquilidad, despacio, y con calma. Busca tiempo para relajación. Haz ejercicio físico. Ejercicios de respiración. Técnicas de relajación. Bebe mucha agua. Toma algún complejo vitamínico. Es imprescindible la fuerza de voluntad y una alta capacidad de sufrimiento psicológico, ya que depende exclusivamente de ti conseguir desengancharte de la nicotina. Los primeros días son relativamente fáciles. Los siguientes ya no lo son tanto. El nivel de nicotina en sangre se reduce y nuestro metabolismo querrá aumentarlo. Es en ese momento cuando tendrás que ser fuerte de mente para conseguir tu objetivo.