El test de la marica mala ¿qué tipo eres?

 El test de la marica mala ¿qué tipo eres?
Comparte este contenido rápidamente en:

¡Vamos a jugar! Estamos en verano, hace calor y no estamos para temas profundos (¿o sí?) así que te propongo un juego: vamos a averiguar qué clase de marica mala eres. Contesta este test con toda la sinceridad del mundo y lee los resultados al final del mismo. ¡A ver qué te sale!

La marica mala (“bitchy queen” en inglés) es uno de los arquetipos más conocidos dentro del ambiente y no porque sean abundantes (bueno, puede) sino por lo distintivos que resultan. Marica mala es el apelativo que se emplea con aquellos gais que tienen un comportamiento especialmente incisivo tanto en lo que hacen como (sobre todo) en lo que dicen. Los psicólogos sabemos que este tipo de comportamiento es más un mecanismo de defensa que otra cosa y que, en la mayoría de los casos, responde a una biografía difícil. A veces, simplemente, es un estilo de conducta aprendido viendo lo que hacen otros gais y que se adquiere por imitación. Es decir: sin necesidad de que sea un mecanismo de defensa, se copian las formas de actuar de los demás incluyendo los aspectos menos positivos. Responde el “test de la marica mala” antes de seguir leyendo sobre los diferentes tipos de marica mala que hay. ¡Espero que, como mínimo, te diviertas!

El test de la marica mala:

1. Un amigo tuyo te propone ir a nuevo club de sexo que acaban de abrir en la ciudad. Tu respuesta es:

Publicidad

A. “Esos sitios son para guarras, putas y otra gente de esa calaña. No voy allí ni muerto. Además, no esta hecha la miel para la boca del asno: no cualquiera puede tener sexo conmigo, el que quiera disfrutarme se lo tendrá que currar”

B. “¿Yo? Ni de coña. En esos sitios las prevalencias de infecciones por vía sexual son más altas que en ninguna otra parte y no quiero pillarme nada”.

C. “Vale, aunque no creo que vaya a descubrir nada nuevo. Yo hace años que voy a estos sitios a follar, drogarme, beber…”

D. “Ay, no. Con mi cuerpo nadie se me querrá acercar. Me da vergüenza estar desnudo delante de tanta gente. No estoy nada bueno”.

E. “No he estado nunca. Supongo que debería ir para poder tener una opinión sobre estos locales ¿no? Venga, vamos”.

2. Tu cuñada comenta que tu camisa turquesa fluorescente “es un poco llamativa”. Le contestas que:

A. “¿Llamativa? No sé, yo creo que el que llama la atención soy yo, no la camisa. Porque a mí me sienta bien… cosa que no pasaría contigo, bo-ni-ta”.

B. “Me temo que no te has leído la última edición francesa del Vogue y por eso no sabes que esto es la tendencia más reciente en moda sport de hombre”.

C. “Eso se lo dices a quien le importe. Yo paso de ti, de tu cara y de tus opiniones”.

D. “¿De verdad? Lo sabía, no me queda bien. No estaba nada convencido de comprármela. Si es que… ¿me acompañas tú a comprarme otra camisa discretita esta tarde?

E. “¿A que sí? Con esta camisa me puedo ir a la feria bien tranquilo que no me perderé. Jeje. Hay que variar de vez en cuando ¿no crees?”

3. Has tenido una cita, el sexo ha estado muy bien y os dais los teléfonos. Al día siguiente son las 7 de la tarde y él no te ha llamado. Piensas:

A. “Él se lo pierde”.

Publicidad

B. “En esto de las citas hay un protocolo. Hay que dejar pasar un par de días antes de llamarse para no parecer desesperado”.

C. “Yo pasé de darle mi teléfono, ¿para qué? Si ya sé que al final nadie se llama y que vamos todos a lo que vamos”

D. “Seguro que dije algo que no le gustó… o que yo no le gusté tanto… o tiene novio y no me lo dijo…”

E. “Ahora cuando salga de trabajar le llamo yo, que me apetece charlar un ratito con él”.

4. Vais a un museo y uno de tus amigos se presenta con unos pantalones cortos de mercadillo y una camiseta de tirantes.

A. Le dices: “¿Cómo te atreves a vestir de mercadillo? Mejor que hagamos recorridos diferentes, no quiero que me identifiquen contigo”.

B. Le dices: “¿De verdad piensas que esa ropa es adecuada para venir a un lugar cultural? Me parece una falta de respeto hacia lo que este edifico representa”.

