Consejos para tomar una sauna humedades o hamam

 Consejos para tomar una sauna humedades o hamam
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Tomar un baño turco, también conocido con el nombre de hammam o sauna húmeda, es una excelente forma de mejorar el bienestar físico y mental. Se trata de un baño de calor húmedo, generado por vapor de agua.

 

La temperatura es inferior a la sauna seca, oscilando entre 25-50 grados según la altura, y la humedad relativa del 99%, con lo que el ambiente está saturado de vapor de agua e impide el proceso de sudación, por tanto en el baño turco se suda menos que en la sauna finlandesa. En este tipo de sauna el calor se genera al calentar agua y evaporarse a lo largo de toda la sala, creando una especie de neblina, que al posarse sobre la superficie corporal formará gotas asemejándose al sudor, haciendo la función de dispersar el calor y refrigerar el cuerpo. A diferencia de la sauna seca o finlandesa, el baño turco es mucho más relajante y, por consiguiente, beneficioso para el sistema nervioso.

Proporciona una gran sensación de bienestar general en todo el cuerpo, siendo también estupendo para liberar tensiones, reducir el estrés, la ansiedad y favorecer un mejor descanso en la noche. Otro de los grandes beneficios del baño turco es el que está relacionado con el cuidado de la piel. El vapor ofrece una gran oxigenación en los tejidos de la dermis, revitalizándolos y limpiándolos en profundidad. Los poros se dilatan y se eliminan todas las toxinas e impurezas de la piel. El vapor y el calor generado en un baño turco mejoran la aceleración de las funciones metabólicas del organismo, mejorando la circulación de la sangre y estimulando los sistemas nerviosos, respiratorios y hormonales.

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Tomar un baño turco es especialmente beneficioso para el sistema cardiorrespiratorio, porque obliga a los pulmones a descargar más aire, lo que produce un aumento en la capacidad de intercambio de oxígeno. Además, el vapor moja las vías respiratorias, lo que conlleva un efecto expectorante para el tratamiento de resfriados, bronquitis. Además, es excelente para calmar la tos y otras afecciones respiratorias. El baño turco es mucho más relajante que la sauna, y por consiguiente más beneficioso para el sistema nervioso. Aporta una gran sensación de bienestar general en todo el cuerpo, liberar tensiones, reduce el estrés, la ansiedad y favorece un mejor descanso durante la noche.

 

NO ES RECOMENDABLE PARA TODOS

La sauna puede resultar ser peligrosa para quienes padecen determinadas enfermedades del corazón, ya que sudar abundantemente provoca se concentren también los fluidos corporales, por lo que la sangre se torna más densa y esto puede provocar un ataque cardiaco. Por ello, los especialistas recomiendan tanto en caso de hipertensión en personas con cardiopatías que se consulta con el médico si es conveniente o no tomar una sesión de sauna. Asimismo, hay estudios médicos que advierten de que asistir con asiduidad a las sesiones de sauna puede ser perjudicial para la vida sexual. Esta conclusión se fundamenta en que el calor de una sauna puede reducir drásticamente la cantidad y calidad del semen masculino. El baño turco puede alternarse con baños de agua fría e incluso se puede disfrutar de sesiones de masajes, lo que lo convertirá en una experiencia de lo más placentera y relajante.

 

CÓMO TOMAR UNA SAUNA

Después de realizar ejercicio físico o un esfuerzo, pero es aconsejable un tiempo de reposo o descanso entre 15 y 30 minutos antes, para que el cuerpo pueda adaptarse sin problemas al calor. Si ha transcurrido mucho tiempo desde la última ingesta, deberás comer un poco de pan o un dulce para que la sangre contenga glucosa. Por higiene, una duchita a fondo con agua templada antes de entrar y secarse, dado que la piel seca suda más. Al salir hay que deberás bien, de lo contrario se tiende a retener el sudor en la piel, irritándola y provocando, en última instancia, un eczema. Si eres de las personas con tendencia a tener los pies fríos introdúcelos en agua caliente durante 4-5 minutos antes (o después) de una sauna.

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Acelera la irrigación sanguínea y saca el calor hacia el exterior.

DENTRO DE LA SAUNA

No te coloques en el nivel inferior (sólo se consigue sobrecargar el corazón) sino en el banco intermedio o superior. Túmbate o siéntate con los pies sobre el asiento para que todo el cuerpo permanezca a la misma temperatura. Asegúrate de que la temperatura de la sauna es adecuada (entre 80 y 90 grados centígrados) para que la piel alcance los 39-40 grados, mientras se mantiene el interior del cuerpo entre 38 y 38 grados y medio.

Lo normal es que a los 8-12 minutos tu cuerpo sienta ya ganas de refrigerarse. Y en ese momento hay que salir, sin tomar en consideración si se ha transpirado lo suficiente o no. Si estas muy acostumbrado puedes permanecer hasta 15 minutos, pero se recomienda descansar después de ese periodo. Antes de abandonar la cabina, siéntate con los pies colgando en el banco para que la circulación se adapte de nuevo a la posición vertical. Al incorporarte de forma súbita, la sangre puede acumularse y producir una especie de vértigo o desvanecimiento. Así que levántate despacio.

DESPUÉS DE LA SAUNA

Al salir, es importante permanecer unos minutos (pocos, para no llegar a temblar cogiendo demasiado frío) fuera de la sauna (si se puede, al aire libre) para enfriar las vías respiratorias. Los pulmones necesitarán aire exterior. Seguidamente, toma una ducha con agua fría (si la presión sanguínea es alta, mejor que sea templada). Dirige el chorro de agua desde las extremidades hacia el centro del cuerpo, en la dirección del corazón, para devolverle el ritmo. Si todavía te queda tiempo -y ganas- un baño de inmersión en agua fría hará reaccionar a los vasos sanguíneos y aumentará la presión arterial. Tomar un baño de sauna significa «calentarse» y «enfriarse», de forma alterna, por lo menos dos veces. Quien acabe de iniciarse en estas cuestiones no debería repetir más que una vez el ciclo calor-frío, mientras que los más experimentados ya pueden hacer una segunda, y hasta una tercera entrada en la sauna. El enfriamiento adecuado después de la última «visita» es un proceso fundamental para no sudar después de vestirse, seguir pringoso y ahorrarse un buen resfriado.

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Descansa tumbado unos 30 minutos también evitará un enfriamiento fuerte.

LO QUE NO HAY QUE HACER

Entrar en la sauna con apetito, si tienes el estómago lleno (deja que pasar como mínimo una hora desde la comida) o en estado de agotamiento. ¡Cuidado! puedes sufrir un colapso. Durante la sesión no bebas líquidos, ya que no se produciría la desintoxicación corporal. Cuando salgas, puedes beber zumos de fruta diluidos en agua o simplemente agua mineral. No realices ejercicios de gimnasia dentro de la cabina, ni le tengas extensas charlas con tus vecinos porque se «cargan» la respiración y la circulación. No se frotes el sudor. Sólo conseguirás provocarte picores. No alargues nunca la sesión más de 15 minutos, ni realices más de tres «visitas». No te duches después de la sauna con agua caliente. Ni te envuelvas en toallas o albornoces para seguir sudando porque interfieren en el buen ritmo que se consigue con la sauna.

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