Dordoña-Perigord
La región de Aquitania, en Francia, es un territorio de importantes cuencas fluviales, como los ríos Dordoña, Isle, Dronne y Vézère, en el que históricamente se distinguen el Périgord blanco, el Périgord verde, el Périgord negro, Sarlat y Bergeracois, con poblaciones que han dejado una profunda huella en la historia de Francia
Bergerac, vino, tabaco y hugonotes
Bergerac es la gran capital del suroeste del Périgord y un importante centro industrial – aloja la sede del Instituto Nacional del Tabaco, pues la región es una gran productora. Pero son los viñedos los que marcan la economía y el paisaje, con más de 40.000 hectáreas dedicadas a la vid, con afamadas variedades de vinos como el Pécharmant, el Rosette afrutado, el Côtes-de-bergerac blanco o tinto, el Montravel, el Monbazillac y el Saussignac.
Las calles peatonales del casco antiguo, de los s. XIV, XV y XVI, nos llevan hasta el río y su antiguo embarcadero, con algunas de la viejas gabarras en las cuales se transportaba el vino. Allí se encuentra el antiguo convento de los Franciscanos Recoletos, ejemplo de arquitectura monástica del siglo XVII y hoy sede del Consejo Interprofesional de los Vinos de la Región de Bergerac, de visita obligada para conocer el fascinante mundo de la enología y los viñedos de Bergerac. En Rue de la Myrpe se pueden observar las antiguas construcciones con entramado de madera, ladrillo y adobe que datan de finales de la Edad Media. La ciudad da nombre a uno de los personajes más ilustres de la literatura francesa, el famoso Cyrano de Bergerac, creado por Edmon Rostand e inspirado un personaje real.
Brantôme, Reliquias y cuevas
De la pequeña y encantadora ciudad de Brantôme, situada en un meandro del río Dronne, destaca su abadía benedictina, del 769, a la que Carlomagno donó las reliquias de san Sicario. Destruida por las invasiones vikingas, reconstruida a finales del s. X y bajo dominio inglés durante la guerra de los Cien Años, la abadía de Brântome se compone de una iglesia abacial, un claustro, un campanario románico de 60 metros de altura del s. XI – el más antiguo de Francia- y el museo Fernand Desmoulins.
Detrás de la abadía encontramos la fuente de Sant-Sicarie -con propiedades curativas-, y unas cuevas prehistóricas, una de las cuales, de espectaculares dimensiones, alberga unos relieves enigmáticos de origen desconocido que representan el triunfo de la muerte – o el juicio final.
Hautefort, el castillo inusual
La situación del actual Castillo de Hautefort, del siglo XVII, sobre un afloramiento rocoso por su evidente posición estratégica sobre los valles de Beuze y la Lourde, es inusual, ya que por lo general los castillos clásicos se edificaban en llanuras accesibles, rodeados de extensos jardines.
Durante la Edad Media fue una gran fortaleza y llegó a tener una mazmorra, varias torres y doble muralla con una única entrada por el puente levadizo que cruza un foso seco.
La visita al castillo nos permitirá recorrer casi todas las dependencias y salones, e incluye un documental sobre su historia y una exposición de mobiliario de los siglos XVI, XVII y XVIII. Es posible visitar otras dependencias, como la capilla circular, el horno – habilitado como cárcel durante la revolución- o los jardines con un trazado de parterres de boj formando la silueta de unas tijeras para esquilar ovejas, parte del escudo de armas.
Castillo de Commarque, fortaleza medieval
La silueta del castillo de Commarque –una perfecta fortaleza medieval- se eleva entre la espesura del bosque para dominar un pequeño valle pantanoso atravesado por el río Beune.
Restaurado parcialmente, su imponente torre del homenaje –construida por los Hospitalarios de San Juan – se alza sobre los restos de un pueblo antaño rodeado por una inmensa muralla. La red de abrigos naturales en el enorme acantilado cercano ha propiciado el asentamiento humano continuo desde la prehistoria – con el relieve de un caballo esculpido en la roca como prueba.