C. Le dices: “¡Anda! ¡Pero si llevas los mismos pantalones que yo!

D. Piensas: “Ay, no sé. Que cada uno vista como quiera ¿no? Pero espero que nadie nos llame la atención ¿y si no le dejan entrar? ¿Qué hago? ¿Le digo algo o no me meto en nada?

E. Piensas: “Las normas de etiqueta para entrar las ponen los locales, no soy yo quien debe decirle a otro adulto cómo debe acudir a los sitios. Si no es adecuado ya se lo dirán.”

5. Es tu cumpleaños y uno de tus amigos se olvida de felicitarte. Piensas:

A. “¿Cómo ha podido olvidarse de mi cumpleaños? ¡Qué poca vergüenza! Yo que siempre le felicito y él no se ha molestado en apuntarse mi cumpleaños en la agenda del móvil. De esta se acuerda”.

B. “Creo que el grado de importancia que las personas otorgan a los rituales varía de unas a otras. No todo el mundo le da importancia a las celebraciones.

C. “¿Ha sido mi cumpleaños?”

Publicidad

D. “¿Estará enfadado por algo que yo le haya dicho? Creo que a él también le invité a celebrarlo ¿O no? A ver si he hecho algo que le ha molestado…”

E. “Yo es que no llevo la cuenta de quiénes me felicitan y quiénes no. Si alguien se acuerda, bien. Si no se acuerda, igualmente bien. No pasa nada”

6. Tu jefe, uno de estos días, te pregunta si estás casado o si tienes novia.

A. Piensas: “Pues que se vaya preparando para la denuncia por acoso homofóbico que le voy a cascar. Seguro que está buscándome las cosquillas y me quiere atacar por maricón”.

B. Piensas: “Es que no entiendo porqué debemos confraternizar cuando, entre nosotros, lo que hay es una relación laboral definida a través de un contrato laboral. Yo no tengo por qué contestar a ese tipo de preguntas”.

C. Dices: “Yo no tengo novia. Yo soy maricón. Y si tienes algún problema me lo dices en la cara ¿qué pasa?”

D. Dices: “No… yo… esto… no, no estoy casado. Y novia… bueno, ahora no tengo, tuve hace unos años pero ahora no estoy con nadie”

E. Dices: “La verdad es que no estoy casado. Ni tengo novio en este momento, ¡ya me gustaría!”

 

7. Un amigo tuyo se infecta de sífilis. Cuando te enteras piensas:

A. “No me extraña. Entre lo puta y lo descuidado que es, lo que me sorprende es que nada más que se haya infectado de sífilis”.

B. “La sífilis no tiene la menor importancia si se detecta antes de la fase terciaria. Es importante hacerse cribados periódicos para detectar infecciones y tratarlas, ¿por qué asustarse?”.

C. Le dices “¿Solo sífilis? ¿Y eso te preocupa? ¡Pero si yo ya la he pasado cuatro veces!”

D. Le dices: “Ay… ¿y si me tocas se me puede pegar a mí? Uy, no, deja. Mejor nos vemos otro día”.

E. Le dices: “Tampoco se deja de respirar por no pillar la gripe ¿no? Lo importante es que estés bien, ¿te dolió mucho cuando te inyectaron la penicilina?”

Publicidad

 

8. Una pareja, conocidos tuyos rompen tras una relación de 8 años durante los que parecían estar muy felices.

A. Te dices a ti mismo “Lo sabía, ¡lo sabía! Estos dos iban de superfelices pero era todo una fachada. Al final se ha visto que no se soportaban. Ahora ya no podrán darnos envidia a los demás, ¡que se jodan!”

B. Piensas: “las fases del amor son así y, a los 7-8 años de relación, es fácil que los vínculos se deterioren. Forma parte de nuestra naturaleza”

C. Piensas: “Madre mía… y encima estarán de duelo. A ver si así se enteran de que el amor romántico es sólo un invento del Corte Francés”.

D. Te alarmas: “Y, ahora… ¿cómo lo hago para mantener la amistad con los dos. Porque, claro, el uno no querrá que sea amigo del otro y viceversa. Y yo no quiero pelearme con ninguno… joder, ¡otro problema más!”

E. Quedas con ambos por separado, les muestras tu afecto y tu apoyo. No es el momento de sacar conclusiones sino de estar ahí para unos amigos que lo necesitan.

