La España del miedo
Parecía un vaticinio, pero no, pocos días después de estar en la calle la pasada edición de la revista GB, se daba la noticia de que se anticipaban las elecciones generales.
En ella os recordaba de que no cayerais ni os dejaseis arrastrar por la vorágine de descalificaciones de unos partidos a otros. Pero realmente el peligro no está ahí, en las descalificaciones, en la verborrea facilona y oportunista, en los dime y diretes porque “yo la tengo más larga que tú…”
La realidad es otra mucho más aterradora y que nos llena de preocupación, por no decir que una de las dos Españas nos va ha helar el corazón. Emerge un nuevo partido, un partido que paradójicamente ha sido secundado en las urnas en las últimas elecciones autonómicas en Andalucía, un partido político que entre las medidas que preconiza en su programa está derogar el matrimonio igualitario porque considera al colectivo LGTBI como ciudadanos de segunda, que pretende desproteger a los transexuales negandoles su identidad. No son de extrañar las palabras de Juan Ernesto Pflüger, nuevo responsable de prensa, cuando decidió lanzar su veneno contra las parejas del mismo sexo: «¿Por qué los gays celebran tanto el día de San Valentín si lo suyo no es amor, es solo vicio?» pero dan una idea del peligro que se avecina.
Y de las palabras a los hechos, Francisco José Alcaraz, el primer y único senador del partido político VOX, se ha estrenado en la Cámara Alta impidiendo la lectura de una declaración institucional en apoyo al colectivo LGTBI. Alcaraz que comenzó su andadura en el Senado no había votado ninguna de las proposiciones que presentaron los partidos con representación y su única actuación en estos dos días ha sido negarse a firmar el citado texto que sí suscribió el resto de partidos. Las declaraciones institucionales deben contar con la firma unánime de todos.
Esto es solo el principio, pues queda diametralmente claro cual va ser la dinámica en la política española en lo que respecta a las libertades civiles y los derechos de las minorías. Vamos a permitir que la España de la tolerancia, del progreso se imbuya del germen del la discordia y el malestar por quienes sin el menor pudor hacen proselitismo de la intolerancia, de la xenofobia, homofobia y el machismo violento y recalcitrante.
El discurso del odio son sus señas de identidad, queda claro. Son un partido legal pese a que sus postulados atentan directamente contra los derechos constitucionales. Lo preocupante del caso es que si creemos que la “historia se repite” tenemos ante nosotros un partido que a saber de qué serían capaces de llegar al poder, y no decir nada con una mayoría absoluta. Pero pensemos que le está sucediendo a la ciudadanía española como para votarles y no darse cuenta de quiénes tiene delante, y la verdad que esconden. Solo hay que pasear o mejor dicho navegar por la red, YouTube, Facebook, Twitter. Para encontrar cientos de comentarios, videos etc., jugando a ver quién la “suelta más gorda”. Nada que ver con la verborrea del nuevo líder del partido popular…digo nuevo… bueno, la voz de su amo, mejor dicho, con sus lindezas hacia Catalunya y su deseo de aplicar permanentemente el art 155, o calificar de “traidor” al actual presidente del gobierno. Y ya veremos que saldrá del nuevo cisma de la iglesia, ya veremos como resuelve el lacerante problema de la pederastia y los abusos sexuales por parte de sus miembros más destacados, seguramente lo disolverá una cortina de humo, o tal vez debería decir una fumata negra como el azabache, más negra que sus sotanas que envuelven unos oscuras y turbios corazones.
Desde los Pirineos hasta las columnas de Hércules, malos vientos soplan sobre el laicismo, única atmósfera posible para el desarrollo de libertades y derechos. Habitamos esta España radiante de igualdad ciudadana que, no obstante padece, al mismo tiempo, las tenebrosas reminiscencias de la caverna carpetovetónica de toda la vida, desde la asonada del 36 en adelante; pues todavía nos atosigan las funestas secuelas del nacional catolicismo, impuesto a golpe de espanto, fusil, tapia y fosa común, aciaga fanfarria orquestada y bendecida por los predicadores de un dios del que tantos nos declaremos ateos.
España no va bien… Válgame la analogía, tengo la sensación de estar acosado por Max Cady, en mi cerebro retumban las palabras de un psicópata, “Abogado” “Abogado” ¿Dónde estás abogado?