¿Eres un comprador compulsivo? ¡descúbrelo!

 ¿Eres un comprador compulsivo? ¡descúbrelo!
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¿Por qué comprar si no se necesita? ¿Por qué comprar compulsivamente si se tiene el armario lleno de ropa? ¿Se compra sólo porque es barato? ¿Se compra sólo por el placer de comprar?

 

En nuestra sociedad occidental hace muchos años que se abolió la esclavitud, aun así, nuestra sociedad a creado nuevas y perversas formas que pueden denominarse como una nueva forma de esclavitud. Hoy día algunas personas se encuentran sujetas a una tendencia compulsiva como: jugar (ludópatas), a comer (bulímicos), a trabajar (workaholics), al gimnasio (vigoréxicos), a los chats de internet, los móviles, los videojuegos (tecno adictos) o a las compras (oniómanos)… Son los adictos sin drogas.

La dependencia o adicción, supone una infravaloración de uno mismo, a la vez que se exalta al “objeto” del que se depende: droga, persona o cosa (objeto de compra). Implica, pues, dos aspectos: el individuo se siente débil y tiene que apoyarse en algo y ese algo es tan ‘gratificante’ que no hay nada que temer. El peor inconveniente de esta situación es que la persona se atrofia y colapsa su posibilidad de crecimiento psicológico; al depender evita el sufrimiento cotidiano, pero hipoteca toda su posibilidad de realización.

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Toda dependencia se establece a través de una relación perversa: el objeto es utilizado para unos fines a los que, en principio, no estaba destinado: así, las máquinas tragaperras planteadas como un pequeño juego de azar se convierten en el primer objeto de necesidad para el ludópata, o la nevera llena que nunca sacia al comedor compulsivo, o comprar por comprar sin tener en cuenta la utilidad del objeto de compra.

Es decir, las adicciones se inician como conductas que causan placer (chatear en internet, comprar de forma compulsiva, jugar a las máquinas tragaperras, etc.) pues el sujeto disfruta de esa acción y de alguna manera compensa su fracaso como persona, en el trabajo o con los demás.

En principio, pues, es una forma de buscar una gratificación, como otros podemos ir a la peluquería o viajar. El problema surge cuando, en un plazo más o menos largo, dependiendo de la personalidad de cada sujeto, esa actividad esclaviza, y uno se siente obligado a repetirla, a pesar del malestar que le ocasiona. En estos momentos ya debemos hablar de dependencia o adicción.

Y esto es así, porque la conducta adictiva (en nuestro caso, las compras compulsivas) se caracteriza por la capacidad que tiene para producir gratificación inmediata o alivio de algún malestar. Por esto, es fácil que termine por generar dependencia, es decir, un patrón des adaptativo, que conduce a un deterioro global de la persona.

 

Comprar por comprar

Comprar de forma descontrolada ha recibido diferentes nombres: “shopping disorder“, “trastornos de adquisición anormal” o “compra compulsiva”. Es evidente que es difícil situar el límite de lo normal y anormal en este terreno. La compra anormal o compulsiva se caracteriza por la necesidad inevitable de comprar y que puede llegar a provocar importantes problemas familiares, interpersonales e incluso económicos.

Las nuevas posibilidades tecnológicas (tarjetas de crédito, comercios online, etc.) han facilitado aún más el comprar compulsivamente, pues, sin dinero en el bolsillo e incluso sin moverse de casa, se puede satisfacer ese impulso.

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Las compras compulsivas (incrementadas en las épocas de rebajas o en las grandes ofertas de dos por uno) pretenden neutralizar, en muchas ocasiones, el vacío de una vida poco satisfactoria o mitigar una ansiedad producida por el trabajo, los hijos o la misma situación precaria económica.

 

Perfil de una persona compradora compulsiva

  • Joven y de nivel económico medio o alto.
  • El inicio de las compras compulsivas suele estar en la adolescencia, aunque pueden pasar varios años hasta que la persona dependiente se da cuenta de que su conducta es anómala.
  • Muy preocupadas por “el tener” y no por “el ser”

 

  • Se suele acompañar con un trastorno de ansiedad, depresión o consumo patológico de alcohol o drogas.
  • No compran por necesidad sino por el placer mismo de comprar y posteriormente se sienten culpables pues son conscientes de que el gasto ha sido innecesario.
  • Entre los rasgos de personalidad más frecuentes en los adictos a las compras compulsivas podemos señalar: la inseguridad, la dependencia y la necesidad excesiva de agradar y de buscar la satisfacción de forma inmediata.

 

Medidas para evitar las compras compulsivas

  • Elaborar un presupuesto mensual y controlar de forma diaria los gastos.
  • Eliminar la práctica de comprar con tarjeta de crédito. Comprar con dinero en metálico nos hace ser más conscientes de los gastos reales en los que hemos incurrido.
  • Evitar las compras de última hora.
  • En caso de acudir a las rebajas, procurar ir con una lista de necesidades y no salirse de ella.
  • Una forma indirecta, pero muy eficaz, es favorecer las actividades recreativas al aire libre y las acciones que fortalezcan la autoestima.

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