Lascaux II, la “Capilla Sixtina” prehistórica
La reproducción detallada de la cueva prehistórica de 15.000 años de antiguedad de Lascaux es todo un portento de la tecnología. Las pinturas se realizaron con los mismos pigmentos básicos originales que se encontraban en el suelo de la cueva y reproduciendo las técnicas y herramientas originales para recrear con rigor científico el más famoso santuario paleolítico, considerado “La capilla Sixtina” de la prehistoria.
Sarlat, la linterna de los muertos
Sarlat ha conservado la integridad de sus edificios antiguos y es hoy en día uno de los más bellos conjuntos medievales renacentistas de Europa.
El corazón de Sarlat es una red de laberintos y pequeños patios, separados por estrechos pasajes que constituyen un perfecto ejemplo del urbanismo medieval, una aglomeración de casas con entramado de madera, reducidos voladizos y torrecillas, un antiguo hospital y el Hôtel de Vieene.
La catedral de Saint-Sacerdos, parte de una antigua abadía Benedictina inicialmente románica, sucedida por una reconstrucción carolingia, conserva un pórtico restaurado en el siglo XVII, coronado por cinco misteriosas estatuas, una de las cuales representa a Atlas soportando el Mundo. Aquí encontramos el llamado Jardín de los Penitentes, antiguo cementerio de la ciudad, del cual sobresale una copia de la Torre de la Resurrección de Jerusalén, conocida como la “linterna de los muertos”.
En la Rue d’Abusse destaca el Hòtel de Grézel, con su torre poligonal y un pórtico del siglo XV, que incluye a modo de decoración la salamandra del escudo de armas de la ciudad. En la Place de la Liberté encontramos el ayuntamiento de 1615 y el mercado de Sainte Marie, en una antigua iglesia con unas enormes puertas obra del arquitecto Jean Nouvel y un ascensor panorámico.
Marqueyssac, jardines de ensueño
Muy cerca de Sarlat encontramos los jardines de Marqueyssac, declarados de bien público francés, en un saliente rocoso que domina el valle del Dordoña. Están poblados con miles de arbustos de boj, tilos, plátanos, cítisos, olmos, cipreses y pinos y adornados con miradores, senderos sinuosos, escaleras, cabañas y bancos de piedra, un calvario, rocallas y un belvedere con una gran panorámica sobre la Roque de Gageac y el castillo de Castelnaud.
Castelnaud, testigo de guerras
Ubicado estratégicamente en la confluencia de los ríos Dordoña y Céou, el castillo de Castelnaud ha sufrido una atormentada historia desde el siglo XII, con un marcado protagonismo durante la represión cátara, la guerra de los Cien Años (1337-1453) y las guerras religiosas del siglo XVI. Clasificado como Monumento Histórico en 1967, actualmente alberga el Museo de la Guerra de la Edad Media, y expone todo tipo de armas como ballestas, armaduras, escudos, yelmos y cascos de batalla, hachas, espadas y piezas de artillería como rudimentarias catapultas. El visitante puede participar en diversas actividades, como forja, confección de cotas de malla y tiro con arco, si quiere vestido de la época.
Monpazier, el país de las Bastidas
Monpazier es una de las ciudades medievales más atractivas del Périgord, fundada en 1284 por Eduardo I de Inglaterra. Declarado «pueblo más bello de Francia», se considera un ejemplo típico de bastida, la mejor conservada del Périgord, junto a las de Beaumont, Moliéres, Lalinde y Fontroque. Sus amuralladas callejuelas góticas conservan tres puertas fortificadas y la poterna, la puerta de escape que permitía a la población huir de la ciudad. La plaza de las Cornières conserva las arcadas que alojaban el mercado cubierto y un antiguo pozo de agua. Destacan la iglesia gótica de Saint Dominique del siglo XIII y XIV y la casa del cabildo. El centro de interpretación Bastideum ofrece una exposición permanente, una proyección en 3D y un recorrido virtual.
Debe estar conectado para enviar un comentario.