Toulouse, la ciudad rosa

 Toulouse, la ciudad rosa
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EN TOULOUSE NO HAY CANTERAS, PERO ESTÁ EL RÍO GARONA CON CUYA ARCILLA, YA DESDE EL TIEMPO DE LOS ROMANOS, SE HAN ELABORADO LOS LADRILLOS QUE CONSTRUYERON LA CIUDAD. ¿EL RESULTADO? LA VILLE ROSE POR EL DISTINTIVO COLOR DE TODAS SUS EDIFICACIONES.

A pesar de que durante el s.XIX el color ladrillo les parecía demodé y pintaron los edificios de aquella época de gris, básicamente lo que encontramos al pasear por Tolosa (su nombre occitano) es obra vista, que le confiere un carácter único, un poco industrial con un toque dickensiano.

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Una vuelta por el centro nos permitirá admirar gran parte de su rico patrimonio, como la calle Croix-Baragnon, la calle Tolosane o la calle Mage – alineadas con fachadas medievales y góticas, portales monumentales, ventanales y balcones de hierro forjado… Igual que plazas como la de Carmes o la de Salin, en las que todavía se conservan algunas casas con entramado de madera supervivientes del incendio que devastó la ciudad en 1463. La lista es larga, así que destacaremos algunos elementos:

La Basílica de St. Sernin es el edificio románico más grande de Europa (s.XI-XIII), y patrimonio de la UNESCO. En este enclave se hallaba la tumba de San Saturnino, martirizado por los romanos en su característico estilo retorcido: lo ataron a un toro que le arrastró por la ciudad. La afluencia de peregrinos alentó al Papa Urbano II a bendecir la construcción de una iglesia, en la que el ladrillo se combina con la piedra blanca del Pirineo – signo de prosperidad. Destaca el impresionante campanario medio románico medio gótico que se alza sobre la bóveda central.

La Catedral de Saint-Étienne (s.XIII-XVI) se distingue por la mezcla de estilos arquitectónicos y la combinación de ladrillo y piedra. El gran rosetón está inspirado en el de Notre Dame de París y es la única de la ciudad que conserva los ventanales originales.

La iglesia de la Dalbade destaca por su vistoso tímpano de cerámica de colores y por la ausencia de torre – la derribó un relámpago en 1926.

En el convento de los Jacobinos nació la orden de los Dominicos, en 1215 por Santo Domingo de Guzmán. De construcción austera, con una sola nave sin cruz ni elementos decorativos (las gárgolas se añadieron en el s. XIX). De estilo gótico tolosano, se caracteriza por la falta de arbotantes -al ser el ladrillo más ligero sólo requiere contrafuertes. Las arquivoltas de la última columna del interior de la nave forman la llamada palmera de Toulouse. En el claustro hallamos la chapelle de St. Antonin, con un espectacular techo con frescos del s. XIV representando el apocalipsis de San Juan. La orden fue prohibida durante la Revolución Francesa y la catedral quedó abandonada en el s.XX, época en la que se utilizó para acoger al mercado de la violeta.

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Esta flor de invierno es el símbolo de la ciudad. Se cultiva des del s. XIX y se usa tanto en perfumería como en cocina y pastelería. Con ella se elaboran caramelos, helados y hasta licor. Le dedican un festival en febrero y el violeta es el color del equipo de futbol local. Se pueden comprar todo tipo productos elaborados con esta flor o inspirados en ella.

Otra flor emblemática es el glasto (isatis tinctoria), que se cultivaba entre Toulouse, Albi i Carcassone y hasta el s. XVI fue la única fuente de tinte azul, y fue crucial para el desarrollo económico de la villa occitana y de sus comerciantes – gracias a su monopolio se hicieron ricos y construyeron suntuosos palacios, los llamados hôtels, de ladrillo rosado, como el hotel Assézat, una obra maestra del Renacimiento o el palacio de Bernuy.

Y es que la capital histórica de Languedoc nació en torno a un vado en el río, fundada por los Volcas Tectòsages, la tribu celta que se alió con Roma en el s. II. En el s. V se convertiría en la capital del reino Visigodo, luego de Aquitania y en el s.IX del Condado de Tolosa. Destaca el Pont Neuf, del s. XVII, con grandes agujeros de desagüe para evitar que la fuerza del agua se lo lleve por delante, prueba de la virulencia de la Garona – la última gran crecida en 1875 acabó con la vida de 209 ciudadanos. A la virgen negra de la iglesia de la Daurade (a la que visten grandes diseñadores) rezaban los tolosanos para hacer descender las aguas. Cerca de ella, a ambas orillas encontramos edificios notables como la Escuela de Artes, la Torre del Agua, el Hospital de la Grave, el Hotel-Dieu o los Abbatoirs, antiguo matadero convertido en museo…

No podemos terminar el paseo sin pasar por el Capitole, el ayuntamiento, el único en el mundo con un teatro de la ópera en su interior.

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Más información: https://www.turismo-toulouse.es

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