9. Tu novio no te hace demostraciones de afecto cuando estáis juntos por la calle.

A. Le dices claramente que si él no sabe tratarte como tú mereces, otro habrá que sí sepa.

B. Buscas varios libros sobre autoayuda y le pides cita con un psicólogo para que supere su bloqueo emocional

C. Estás con él precisamente porque no se anda con ese tipo de mariconadas.

D. Te echas a temblar, seguro que ya no está enamorado de ti.

E. Tomas tú la iniciativa y eres tú quien le besa. Si su resistencia supera lo normal tenéis una conversación sobre el asunto y negociáis una solución que satisfaga a los dos.

10. En la oficina no cuentan contigo para un proyecto que te gustaba.

Publicidad

A. Piensas “Estos idiotas no saben valorar lo que tienen, mañana mismo me pongo a buscar otro trabajo donde si sepan apreciar mi valía”.

B. Dices: “La van a cagar, ninguno de ellos tiene la menor idea de cómo deben hacerse las cosas”.

C. Piensas: “Mejor, porque paso mucho de estas historias. Se creen que van a cambiar el mundo y –al final- se quedará todo en agua de borrajas”.

D. Te asustas, piensas que eso es sintomático de que ya no cuentan contigo. Seguro que están tramando despedirte.

E. Les dices que la idea te parece bonita, te ofreces a colaborar si fuese necesario y les recuerdas tu disposición para futuros proyectos”.

Ahora cuenta tus respuestas y lee el párrafo que corresponda al tipo de marica mala en el que hayas sacado la mayoría de respuestas (de 6 en adelante).

marica-mala

Solución:

Mayoría de respuestas “A”: Marica mala envidiosa.

Estás siempre pendiente de lo que los demás hacen o dicen por si, en ello, hubiese algún intento de atacarte. Antes de que te golpeen, golpeas tú. Antes de que te critiquen, lo haces tú.

Muchos gais desarrollan lo que yo llamo “expectativa de agresión” y que consiste en un guión mental según que nos hace estar “inconscientemente” persuadidos de que es probable que seamos agredidos. Este guión se construye como consecuencia de todos los años en los que has sido víctimas de agresiones (colegio, barrio, instituto) y tienen que ver con la interiorización de una especie de resumen de todas estos ataques. En algún lugar de tu mente hay una especie de programa que dice “si alguien me dice algo, lo hace para agredirme”. Puede que en su momento, cuando los demás niños o la gente del pueblo te tenían como blanco de su agresividad, este esquema fuese cierto y válido pero quizá sería bueno que hicieras un esfuerzo por darte cuenta de que, en primer lugar, ya no es así y no todo el mundo te va a agredir por el simple hecho de que seas gay y de que, en segundo lugar, incluso tú mismo estás provocando la antipatía de los demás con esa manera tuya de ser, tan desafiante. Al final este esquema, ya lo ves, se ha convertido en una especie de “profecía autocumplida” e, incluso los que se te acercan de buena fe, terminan echando pestes de ti por culpa de tu actitud. Relájate cariño. Ni estás en aquel contexto, ni todo el mundo está en tu contra.

Mayoría de respuestas “B”: Marisabidilla plasta.

Publicidad

Crees que una vida tan dura como la tuya te ha ayudado a conocer los secretos más profundos del ser humano y ves a los demás como una especie de objeto de estudio. El saber qué mecanismos mueven a los demás te hace sentirte seguro. Incluso te ves capaz de desmontarlos con ayuda de tu gran conocimiento y tu enorme capacidad lógica.

Otra forma de superar los momentos duros es construir una personalidad dotada de grandes poderes dialécticos y acumular cantidades ingentes de datos con los que desmontar cualquier razonamiento de los demás. Entra en funcionamiento un mecanismo de defensa, al que llamamos sobrecompensación y que consiste en generar una personalidad apabullante con la finalidad de compensar algo que, en el fondo de ti mismo, consideras defectuoso. A menudo hay sentimientos de vergüenza que no se han superado o que no se han gestionado adecuadamente. También, como imaginarás, hay un problema de autoestima en el fondo de esta cuestión. Si creyeras sinceramente que eres un buen hombre, no necesitarías tantas alharacas para presentarte ante los demás. A menudo los grandes fastos esconden grandes inseguridades.

Mayoría de respuestas “C”: Marica de vuelta.

Tú ya estás de vuelta de todo y todos los consejos te resbalan. Hasta me sorprende que te hayas leído un artículo sobre psicología ¿no será que te han obligado los amigos? Te molesta que te digan qué hay que hacer porque estás diametralmente en contra de todo lo que pueda parecer una “moralina”. Te consideras muy por encima de los posicionamientos morales de los demás e incluso juzgas que son un poco bobos por dejarse llevar por lo que tú consideras convencionalismos.

