La bisexualidad bien entendida

 La bisexualidad bien entendida
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La sola mención de la palabra bisexualidad provoca cierta incomodidad y desconcierto. Una opción casi inevitable que la mayoría confunde o la atribuye a una homosexualidad encubierta. Para un bisexual el tema el más sencillo, uno se enamora de personas y no exclusivamente de hombres y mujeres.

La persona bisexual se enfrenta a una doble invisibilidad social y cultural empezando por la falta de referentes a nivel histórico, académico, artístico o filosófico y en consecuencia, la relativamente frecuente negación de su misma existencia: mientras las personas heterosexuales en su mayoría las consideran homosexuales, dentro y fuera de los colectivos LGTB muchas personas homosexuales las consideran heterosexuales o simplemente “homosexuales encubiertos”.

De esta manera las personas bisexuales ven así coartado, cuando no limitado, su acceso a una información veraz, digna y positiva sobre sus circunstancias vitales a causa del heterosexismo dominante, que impregna el conocimiento de las identidades y orientaciones supuestamente minoritarias con toda una serie de mitos, tópicos y estigmas que tenemos que deconstruir para poder construirnos de manera integral como personas.

Los mitos habituales que una persona bisexual debe enfrentarse van desde que son viciosas, promiscuas, infieles e inmaduras hasta que son un vehículo de transmisión de enfermedades sexuales, son una amenaza o que estan confundidas con respecto a su sexualidad. Quizas el mayor mito ha sido siempre el hecho de que un bisexual es un homosexual encubierto. Un gay o lesbiana que no se atreve a asumir su condición por miedo a perder los privilegios sociales de los heterosexuales de los que disfrutan junto con los placeres de la homosexualidad.
Bisexualidad y bifobia

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El heterosexismo dominante, impregnado durante siglos de la moral judeo-cristiana y de su rígida división entre el bien y el mal, no se caracteriza precisamente por su respeto hacia las identidades y orientaciones supuestamente minoritarias, sino por lo que denominamos LGTB-fobia, es decir, los sentimientos, actitudes y comportamientos, presentes a todos los niveles sociales, de aversión, rechazo, estigmatización y discriminación hacia lesbianas, gays, transexuales y bisexuales.

Y es que, aunque en el fondo, todas estas actitudes deriven del miedo causado por la falta de formación e información del público en general sobre las inquietudes y necesidades específicas de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, el elevado grado de desconocimiento existente dentro de la sociedad en materia de bisexualidad hace que, en la práctica, la persona bisexual se enfrente ya no sólo a una doble invisibilidad social y cultural, sino a la relativamente frecuente negación de su misma existencia, incluso dentro del propio colectivo LGTB. Todo ello es debido a dos motivos, la falta de referentes visibles dentro del movimiento LGTB Español y las cuestiones de urgencia que a nivel legislativo se han dado en la sociedad, en la política y en la cultura española en los últimos 30 años.

En este sentido, la bifobia –en contraposición a la homofobia, la lesbofobia o la transfobia- presenta unas características muy específicas y diferenciadas, marcadas por una “mala fama” basada en unos estereotipos o prejuicios sin ningún fundamento, y que tienen su origen en una apabullante falta de información precisa y adecuada sobre la bisexualidad (como se ha podido apreciar en el apartado correspondiente a las visiones sobre ésta que aparecen en los medios de comunicación), generando actitudes de rechazo y menosprecio causadas por el miedo a lo desconocido.

Para combatir la bifobia lo primero es adquirir el conocimiento y la información positiva sobre la bisexualidad, que permita romper los mitos y demostrarnos a nosotros mismos y al resto de la sociedad que la mayor parte de la desinformación que hemos recibido sobre el tema está basada en prejuicios, en juicios previos que estigmatizan y negativizan todos aquellos aspectos de la vida humana en general, y de la sexualidad en particular, que desentonan con lo aprendido, con lo impuesto, con lo cómodo.

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Sólo con el conocimiento es posible fomentar de verdad –y no de boquilla- el respeto a la diversidad afectivo-sexual; respeto, sí, pero sin etiquetas ni categorizaciones a la ligera que únicamente perpetúan la discriminación. Respeto desde cerca, escuchando en primer lugar a las propias personas bisexuales, que son quienes conocen mejor (mejor que nadie, desde la experiencia directa) sus necesidades, sus inquietudes y sus vivencias específicas.

LAS PREGUNTAS MÁS FRECUENTES

¿Qué es la bisexualidad?
Es la capacidad que tiene una persona de sentir, deseo, afecto o atracción hacia las personas de su mismo sexo o del sexo contrario.

¿Me tienen que gustar por igual ambos sexos para ser bisexual?
La atracción que debo sentir hacia ambos sexos ¿puede ser sólo física? ¿Debe serlo? ¿Puede no serlo en alguno de los casos? ¿y en ninguno? No necesariamente. Rina Riesenfeld aporta en su libro “Bisexualidades” una visión muy amplia, de tal modo que puedes sentirte atraido/a hacia una persona de tu mismo sexo o del sexo contrario tanto de forma emocional y sexual, sólo emocionalmente, sexualmente pero sólo en tu fantasía… y no necesariamente del mismo modo hacia ambos géneros. En realidad es una cuestión tan subjetiva que sólo puede ser encontrada en el interior de cada persona que se considera bisexual.

Al ser bisexual ¿Tengo que ser una persona promiscua?
No, personas promiscuas las hay homo, bi y hetero. No es exclusivo ni tampoco representativo de la bisexualidad.

A mi familia le costaría un mundo comprender que soy bisexual. Piensan que soy heterosexual ¿Qué debo hacer?
Antes de decir nada deberías conocer su forma de pensar y actuar. Si tienen actitudes homofóbicas o bifóbicas. Luego poco a poco, ir informando de lo que es la bisexualidad y estar tú listo/a para romper los mitos en torno a la homosexualidad y la bisexualidad.

¿Qué hay de cierto en todo eso?
Es frecuente que algunos gays o algunas lesbianas, al principio, y por presión social, creyeran ser bisexuales hasta estar seguros de su orientación. De hecho, en ocasiones, gente que no se siente bisexual (y a veces lo reconocen sin pudor), lo utiliza indiscriminadamente según les viene bien. Esto, además de ser incoherente y perjudicar a las personas que hay a su alrededor, que son víctimas del engaño, ataca frontalmente a quienes luchamos porque se nos tome en serio en nuestro entorno. Aún así, esto no quiere decir que todo el mundo se comporte de esa forma. Existen personas bisexuales que se definen como tal y son coherentes, procurando no caer en comportamientos que puedan resultar perjudiciales para ellos/as mismos/as y para los/as demás.

¿Por qué existen ciertas personas que por definición serían bisexuales pero no se consideran como tales? ¿Debemos insistir en que lo son? ¿Realmente lo son?
Con respecto a la orientación sexual, cada persona es exactamente lo que se siente. Es deseable respetar completamente la identidad que cada persona asume, sin juzgar, valorar o indagar sobre las preferencias de cada cual. Aunque nos parezca que tal o cual persona puede ser bisexual, no debemos insistir en ello, puesto que cada uno/a sabe como se siente en su interior.

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¿Existen bisexuales con pluma? Es decir, masculinas, si son chicas, y femeninos si son chicos.
Eso es un estereotipo que proviene del modelo social heteronormativo. Intenta encasillarlo todo en blanco o negro. A pesar de donde provenga el estereotipo, se utiliza mucho dentro del colectivo LGTB, y es importante resaltar que la actitud es una cuestión completamente independiente de la orientación sexual de cualquier persona.

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