Por una vida sin Violencia

 Por una vida sin Violencia
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La violencia hacia las mujeres y las niñas es la mayor expresión de violación de derechos humanos en el mundo, es la amenaza más perturbadora para el avance de las mujeres y de las sociedades en su conjunto, y es la manifestación más cruel de dominio de género que de forma continuada ha conocido la humanidad.

 

La violencia machista o sexista es el punto final a una interpretación de la mujer que la observa como esposa o ramera, como monja o como bruja, pero nunca ciudadana, siempre subalterna, y jamás sujeto autónomo, igual y libre, dueña de su destino. La violencia de género se manifiesta durante todas las fases de la vida de las mujeres en diferentes sociedades; desde el nacimiento con el aborto selectivo por sexo, por la diferente atención médico-alimentaria e incluso por el infanticidio femenino; de pequeñas, muchas sufren mutilación genital, abusos sexuales por familiares y extraños, y prostitución; durante la juventud, son los matrimonios forzados y la trata de adolescentes, las agresiones sexuales y violaciones, cuando no lapidaciones, sus expresiones más brutales; en la madurez, los abusos en el trabajo y en casa, también agresiones y asesinatos a manos de sus maridos e hijos; y en edad avanzada, muchas mujeres sufren abusos y explotación, cuando no agresiones bárbaras de su pareja o son repudiadas como viudas.

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Estas situaciones son aún más graves en contextos de miseria, conflictos y guerras.

No ha sido fácil llegar a que se reconozca la violencia hacia la mujer como una violación de los Derechos Humanos. Pensémoslo en términos de siglos. Es más, el principio en que se fundamenta la Declaración Universal, «todos los seres humanos nacen libres en igualdad de dignidad y derechos«, ni es reconocido aún hoy para las mujeres en muchos lugares del planeta, ni es respetado en el interior de aquellas sociedades donde constitucionalmente se proclama. Sin embargo, la profundidad democrática de una sociedad se mide, indefectiblemente, por el grado de respeto de esos derechos y por el avance en la erradicación de la violencia hacia la mujer.

En nuestro país, primero las organizaciones de mujeres y con ellas diversas asociaciones ciudadanas, reclaman desde hace años una Ley Integral contra la Violencia de Género.

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La defensa de los derechos de la mujer exige modificaciones en el ámbito de la prevención, en aspectos judiciales, en la guarda y custodia de menores víctimas de violencia o abusos, en los casos de secuestro parental, en las comunicaciones paterno-filiales, en las ayudas a las víctimas de delitos violentos y agresiones sexuales y en otros relativos al mundo laboral y la vida cotidiana. Diversos países en Europa y Latinoamérica caminan decididamente en esta dirección.

La mejor contribución en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres es, sin ninguna duda, avanzar en el camino de una legislación y unas medidas políticas que la prevengan, impidan la impunidad del agresor, apoyen eficazmente a las víctimas y fomenten la solidaridad social, de lo contrario corremos el riesgo de movernos en el ámbito de los gestos y poca cosa más.

 

 

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