Lo cierto es que la moral es el articulado de nuestra convivencia. Vale que hay códigos religiosos absolutamente arbitrarios pero también hay que entender que, en otros niveles como en el de la convivencia, sin unas normas mínimas no podemos llevarnos bien entre todos. Piensas que los demás son unos ingenuos porque creen en el amor y en la amistad. Tú eres tan desequilibrado como esos pobres bobos porque te has ido al otro extremo y no has caído en la cuenta de que ni todo es de color de rosa, ni todo es de color negro. Esos momentos de dolorosa soledad que te agobian de cuando en cuando son el precio por ir siempre a tu bola. En el fondo tienes miedo a sufrir. Y sufrir también es parte de la experiencia humana. Valiente no es el que no llora, sino el que muestra su corazón y dice: “si me das aquí, me harás daño. Pero no pienso renunciar a tener corazón por miedo a que me hieras. Eso sí sería cobarde”.

Mayoría de respuestas “D”: Marica acojonada.

Publicidad

Cada día te llevas siete u ocho sustos. Estás siempre temiendo que las cosas se estropeen y, de hecho, hay una parte de ti mismo que está convenido de que, con toda probabilidad, se estropearán. No eres una marica mala, pero te he puesto aquí para dedicarte también a ti un párrafo sobre cómo sentirte mejor contigo mismo porque tu situación también tiene que ver con todo lo que has vivido a lo largo de tu biografía.

Muchos gais desarrollan un mecanismo que se llama indefensión aprendida (he hablado de ello en otros de mis artículos, como “¡Estoy atacao!” (Gay Barcelona, nº 91, abril de 2012) y que consiste en una sensación de incapacidad para afrontar los eventos de la vida que se traduce en dejarse avasallar por los sucesos sin oponer apenas resistencia. Suele parecerse mucho a un estado semidepresivo y surge cuando nos han acontecido una serie de grandes problemas que hemos sido incapaces de afrontar, especialmente en edades tempranas. Hay una tendencia, igualmente, a catastrofizar (pensar que las cosas irán a peor siempre) pero tanto lo uno como lo otro está solamente en tu mente. No hay razón ninguna para pensar que toda tu vida será la misma sucesión de desastres que lo fue en años pasados. A menudo un proceso de reestructuración cognitiva (un tipo de terapia) ayuda enormemente a recuperar una vida funcional y un estado de ánimo adecuado.

Mayoría de respuestas “E”: Hombre equilibrado.

Enhorabuena. Se ve que has hecho tus deberes y que has luchado contra las mochilas que todos arrastramos. Igual contaste con el apoyo de tus familiares desde muy pequeño y eso te ha convertido en un hombre seguro de sí mismo y, gracias a ello, asertivo, estable, sociable, equilibrado, objetivo. Igual lo eres gracias a un profundo esfuerzo de detección de tus sesgos y de trabajo interno, no lo sé. Sea como sea, debo felicitarte y decir que, ojalá, nuestra comunidad contase con más hombres como tú.
Buenos, malos, regulares.

Sinceramente, excepto a los psicópatas, no he visto jamás a una mala persona que viva feliz. Vivir siempre alerta frente a las amenazas que nos llegan de los demás, vivir escudriñando las entrelíneas de lo que los demás nos dicen, es –además de agotador- una fuente de sufrimiento. Es insoportable tratar de vivir en un mundo que percibes maligno, que sientes que te ataca. Te genera malestar, angustia, miedos, inseguridades. Te aísla, te hace querer mantenerte al margen. Soledad, inseguridades… como te decía: no conozco a ninguna mala persona que pueda vivir feliz. Si piensas que hay que ser malo porque los demás lo son, entonces difícilmente podrás ser, ya no digo feliz, sino emocionalmente estable. Los humanos somos una especie social, como los delfines, las abejas, como el resto de primates. Necesitamos a los demás. Óscar Wilde (que era un marica mala realmente ingenioso) decía: “Formar parte de la sociedad es un fastidio. Estar fuera de ella, una tragedia”. Ya está bien de tragedias ¿no? Quiérete mucho, maricón. Y que tu pasado no te condicione el futuro.

Publicidad

Gabriel J. Martín. Psicólogo especializado en psicología del hombre gay.

www.gabrieljmartin.com

Post relacionados: